ARA San Juan: hubo reporte de fallas, pero el buque siguió navegando
A lo largo de un año, los expertos manejaron múltiples explicaciones; los problemas detectados en julio
La desaparición del submarino ARA San Juan no solo motivó un proceso de búsqueda y cooperación internacional de una magnitud sin precedentes para el país. También desató una serie de investigaciones que, en busca de hipótesis para explicar la tragedia, indagaron en la reparación de media vida del submarino, desmenuzaron los informes sobre los desperfectos de los meses previos al naufragio y analizaron, una y otra vez, las últimas comunicaciones del buque.
Lejos estuvo de ser un proceso ordenado: las denuncias, sumarios internos e informes que circularon por la Armada, el juzgado federal de Caleta Olivia, la Comisión Bicameral del Congreso y los medios muchas veces entraron en abierto conflicto. Con los familiares y la sociedad como expectadores.
La última pieza de ese rompecabeza es el informe elaborado por la comisión investigadora del Ministerio de Defensa, encargada a los contraalmirantes Adolfo Trama (RE) y Alejandro Kenny y el capitán de navío Jorge Bergallo (RE), padre de Jorge Ignacio Bergallo, uno de los tripulantes.
Ese estudio, que según afirmó ayer el ministro Oscar Aguad iba a presentarse formalmente en los próximos días, busca echar luz sobre las últimas horas del ARA San Juan y las hipótesis más plausibles para explicar la tragedia.
Parte de las conclusiones trascendieron días atrás y apuntaban a la falla de una válvula de ventilación de las baterías de proa, llamada "Eco 19", que se conecta con el snorkel del submarino y durante la navegación tiene que estar cerrada.
Según reveló el diario Clarín, Trama, Kenny y Bergallo analizaban la posibilidad de que, en medio de la tormenta que azotó al submarino el 14 de noviembre de 2017, una falla de esa válvula hubiera permitido el ingreso de agua sobre las baterías de proa del buque, generando un cortocircuito que, a su vez, podría haber hecho explotar el hidrógeno acumulado en la nave por el funcionamiento de las baterías (y que debe liberarse a través del mismo snorkel).
En abril de este año, LA NACION reveló un borrador del informe de los marinos donde se trazaba una hipótesis sobre las horas finales de los 44 tripulantes del ARA San Juan, tras la comunicación en la que reportaron un "ingreso de agua de mar por sistema de ventilación al tanque de baterías N°3", que "ocasionó cortocircuito y principio de incendio en el balcón de barras de baterías".
El incendio obligó a que el ARA San Juan saliera a superficie, de noche, y en medio de una tormenta. Controlar ese incidente, sacar el humo y el hidrógeno podría haber llevado horas, en la oscuridad y con clima hostil. Según el reporte, cuando se pudo controlar [aunque sea parcialmente] la situación, se decidió ir a inmersión con intención de navegar hacia Mar del Plata y seguir trabajando en las reparaciones.
Para los expertos, llegado este punto, la tripulación acumulaba desgaste "físico y psíquico" por haber estado en esa situación toda la noche. Eso no fue reportado en la última comunicación de las 8.52 del 15 de noviembre.
A partir de allí, en algún momento se habría reavivado el incendio o desatado uno nuevo. Otra vez a oscuras y ahora con la tripulación cansada, una nueva explosión podría haber generado descontrol. Ante esa situación, se perdió o se vio afectado el "sistema de gobierno" de la embarcación, que se habría ido hasta el fondo.
Según la comisión, la explosión que se detectó, en realidad fue una implosión y el abollamiento del casco por la presión del agua. Eso es lo que se pudo chequear a través del la Organización del Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares (CTBTO, por sus siglas en inglés).
Tanto en ese informe como en la exposición de los expertos ante el Congreso se descartaron "completamente" otras hipótesis sobre el naufragio (el choque de un barco en superficie o un ataque proveniente de un barco u otro submarino), pero también las fallas denunciadas en otros documentos de las propias Fuerzas Armadas.
Las once fallas de julio de 2017
En febrero de este año, LA NACION reveló que el comandante del ARA San Juan, capitán de fragata Pedro Martín Fernández, había registrado una serie de fallas durante la navegación que se realizó entre el 1° y 19 de julio de 2017. Los desperfectos fueron comunicados a la Fuerza de Submarinos, a cargo del capitán de navío Claudio Javier Villamide, quien ratificó que fueron subsanados durante una revisión en el Arsenal Naval Mar del Plata.
Se detectó un defecto en la óptica del periscopio de ataque, el único que estaba en servicio en el momento de zarpar. Ese problema impedía hacer foco y tomar fotografías con una cámara digital, por lo que se pasó a registrar imágenes con un teléfono celular. En noviembre, el buque zarpó con ambos periscopios en servicio.
También hubo fallas en el acoplador Nº 1 de HF y, días después, en el Nº 2. Debió recurrir al acoplador de repuesto, que pertenecía al ARA Santa Cruz y presentaba limitaciones. En noviembre de 2017, el sistema de comunicaciones fue calificado como "óptimo".
En julio se detectó un ruido permanente en la línea de eje entre 65 y 85 rpm, que no implicaba "necesariamente" riesgos para la seguridad. También falló el sistema de propulsión N°2, no así en agosto y noviembre posteriores.
Entre el 6 y el 7 de julio de 2017 se produjo el ingreso de agua de mar a través del snorkel al ventilador de batería de proa. Se informó que se logró "sacar la totalidad del agua y se navegó a plano profundo para ingresar al tanque de baterías y verificar el estado del mismo".
Es el mismo procedimiento que se iba a realizar cuando el submarino comunicó el 15 de noviembre el ingreso de agua de mar por el sistema de ventilación. Villamide precisó que en los días posteriores a este incidente de julio, el buque tuvo 29 días de navegación, entre agosto y noviembre, por lo que la maniobra en cuestión se habría realizado unas 30 veces, sin novedades.
En julio se observó una disminución de los niveles de aceite hidráulico, que se producía por una falla en la válvula H-18, que fue reparada y modificada más tarde.
A comienzos de este año, durante la presentación del informe al Congreso del jefe de Gabinete, Marcos Peña, se conoció el documento completo, que incluía otras anomalías de diverso grado: falta de pirotecnia de emergencia, fallas en el generador N°2 y en el vástago del actuador plano de popa, en indicadores de drenaje y en varias válvulas. Según se consignó, fueron reparadas durante la navegación.
También se supo que el comandante del ARA San Juan, Fernández, recomendó realizar reparaciones en el primer semestre de 2018 para "corregir actuales averías existentes y evitar que se constituyan a futuro en limitaciones operativas serias".
"El submarino estaba en condiciones de navegar", señalaron tras analizar ese documento los expertos Trama, Kenny y Bergallo.
También descartaron la larga seguidilla de denuncias sobre deficiencias y actos de corrupción durante la reparación de media vida del submarino, iniciada en 2008 y que demandó siete años, en el Complejo Industrial y Naval Argentino (Cinar). Esas tareas, de todos modos, quedaron bajo evaluación de la jueza Marta Yáñez.
Desde el primer día de búsqueda, los investigadores plantearon un horizonte: que todas las hipótesis sostenidas o descartadas solo podrían alcanzar algún grado de certeza ante los restos del naufragio. Descubierto el ARA San Juan en la madrugada de ayer, esa fase apenas comienza.
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