Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof ya piensan rumbos separados para la "cuarentena escalonada"
La sociedad que lograron afianzar Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof, junto con el presidente Alberto Fernández, para luchar contra la pandemia se encamina hacia una prueba de fuego que servirá para testear su resistencia.La nueva fase de la cuarentena, a la que bautizaron como "escalonada", corre riesgo de desembocar en la primera crisis entre dos dirigentes que, ante un escenario desconocido, como fue la irrupción del coronavirus, lograron dejar de lado sus diferencias y coordinaron un trabajo común.
Pese a la buena sintonía, el jefe de Gobierno y el gobernador bonaerense proyectan futuros diferentes tras las dos semanas de prueba de la nueva fase que comenzó ayer en el área metropolitana. Es que mientras la Ciudad armó un protocolo pensado un futuro más cercano a la pospandemia, en la provincia las expectativas muestran un porvenir con mayores restricciones.
Rodríguez Larreta y Diego Santilli están convencidos de que la enfermedad está contenida en su distrito. Para eso trabajaron en una reapertura gradual de las actividades comerciales y recreativas a partir del lunes, que van desde la apertura de comercios y salidas deportivas hasta las salidas diarias para los niños. Se trata de "un plan integral de puesta en marcha de la ciudad", según lo que definió el jefe de gobierno porteño.
Kicillof, en tanto, mira los datos con "obsesión". Todas las noches analiza los números que le prepara el equipo de Salud de la provincia con el número de camas ocupadas, nuevos contagios y la tasa de letalidad. Sobre esa base, el mandatario bonaerense considera que no era el momento adecuado para abrir la cuarentena, pero la presión social, la crisis económica y la decisión de su vecino de ir hacia una fase más flexible terminaron por vencer su resistencia.
Incluso, según pudo saber LA NACION, en una videoconferencia con intendentes esta semana dejó en claro su posición: "Abro para volver a cerrar", les dijo el mandamás bonaerense.
La realidad social de la provincia, en particular de los 35 municipios del conurbano más afectados, puso en estado de alerta al equipo de Kicillof, que integran, entre otros, su jefe de Gabinete, Carlos Bianco; el ministro de Salud, Daniel Gollán, y el secretario de Salud, Nicolás Kreplak. Los efectos de la cuarentena estricta ya se notan: según fuentes oficiales, hay menor carga viral. Esto significa que menos personas ocupan camas en terapia intensiva.
Pero lejos de relajarse o preparase para una etapa superadora, con un pico de 3000 casos diarios –ese fue el número del viernes–, cerca de Kicillof dan como un hecho que el aumento de la circulación de gente en las calles se traducirá en un incremento de contagiados por coronavirus. Es por eso que los 10 primeros días serán claves.
"Estamos en el peor momento de la pandemia a nivel mundial. Tenemos que ser muy cautos y muy precavidos", reforzó en las últimas horas Bianco, quien también advirtió que "en cualquier momento podemos dar marcha atrás".
Abro para volver a cerrar
Los datos que se evaluarán para definir qué ocurrirá a partir del 2 de agosto son la ocupación de camas de terapia intensiva, número de contagios de coronavirus, la tasa de contagiosidad, la cantidad de personas fallecidas, el tiempo de duplicación de la enfermedad (que en CABA es de 32 días) y el índice de contagiosidad, el famoso número R.
La nueva línea de partida muestra realidades diferentes: mientras el número de contagios crece en la provincia (3002), en la Ciudad se estabilizó en los últimos días en un rango de 900 a 1000. La ocupación de Unidades de Terapia Intensiva bonaerenses es del 57% y en CABA está arriba del 60%. La letalidad en la provincia es de 1,67 y en la ciudad es de 1,90.
Un plan integral de puesta en marcha de la ciudad
En ese tiempo continuarán las medidas de control, sobre todo en los usuarios de transporte público, que será de uso exclusivo para los trabajadores esenciales. El último jueves, en la Casa Rosada, hubo una reunión para avanzar con la verificación de los permisos y así intentar dar de baja aquellos que no cumplan con los requisitos.
Con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, como anfitrión, estuvieron el ministro de Transporte, Mario Meoni, y la secretaria de Innovación Tecnológica, Micaela Sánchez Malcolm, con funcionarios porteños, entre ellos, el ministro coordinador, Felipe Miguel, y el secretario de Transporte, Juan José Méndez.
El objetivo es cruzar y fiscalizar datos. También avanzarán con un control sobre las tarjetas SUBE que se cargan en el sistema de permisos. Y, por último, el gobierno nacional y el porteño buscarán sumar presión sobre los automovilistas que ingresan todos los días a la Ciudad, con la verificación de las patentes.
El ensayo, que convirtió a Rodríguez Larreta y Kicillof en una sociedad impensada, entró en un nuevo estadio. El mensaje común, ahora se presenta con modelos de acción diferenciados. Así es la etapa que comienza con final abierto. Es que mientras Rodríguez Larreta pisó el acelerador para comenzar a desandar el camino de la cuarentena, Kicillof, por ahora, acompaña, aunque con su mano apoyada en el freno de mano.
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