Hace falta un gabinete genuinamente federal
En los debates presidenciales previos a las recientes elecciones, me sorprendió constatar que los seis candidatos que debatían eran del cono metropolitano. Y los dos principales, porteños. El gabinete de Mauricio Macri fue monocordemente porteño, salvo rarísimas excepciones. Los equipos técnicos que secundan y secundaron al presidente electo no le van en saga. Y si se tiene una mirada más de largo plazo, en el área en la que me he desempeñado profesionalmente, tanto en el sector público, como en el privado, la educación y las ciencias y las tecnologías, la proporción de porteños y bonaerenses que las han conducido, es abrumadora, y ello se ha acrecentado muy fuertemente a partir de la década del ’50 del siglo XX.
Siguiendo el exhaustivo trabajo de la Investigadora de Conicet-UNLP, doctora Laura Graciela Rodríguez, sobre los perfiles profesionales de los ministros de Educación argentinos entre 1854 y 2015, se concluye que, de los 94 que ejercimos el cargo, el 70% fueron oriundos de la Pampa Húmeda (66) y sólo el 30% nacimos y vivimos en el interior de la Argentina. Si afinamos la observación, encontramos que casi la mitad nacieron en CABA y Buenos Aires, el 22 % en el resto de la Pampa húmeda y el 30% en el resto del país. Pero lo más descriptivo de la pendiente de carácter unitario que caracterizó al más de un siglo y medio de políticas educativas es la evolución de las designaciones en el cargo. Mientras que en el período 1854-1949 el 63% provenían de la región pampeana y el 37% del resto, en el período 1949-1983, el 86% fue de la zona central y apenas el 14%, de tierra adentro. Durante todo el período democrático iniciado en 1983, en el que ejercimos 16 funcionarios en el área educativa, vinieron de la Pampa Húmeda el 75% y del interior del país apenas el 25%. Lo más llamativo es que, mientras en los primeros 95 años sólo el 34% había nacido en CABA o provincia de Buenos Aires (19 ministros de 56), en los 34 años siguientes fueron bonaerenses o portuarios el 68% (15 de 22) y durante los 32 años de democracia el 69% (11 de 16) nacieron en la Capital o la provincia. Naturalmente que no tiene nada de malo en sí mismo haber nacido en la zona más rica de la Argentina, pero es indudable que las miradas sesgadas por el entorno cultural, económico, social y político del que provienen los dirigentes, los condiciona a la hora de tomar decisiones integradoras, como necesitan un país, y su sociedad, cada vez más fragmentados.
Resulta causa y consecuencia de esa realidad, que en el presupuesto 2020 elevado al Congreso, más del 65% de los recursos se concentren en las 35 universidades nacionales radicadas en la Pampa Húmeda, mientras las otras 22 de tierra adentro, apenas recibamos poco menos del 35%. Y en ciencias y tecnologías, en las recientes jornadas federales que organizamos en nuestra Universidad Nacional del Chaco Austral, el presidente del Conicet, doctor Miguel Ángel Laborde, nos informó que el 78% de los Investigadores activos del organismo viven y trabajan en las cuatro jurisdicciones de la región pampeana, mientras las otras 19 provincias, apenas cobijan al restante 22% de científicos. Parecidas proporciones se advierte en la distribución de las becas para ingresar a la carrera del investigador científico y de los institutos propios del Conicet o de doble dependencia y con la oferta de doctorados.
No puede sorprender, por lo tanto, el funcionamiento del círculo vicioso de la pobreza y de la centralización de la Argentina, por el cual los recursos humanos más valiosos emigran y se concentran en la Pampa Húmeda; la mayor y mejor parte de la escasa inversión que se radica en el país lo hace en la región central y crecen la pobreza, desertización rural y el empleo público provincial y municipal en todo el interior argentino y en los cordones más marginales de las grandes urbes del GBA y un pequeño puñado de ciudades.
Los gobernadores, en general, en su relación con el Poder Ejecutivo Nacional, se ven obligados a privilegiar la negociación sobre los recursos corrientes que les permitan administrar sus jurisdicciones (pagar sueldos y jubilaciones y pensiones que habitualmente les insumen largamente arriba del 85% de sus presupuestos) y los necesarios para desenvolver las precarias infraestructuras logísticas y de comunicaciones, relegando la discusión con el presidente sobre las políticas en las áreas estratégicas que hacen al desarrollo e integración de la sociedad nacional(industria, agro, educación, ciencia y técnica, salud, trabajo, etc.). Esto hace que los presidentes que, en general, son especialistas en generalidades, terminen delegando la fijación de las políticas de ésas áreas en especialistas de las diferentes temáticas, de las cuáles, a la postre, las distintas regiones terminan siendo receptoras de órdenes, políticas, instrucciones.
La formidable concentración de riquezas, patrimonio cultural, servicios, profesionales, medios de comunicación, capacidad de financiación, empleo de calidad y cualquier otro indicador, que se ha operado en más de 200 años de historia en torno de la sede de la administración nacional, hace que a la hora de seleccionar los recursos humanos que gestionan los destinos de todos, las miradas sesgadas se sigan acentuando, profundizando y acelerando aquél círculo vicioso que, a la postre, condena a todos , pues las clases medias y altas beneficiarias del modelo histórico que generó ese círculo se ven obligadas, cada vez más, a vivir en verdaderos ghettos ante el auge de conductas disvaliosas multiplicadas por la pobreza.
Es un motivo de esperanza que el presidente que está por asumir haya dicho "soy el más federal de los porteños". Serlo exige una mirada distinta de la realidad. Empezarla a revertir, sólo será posible desde la selección de los responsables de ejecutar sus políticas para que ellas sean genuinamente descentralizadoras y sembradoras de prosperidad en la periferia. Así dejarán de existir periferia y centro, ciudadanos de primera y segunda, pobres cada vez más pobres y ricos cada vez más ricos.
Exministro de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, vicerrector de la Universidad Nacional del Chaco Austral -Uncaus
Manuel G. García Solá
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