Ideología a la carta: los políticos abren sus propios bares
Para financiar o difundir actividades políticas y culturales, o bien para beneficio propio; quiénes son los referentes que hicieron apuestas gastronómicas en la Ciudad
Varios referentes abrieron, en los últimos años, sus propios bares. Identificados o no con sus partidos, para financiar sus actividades políticas y culturales o como negocio, sus locales están presentes en los circuitos gastronómicos de Palermo, San Telmo y Almagro al alcance de quien quiera visitarlos.
Algunos funcionan gracias al trabajo diario de sus militante, otros tienen empleados. Las inversiones iniciales, aseguran sus dueños, provienen de fondos propios, a veces obtenidos a través de créditos.
La taberna kirchnerista
El kirchnerismo tiene, al menos, dos bares en la Ciudad. Uno de ellos se llama Los Chisperos. Lo fundó hace cinco años la ex legisladora porteña del Frente para la Victoria (FPV), Gabriela Cerruti, junto a un grupo de compañeros del partido Nuevo Encuentro. Era pleno auge del kirchnerismo cuando instalaron el primer local en San Telmo, que no admitía más de 40 personas. Pero entre fines de 2015 y comienzos de 2016, después de la derrota de Daniel Scioli contra Mauricio Macri, se mudaron al salón que ocupan ahora, en el mismo barrio, con capacidad para alrededor de veinte mesas, escenario, barra y pasillo de distribución.
Los Chisperos recibe con frecuencia al ex jefe del Afsca y titular de Nuevo Encuentro, Martín Sabbatella; al ex presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde y al ex ministro de Economía, Axel Kicillof. También a periodistas como Gustavo Sylvestre, Víctor Hugo Morales y Daniel Tognetti. El miércoles pasado, por ejemplo, hubo una charla sobre medios a cargo de periodistas kirchneristas.
“Arrancamos con algo chiquito en la calle Carlos Calvo. Pagábamos el alquiler entre cuatro o cinco y se autofinanció rápidamente. Además el lugar era de la madre de un amigo y nos la dejaba a un precio bajo”, cuenta Cerruti, que tiene el rol de “gestora cultural” en Los Chisperos.
“Yo no vivo de esto”, asegura la ex legisladora. Aunque pasa allí buena parte de su tiempo, el lugar está a nombre de una amiga. “Este lugar se autofinancia. Y si bien todos pertenecemos a Nuevo Encuentro no nos interesa promover sólo charlas políticas, sino también un tipo de arte y cultura”.
De día y de noche, entre cafés, pizzas, cervezas, empanadas y papas fritas, en San Lorenzo 365 (a una cuadra del circuito gastronómico de San Telmo) se realizan actividades culturales y políticas en el extenso salón rectangular decorado con lucecitas colgantes y banderines de colores. Sus paredes, pintadas de rosa y celeste, lucen imágenes de Néstor y Cristina Kirchner. En la entrada se luce un mural caricaturesco con figuras del peronismo entre banderas argentinas.
Con una dinámica similar a Los Chisperos, en San Telmo también funciona Lo de Néstor, un restaurante que recibe figuras del kirchnerismo como el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno; el ex vicepresidente Amado Boudou y el ex ministro del Interior, Florencio Randazzo, en un ambiente embebido en su folklore. Pero sus dueños, integrantes de una cooperativa de trabajo, no son dirigentes sino militantes del FPV.
"Este bar no está vinculado a ningun politico, es de los trabajadores de cooperativas", dijo a LA NACION Leonardo Duva, uno de los 16 socios.
El massismo, por la “pluralidad”
En Buenos Aires es conocido el circuito de “bares peronistas”, cuyos dueños veneran a Perón con fotos, cuadros y bustos del General y de Evita. Uno de los más concurridos es Perón Perón, ubicado en Palermo, donde cada hora se escucha religiosamente la marcha peronista. Pero sus dueños, más allá de su pertenencia política, utilizan el lugar comercialmente.
En Rivadavia y Quintino Bocayuva, Almagro, funciona un bar gris con vetas naranjas llamado La Fragua, donde ocurre lo opuesto. Como tantos, ofrece bebida, comida y música. Pero tiene una particularidad, imposible de detectar a simple vista: pertenece al Frente Renovador y sus ganancias son destinadas al desarrollo de su ala porteña. Uno de sus dueños es Javier Gentilini, jefe del bloque massista en la Legislatura porteña.
Sin embargo, el bar no da señales de pertenencia al partido. “No quisimos hacer algo explícito tipo unidad básica o comité, porque nosotros nacimos por fuera de la política partidaria, en el marco de la crisis”, explica Gentilini. “Pero no ocultamos nada. Tenemos esta dinámica. Acá entra y sale gente que puede o no formar parte del Frente Renovador”.
Además de local gastronómico, La Fragua es un centro cultural y está registrado como asociación civil. Fue inaugurado el 25 de mayo de 2016, en un acto que contó con la presencia del líder del FR, Sergio Massa. Gentilini recuerda ese día: “A Massa le pareció fantástica la idea, estaba muy honrado de haber inaugurado el centro cultural. Desde el punto de vista del mensaje coincide con esta idea que tiene de construcción plural diversa, ejemplificado en el acuerdo con Margarita [Stolbizer]”.
El bar se inauguró seis meses después, a fines del año pasado, y según Gentilini todavía no da ganancias. El local, de 800 metros, se encontraba casi abandonado cuando lo hallaron, por lo que obtuvieron un alquiler accesible en una zona bien cotizada. Tanto la renta como los trabajos de re-acondicionamiento, aseguraron a LA NACION, se pagaron a través de créditos que tramitaron personalmente los integrantes de la agrupación (los mismos que atienden el bar y manejan el centro cultural), incluido Gentilini.
Otros dirigentes que incursionaron en gastronomía
Es posible que uno de los primeros políticos que incursionó en el área gastronómica y de entretenimiento haya sido Jorge Telerman. Era funcionario de la Cancillería en 1992 cuando fundó junto a varios socios La Trastienda, que aún hoy posee al 400 de la calle Balcarce, en San Telmo. El local, aseguró el ex jefe de Gobierno porteño a LA NACION, no tiene ni tuvo vínculo alguno con el Estado ni con la política partidaria.
El senador Juan Manuel Abal Medina (FPV) también supo ser dueño de un bar. Era Secretario de Gabinete de Cristina Kirchner cuando creó Sans Central junto a cuatro socios, a fines de 2010. El bar sigue en pie en Plaza Serrano, pero desde su entorno aseguraron a LA NACION que el senador se desprendió de su participación en la sociedad cuando asumió como Jefe de Gabinete, en 2011.
Además de Gentilini, hay otro dirigente del Frente Renovador que tiene un emprendimiento propio, aunque no es de índole gastronómica sino exclusivamente cultural. La Casa Rodolfo Walsh es propiedad del diputado nacional por la ciudad, Julio Raffo. Funciona desde 2009 en una antigua casa refaccionada por su agrupación en Palermo, a metros de Plaza Armenia. Allí se brindan clases de arte por las que se cobran cuotas, que son destinadas a mantener vigente el lugar. También se realizan actividades políticas, principalmente charlas, aunque que no se brinda financiamiento alguno para el partido ni se contribuyen con sus actividades, aseguraron. En este caso tampoco hay señales del vínculo del titular, Raffo, con el massismo.
Por el peronismo, el ex diputado nacional Dante Gullo, que dejó su banca en 2015, coordina el restaurante Los Octubres, propiedad de su hermano. Aunque Gullo no figura como titular en los registros, se reconoce como fundador y coordinador del local de Thames y Gorriti. “Este es un emprendimiento privado que está a nombre de mi hermano, aunque yo estoy consustanciado", dijo Gullo a LA NACION. "Pero no tiene que ver con la política ni con el partido. Es una apuesta más cultural que gastronómica, que además reafirma en lo temático el ideario nacional, popular, del peronismo”.
El bar a la izquierda
“Ofrecemos precios razonables, para que pueda venir cualquier trabajador”. La izquierda también está en el circuito gastronómico, aunque no sea a través de un dirigente en particular. León León es el bar y centro cultural del Partido Obrero, que funciona en un local de 150 metros repartidos en dos pisos. Además de actividades culturales, en Nicaragua 4432, Palermo Soho se realizan charlas con presencia de figuras nacionales, como Jorge Altamira.
Sus dueños, un grupo de militantes del Frente de Artistas del Partido Obrero, tienen experiencia en el rubro gastronómico. Este es su tercer local. El primero estaba en Barracas, después pasaron a Almagro y finalmente a Palermo. Con cada mudanza se agrandaron.
Hace dos semanas León León fue clausurado tras las quejas de un vecino por los ruidos. Deberían invertir un monto importante en un proceso de insonorización para volver a habilitarlo. “Estamos viendo la forma de salir adelante. Le exigiremos al Estado una solución. El desarrollo de la cultura de la Ciudad le corresponde al gobierno de la Ciudad”, dice Andrés, uno de los dueños.
Y remarcó que ninguno de los titulares ni colaboradores cobra: “Lo sostenemos económicamente con la barra, los aportes de los vecinos y de los artistas que se presentan. Pero no somos un boliche. No hay un beneficio económico”.
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