Horas de silencio y especulaciones: recluido, Máximo Kirchner se rodeó de una atmósfera impenetrable
El líder de La Cámpora habló con Larroque y, tras la cumbre con los diputados oficialistas, no participaba de la sesión
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Máximo Kirchner se anticipó a la mayoría de los diputados del Frente de Todos y partió raudo de la reunión del bloque oficialista que se realizó al mediodía, antes de que comenzara la sesión por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En los pocos pasos que separan la oficina de la presidencia del bloque del despacho con la puerta N°344, donde se recluyó, el jefe de La Cámpora no dijo palabra sobre si bajaría o no al recinto. Solo reaccionó con una mueca ante la pregunta de LA NACION y se perdió dentro del despacho, en el tercer piso de la Cámara de Diputados.
El jefe de La Cámpora estuvo en el Congreso, se reunió temprano con el secretario general de la agrupación, Andrés “Cuervo” Larroque, fue parte de la reunión del bloque oficialista y bajó del tercer piso cuando sonaba el timbre que convocaba a la sesión. Pero, avanzada la sesión, no se había sentado en su banca de la Cámara baja y se desconocía incluso si estaba en el Congreso. En su entorno reinaba el hermetismo y, en el tercer piso de la Cámara, un celo extremo para preservar cualquier filtración de información.
Por la mañana, pasadas las 11, Larroque se retiró del Congreso. Bajó las escaleras rápidamente hacia la Avenida Rivadavia, después de reunirse con Kirchner. El ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense es secretario general de La Cámpora. La presencia de Máximo Kirchner era una incógnita en la previa de la sesión. Y los interrogantes a su alrededor se profundizaron durante la mañana y el comienzo de la tarde, con la sesión programada para las 14.
De camisa blanca, jean y zapatillas, el exjefe del bloque oficialista entró a la reunión de la bancada del Frente de Todos, a la que se sumaron cerca del mediodía los diputados que encabezaron las listas en la provincia y la ciudad de Buenos Aires, Victoria Tolosa Paz y Leandro Santoro. Periódicamente, diputados camporistas como el exconcejal de Tandil Rogelio Iparraguirre o el entrerriano Tomás Ledesma salían de la reunión para fumar en el pasillo del tercer piso y dialogar entre ellos.
Al anticiparse al resto de los diputados y salir de la reunión rumbo a su despacho, Kirchner no fue parte de los diálogos camporistas en el pasillo del tercer piso. Sí lo hicieron diputados como Ledesma, Cristina Brítez o Vanesa Siley. Con ellos habló el sucesor de Kirchner en la jefatura del bloque, Germán Martínez. Fue una charla informal, en la que abundaron las sonrisas.
Después de la reunión de bloque, los diputados del Frente de Todos de distintas vertientes confirmaban a LA NACION que toda la bancada bajaría al recinto. Los diputados de La Cámpora no adelantaban si bajarían y, menos aún, en qué sentido se pronunciarían a la hora de votar.
Con la chicharra que convoca a los diputados a la sesión sonando, a las 14.17, Máximo Kirchner salió del despacho en el que se recluyó tras la reunión de bloque, dobló a la derecha, junto a dos acompañantes, y tomó un ascensor pequeño que bajó un par de pisos. Sin embargo, no apareció en el recinto de la Cámara baja, ubicado en el primer piso, para el comienzo del debate legislativo del acuerdo con el FMI. Otros diputados de La Cámpora se dirigían a ocupar sus bancas.
Con la sesión en marcha, solo hubo lugar para especulaciones sobre el destino de Máximo Kirchner. Por la tarde, en el tercer piso, el celo era extremo para impedir el contacto de la prensa con alguna fuente allegada al diputado. “Seguramente vuelve”, era lo poco que se le escapaba a un colaborador consultado por LA NACION, pero sin confirmar dónde se encontraba el diputado, mientras avanzaba ya el debate y, afuera, los graves incidentes que este jueves terminaron con destrozos y corridas.
En la lista de oradores de la sesión, el nombre del jefe de La Cámpora no estaba anotado. Tampoco figuraba ninguno de los diputados de la agrupación juvenil kirchnerista en esa nómina de legisladores que deseaban hacer uso de la palabra. Los legisladores más cercanos a su postura que sí pidieron hablar en el recinto fueron Itai Hagman, Federico Fagioli y Natalia Zaracho, del Frente Patria Grande, referenciados con Juan Grabois.
El riguroso silencio y hermetismo de Kirchner y La Cámpora se mantenía al asomarse la medianoche del jueves. Solo quedaba aguardar que un sorpresivo discurso cortara esa atmósfera impenetrable que durante todo el día construyeron el hijo de Cristina Kirchner y su entorno.
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