Heinrich Schellenberg: “En Suiza también hay diferencias, pero buscamos más el consenso”
El diplomático apuesta al acuerdo de libre comercio del Mercosur con la EFTA y pide “trato igualitario” en el pago del Gobierno a sus acreedores en el FMI y el Club de París
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“Lo recuerdo muy bien, nos ganaron en el minuto 117″, sorprende Heinrich Schellenberg, haciendo gala de una memoria futbolística que se remonta a aquella derrota de su país con la Argentina de Lionel Messi en el mundial de 2014. Con funciones en el país desde hace tres años, y con un español fluido aprendido de su madre, el embajador suizo en el país se toma con filosofía las críticas de la ya exministra de seguridad, Sabina Frederic, fustigada por decir que “Suiza es más aburrida” que Argentina.
“Somos más estructurados y previsibles, por eso algunos pueden pensar que somos aburridos”, dice con sonrisa diplomática este trotamundos que pasó por China, México y Arabia Saudita, entre otros destinos. Sin abandonar los modos diplomáticos, Schellenberg pide “trato igualitario” en el pago de Argentina a sus acreedores externos y diferencia entre la grieta argentina y el sistema político de Suiza, “donde buscamos más el consenso”. Afirma que “este Gobierno es más proteccionista” que el de Cambiemos, pero asegura que aquí “hay disposición” para culminar el tratado de libre comercio con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés), que Suiza integra junto a otros seis países europeos.
–Pasó la polémica con la exministra Frederic… ¿Qué tan aburrido es vivir en Suiza?
–No soy del todo objetivo, pero Suiza es un país interesante, multicultural, con varios idiomas autóctonos, tenemos una diversidad cultural muy grande, con el 25% extranjera, una mezcla de culturas que lo hace muy interesante. Tenemos una cultura política sui generis y somos un país muy innovador, se crea y se desarrolla mucho, económicamente muy fuertes y competitivos. Todo eso hace de Suiza un país vibrante. El mayor logro es haber construido una convivencia pacífica entre todos sus integrantes.
–Contestaron con un simpático video de Roger Federer diciendo lo aburrida que es la vida allí… ¿Le molestó?
–La verdad es que no me molestó, cada cual puede finalmente opinar lo que quiera. Es verdad que mucha gente tiene esa idea, conociendo el país o sin conocerlo. El estilo de vida es distinto, muy estructurado y previsible, por eso puede ser percibido como aburrido.
–Aquí tenemos corrupción, inseguridad, inestabilidad política y económica. ¿Les gustaría venir a divertirse a los suizos?
–(Se ríe con ganas) En la Argentina hay 16.000 suizos, una comunidad importante, y los veo muy contentos aquí. La Argentina tiene muchos atractivos, un país con soft power, poder de atracción, por la diversidad geográfica, los paisajes. La hospitalidad del argentino a mí me parece fantástica.
–No se aburre…
–No me aburro en absoluto. Me encanta Buenos Aires, una ciudad hermosa con una oferta cultural enorme, la deportiva.
–Mencionó las diferencias en cultura política, aquí tenemos una grieta permanente hace años. ¿Existe algo similar? ¿Cómo zanjan sus diferencias?
–En Suiza también hay diferencias, pero tenemos una cultura más de consenso. En primer lugar, hay una fuerte descentralización del poder, con un sistema federal y cantones con muchas competencias. En segundo lugar, funciona la democracia semidirecta, el electorado interviene no solo al elegir representantes sino además en decisiones complejas, a través de la iniciativa popular con 100.000 firmas, o el referéndum para cuestionar una ley aprobada por el Parlamento.
-¿Y funciona? Aquí también hay, en los papeles, iniciativa popular…
–Sí, y es vinculante, votamos cada tres, cuatro meses, en temas como la adhesión a Naciones Unidas, el sufragio femenino (por eso tardamos tanto en aprobarlo), el IVA o el aumento de semanas de vacaciones. Se propuso pasar de 4 a 6 semanas las vacaciones anuales y se rechazó la iniciativa, porque se pensaba que económicamente no era viable.
–Si esa votación se hacía en Argentina, probablemente el resultado hubiera sido diferente…
-(Se ríe). El pueblo participa activamente. Por último, el gobierno suizo es un consejo de siete miembros, que representan cuatro partidos diferentes y a las tres distintas regiones. Hay un presidente protocolar, que no tiene más atribuciones que los demás miembros del consejo, tratamos de impedir la concentración del poder, incluir a todos los grupos.
–Suiza no forma parte de la UE pero tiene una relación privilegiada. ¿Qué debería hacer el Mercosur para lograr acuerdos con ese bloque?
–Nuestra relación con la UE es particular, estamos rodeados por ellos y tenemos 120 acuerdos con ellos, en materia económica somos prácticamente parte del mercado común. Es muy distinta a la situación del Mercosur, pero toda cooperación es positiva. Nosotros hemos rubricado un tratado de libre comercio con el Mercosur, creemos mucho en ese tipo de acuerdos y los tenemos con medio mundo, eso estructura y facilita las relaciones bilaterales, las facilita.
–Uruguay, por caso, está a favor de los acuerdos unilaterales, mientras Argentina cree que el bloque debe negociar en conjunto…
–Cada una de las posturas tiene ventajas y desventajas, cada país decide de acuerdo a sus intereses.
–¿Y cómo están las relaciones con Argentina?
–Han sido históricamente muy buenas, desde la segunda mitad del siglo XIX, con la gran inmigración suiza a la Argentina, entonces Suiza era un país pobre y la Argentina ofrecía perspectivas mucho mejores. Tenemos una presencia económica importante, con cerca de 80 empresas en la Argentina, con presencia de hasta 100 años, y somos el séptimo inversor del mundo aquí. Estamos tratando de potenciar esos vínculos con un tratado de libre comercio, que rubricamos como parte del EFTA en agosto de 2019. Desde entonces estamos trabajando en los textos. Con la pandemia todo se ha retrasado y complicado un poco. También hay aspectos políticos: Suiza es un país con una tradición librecambista muy fuerte, pero han surgido cuestionamientos internos por cuestiones ecológicas, que impidieron algunos acuerdos, y es posible que nuestro acuerdo con el Mercosur pase por lo mismo.
–¿Ve la misma predisposición en el gobierno argentino actual a avanzar con este tratado?
–En general, este Gobierno es más proteccionista que el anterior, pero los contactos que he tenido con el actual gobierno, al menos con la anterior cancillería, me demuestran que hay disposición para avanzar.
–Suiza es acreedora de la Argentina en el Club de París y el FMI. La Argentina hizo algunos pagos luego de una queja de Japón, ¿Ve voluntad o muchas diferencias internas?
–Se está negociando, o se ha negociado, mientras haya un proceso de negociación se está avanzando hacia un resultado, se está buscando la forma de resolver el asunto. Nos importa que se trate a todos los acreedores de la misma forma, pero yo creo que se está avanzando y todos tienen que poner de su parte.
–Algunos en el Gobierno piensan en no pagar, o al menos amenazan…
–La Argentina debe saber lo que tiene que hacer, nosotros como país acreedor esperamos que Argentina cumpla con los compromisos. Eso se negocia.
–En Argentina, el candidato Javier Milei afirma que habría que “quemar el Banco Central”. ¿Cómo se ven estas declaraciones desde un país con tradición bancaria?
–(Se ríe) El Banco Central en Suiza es una institución importantísima, el ancla de nuestra estabilidad, defiende nuestra moneda y lucha contra la inflación por sobre todo. Es independiente del Gobierno, no está sometido a los vaivenes políticos, es indispensable.
–No lo sacaría, entonces…
–El nuestro no, luego cada país sabe como se maneja.
–Hay muchos cuestionamientos a la política de derechos humanos de países como Venezuela, Nicaragua o Cuba, cercanos a Argentina. ¿Qué postura tiene Suiza sobre el tema?
–Estamos muy preocupados por la situación en países como Venezuela o Nicaragua, sólo hay que ver la inmigración desde Venezuela. Desde al menos 2016, la situación allí es sumamente insatisfactoria en términos de democracia, Estado de derecho, separación de poderes y derechos humanos. Suiza ha criticado en varias ocasiones a Venezuela en este sentido, y en 2018 se adoptaron las sanciones de la UE contra Venezuela en su totalidad. Hemos hecho llamados a las autoridades venezolanas para que garanticen en todo momento la seguridad y los derechos humanos de la población. La Constitución, las leyes y las obligaciones internacionales de Venezuela en el ámbito de los derechos humanos deben ser respetadas. Del mismo modo, saludamos los distintos esfuerzos internacionales de mediación, en particular los de Noruega.
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