Hartazgo y desconfianza: la relación entre el Presidente y Cristina Kirchner en su peor momento
No se ven hace más de 40 días y solo intercambiaron mensajes formales; el acuerdo con el FMI impulsó una reconfiguración en la relación interna; el enfrentamiento con La Cámpora en una semana clave para el futuro del Gobierno
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La relación entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner está terminada. Desconfianza y hartazgo es lo que se profesan en la intimidad, según recogió LA NACION de fuentes de ambas trincheras. Solo los une la voluntad política por sostener el acuerdo que suscribieron el 19 de mayo de 2019 hasta diciembre de 2023.
En la antesala de una semana decisiva -mañana comenzará el tratamiento del proyecto que contiene el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la Cámara de Senadores, territorio de la vicepresidenta- la escalada verbal de las últimas horas entre figuras del cristinismo y el albertismo dejó expuesta la fractura interna. El clima interno de máxima tensión, sin embargo, no alteró por ahora la hoja de ruta del proyecto que logró la aprobación en la Cámara de Diputados el viernes por la madrugada.
“Están todos exacerbados, todo está muy raro”, concedió uno de los integrantes de la organización que lidera Máximo Kirchner, a quien en algunos despachos de la Casa Rosada ya señalan como un opositor.
El último contacto entre Fernández y Cristina Kirchner fue el último jueves. Ese día, cuando vio por la televisión el ataque al Congreso, el Presidente le escribió un mensaje a la vicepresidenta y otro a su secretario privado. Después de eso no hubo más contacto. Antes, solo hubo algunos intercambios formales, como por ejemplo para el cumpleaños de la exmandataria, el 19 de febrero. Desde su regreso de la gira por Rusia y China, hace 40 días, que no se ven personalmente.
La aventura que comenzó cuando la expresidenta anunció que él sería quien encabece la fórmula presidencial fracasó, según admitieron funcionarios y dirigentes cercanos al jefe del Estado y la vicepresidenta. La coalición de gobierno, que funcionó hasta el momento como un loteo por terminales de poder, se transformó en una trampa para la gestión diaria de la administración. Las diferencias en temas centrales, como el acuerdo con el FMI o la política energética, son insalvables.
Pese a los ruidos internos, la unidad podría mantenerse hasta el final del mandato, momento en el que la coalición se reconfigurará y volverá a un viejo apotegma peronista: el que gana conduce el que pierde acompaña. Las PASO, que adelantó el Presidente a fin del año pasado, serán clave para sostener el acuerdo dentro del oficialismo.
Entre los más optimistas, solo un puñado en cada trinchera, aún consideran que la relación se puede ordenar. Pero eso depende con exclusividad de Cristina Kirchner y Alberto Fernández. “Siempre hay un atajo que es su relación personal. Pueden hablar en cualquier momento y saldan cualquier diferencia. Así lo hicieron antes, puedo pasar lo mismo”, dijo uno de los integrantes del gabinete más cercano al mandatario.
El quiebre con La Cámpora
Si la relación entre el Presidente y la vicepresidenta está un punto de no retorno, con La Cámpora sucede lo mismo. Pero al hartazgo y desconfianza se suma bronca. Desde los principales despachos de Balcarce 50 y la agrupación que lidera Máximo Kirchner solo hay comentarios despectivos para sus socios.
“El debate en Diputados de la última semana expuso una diferencia que ya existía en el Frente de Todos, entre quienes actúan según la responsabilidad de gestión y quienes actúan según la defensa de sus convicciones. La Cámpora es una expresión dentro del frente, demostró que no es hegemónica, ni mayoritaria. Se enredaron en pasión y nostalgia. Sin pragmatismo, no hay posibilidad de poner al país de pie”, lanzaron desde el albertismo.
El primero en exponer públicamente el malestar fue Andrés “El Cuervo” Larroque, ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires, quien cuestionó a Alberto Fernández por no pronunciarse sobre el ataque que sufrió la expresidenta.
“Aturden el silencio y la parsimonia del Gobierno frente al ataque al despacho de la vicepresidenta”, escribió el secretario general de La Cámpora, dirigente cercano a Máximo Kirchner, a quien cerca del jefe del Estado describieron como un “panelista”.
Las palabras de Larroque se multiplicaron en los grupos de WhastApp que comparten algunos ministros. Varios se ofrecieron para salir al cruce, pero para evitar que el enfrentamiento escale se resolvió que sean la portavoz Gabriela Cerruti y el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, los encargados de fijar la posición de la Casa Rosada en lo que se transformó en una guerra a cielo abierto.
“El presidente Alberto Fernández actuó de inmediato enviándole un mensaje a ella y a su secretario privado, preocupado por su integridad física, la de sus allegados y del personal que trabaja con ella. Al mismo tiempo, ordenó que el Ministerio de Seguridad, a cargo de Aníbal Fernández, investigue lo ocurrido buscando identificar a los autores de semejante vandalismo”, respondió Cerruti, la única funcionaria cercana al Presidente que trabaja por la reconciliación entre Fernández y Kirchner.
Hasta sorprendió el tono moderado de Aníbal Fernández. “Querido Cuervo, ‘te aturde el silencio y la parsimonia’ del gobierno ante el ataque a oficinas de Cristina, pero ¿sabes una cosa? No es así. Tantos años he pasado al lado de Cristina y Néstor que los asumo como familia. Lo he dicho y guardo mis expresiones de afecto que solo expreso con el cuidado de lo privado. He trabajado en todo lo que fue pedido: duro o no tanto, estando de acuerdo o no. Y siempre estaré”, manifestó el ministro, lejos de su estilo confrontativo y ácido.
La relación con La Cámpora está partida desde la renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque de Frente de Todos. A eso se sumó el voto en contra del acuerdo con el FMI del hijo de la vicepresidenta. Ese gesto fue un golpe para Alberto Fernández.
El Presidente utilizó Twitter para dejar asentado su enojo. “De algo no tengo dudas: si Néstor Kirchner estuviera vivo y fuera diputado, anoche habría votado sí”, escribió el periodista Bruno Bimbi tras el rechazo del líder de La Cámpora a la iniciativa; Fernández retuiteó la cita, gesto que despertó un fuerte repudio de los camporistas.
En esta instancia solo se salva la relación con el ministro del Interior, Wado de Pedro. Aunque si bien recompusieron el vínculo tras la renuncia posPASO, el Presidente también tiene claro que, a la hora de elegir, De Pedro no presenta matices, es un soldado de Cristina Kirchner.
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