Hackeado hace casi un mes, el Senado todavía intenta recuperar su funcionamiento normal
Los ciberdelicuentes encriptaron casi toda la información de los servidores de la Cámara alta y pidieron un rescate; cientos de computadoras quedaron inutilizadas y hay documentos aún no recuperados
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Hace casi un mes que el Senado trata de recuperar la normalidad en su funcionamiento, luego de que el pasado 12 de enero un ataque informático dejó a la Cámara en medio de un caos. La intrusión es de las denominadas “ransomware”, que implica el secuestro de toda la información mediante su encriptación y la exigencia de dinero a cambio de la clave que permita recuperarla.
En este caso, los ciberdelincuentes reclamaron un rescate a las autoridades del Senado, que preside Cristina Kirchner, a cambio de devolver el acceso a la información. Fuentes de la vicepresidencia informaron a LA NACION que no se llegó a conocer el monto o la moneda exigida por los hackers porque nunca se dio pie a una negociación.
El incidente fue denunciado ante la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (Ufeci), a cargo de Horacio Azzolín. La causa, por el momento, no ha arrojado novedades.
La magnitud del daño es todavía una incógnita, pero las consecuencias están a la vista. Cientos de computadoras, en su mayoría con sistemas operativos vetustos, quedaron inutilizadas, y la cantidad de información que los especialistas informáticos de la Cámara alta intentan recuperar es enorme.
No obstante, desde la presidencia de la Cámara se aseguró que se está recuperando la normalidad y que la información legislativa y administrativa ha sido recuperada en las primeras dos semanas después del ataque. Señalan, como ejemplo, que los empleados de la Cámara pudieron cobrar sus sueldos de enero en tiempo y forma. Sin embargo, algunas versiones hablan de que el proceso de vuelta a la normalidad definitiva podría demandar un par de meses más.
El ataque afectó el funcionamiento en varios niveles. Por ejemplo, la mayoría de los procesos administrativos en curso, desde compras y licitaciones hasta el personal contratado, quedaron bloqueados.
La información perdida
También se afectó la información parlamentaria de la cámara, tanto la pública -aquella a la que se podía acceder desde la página web del Senado-, como la que hace a la vida interna del cuerpo; por ejemplo, los trámites legislativos de los proyectos presentados. Gran cantidad no tenía respaldo en soporte físico, léase papel, que permitiera su rápida reconstrucción.
Solo por citar un ejemplo, en este momento, es imposible acceder a las versiones taquigráficas de las reuniones de comisión celebradas en los últimos años. Cientos de horas de debate parlamentario permanecen inaccesibles. Cuando se las quiere consultar, el internauta se encuentra con el mensaje “error 404: página web no encontrada. La página a la que intenta acceder no existe o no está disponible en nuestro servidor”.
Las dificultades que el ataque generó en la vida interna cotidiana del Senado están a la vista. Las cuentas de mail de senadores y empleados quedaron inaccesibles, aunque la mayoría ya están recuperadas. Además, desde que se declaró la emergencia, los empleados tuvieron que recurrir a un engorroso procedimiento para poder acceder a sus computadoras, debiendo comunicarse con personal de informática para que les habilite una contraseña que les permita ingresar a sus máquinas de manera remota.
El ciberataque también dejó al descubierto la obsolescencia del equipamiento informático de la Cámara alta. Todas las computadoras que funcionaban con sistemas operativos viejos, con versiones de Windows XP y 7, quedaron inutilizadas por política de seguridad informática y deberán ser reemplazadas. Eran una importante mayoría.
Por esta razón, el Senado debió reemplazar de urgencia unas 500 máquinas con equipos que habían sido adquiridos el año pasado en el marco de un proceso de renovación. Como efecto del recambio se pueden ver en las veredas del anexo de la Cámara alta las cajas apiladas de las computadoras estrenadas en los últimos días, lo que hizo las delicias de los cartoneros que merodean por la zona del Congreso.
No obstante, la cifra es insuficiente para reemplazar el equipamiento existente en el momento del ciberataque. Fuentes oficiales estimaron que se necesitarían unas 200 unidades más para terminar con la renovación.
Ola de ataques
El Senado no fue la única víctima de ataques cibernéticos. Ayer se conoció que la Justicia de Chaco también fue víctima de una infiltración en sus sistemas y del pedido de un rescate para devolver el acceso a sus sistemas. Esto obligó al Superior Tribunal de la provincia a suspender términos procesales y audiencias.
El año pasado, fue al Registro Nacional de las Personas (Renaper) el afectado por una intrusión como estas. En ese caso, una base de datos con información de ciudadanos argentinos fue filtrada y ofrecida a la venta en la web.
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