Guerra de trolls: la disputa electoral en las redes sociales
Algunos son verdaderos profesionales de Twitter. Saben qué mensajes enviar y cuándo lanzarlos para generar el mayor impacto y propagación. Algunos lo hacen por convicción o afinidad con un candidato o partido. Otros, por dinero. Algunos tuitean con sus nombres y apellidos; otros se esconden detrás de un alias y cualquier imagen. Algunos actúan como lobos solitarios; otros lo hacen en manada, liderada en las sombras por algún jefe o empleador. Son los "trolls".
¿Qué son los trolls? Personas que recurren a Twitter, otras redes sociales, foros y plataformas digitales para atacar, criticar, amedrentar, acosar y más, siempre de manera "provocadora y despectiva", remarca Pablo Fernández, un periodista que bucea desde hace años en las nuevas tecnologías, sus bondades y zonas oscuras, y ahora es director de Innovación Editorial en Chequeado.
En tiempos electorales, los trolls son una herramienta más para captar la atención –y el voto- del electorado. Ya sea por la positiva, ensalzando a los candidatos propios y promoviendo temas o "hashtags" en el debate público, o por la negativa, defenestrando a los rivales, acallando voces y eclipsando asuntos que incomodan. Y esta es una realidad, tanto entre los trolls kirchneristas como entre los de Cambiemos.
"La principal diferencia que encuentro entre los [trolls] kirchneristas y los cambiemitas es que los primeros suelen tener una estructura más dispersa (más "punteros" digitales se podría decir) pero más verborrágica. Es decir, no sólo son más en cantidad sino que a la hora de promover alguna temática suelen publicar más veces", plantea el experto en redes, Fabio Baccaglioni. "La estructura de Cambiemos es distinta, no tienen programas de televisión para impulsar los ‘hashtags’. Los K usan C5N como disparador, los C utilizan consignas que bajan desde Whatsapp por orden y coordinación de alguien".
La investigadora del Conicet, Natalia Aruguete, añade otra diferencia sustancial. Mientras que las cuentas de referentes públicos e institucionales lideraron la conversación en Twitter de la comunidad virtual opositora durante los últimos eventos políticos, la estrategia del oficialismo fue la de "externalizar" la batalla discursiva, delegando en sus "trolls" la guerra de trincheras. "Los funcionarios no pelean; en esa vacancia, los trolls ganan en autoridad en la difusión de narrativas oficialistas", remarca. Por ejemplo, cuando se discutió en Twitter el tarifazo o la desaparición de Santiago Maldonado durante la campaña de 2017. "Ocho de las diez primeras ‘autoridades’ oficialistas de la red #Maldonado -es decir, las cuentas con más retuits-, eran cuentas anónimas".
En el caso de Baccaglioni, les sigue el rastro a los trolls desde hace tres años, período en que acumuló datos sobre unas 60.000 cuentas afines al kirchnerismo y 26.000 cuentas cercanas a Cambiemos, aunque el número real de cuentas activas es muy similar de ambos lados de la grieta: 12.000 en cada lado. Al analizarlas, halló rasgos sistémicos y singulares.
¿Rasgos sistémicos? "Durante la semana es fácil encontrar más actividad kirchnerista que del Pro porque son más obvios y directos", explicó. "El Pro suele manejar otros criterios a la hora de ‘trollear’, ya sea acción directa entre usuarios y usualmente menos hashtags".
¿Rasgos peculiares? Algunas cuentas de Twitter que con el paso de los años cambiaron de nombre, de rostro y hasta de género y filiación política. Lo que se dice, un cambio total. (LA NACION se reserva los nombres de todos los "trolls" analizados para esta nota para no potenciarlos).
"Ametralladoras" de Twitter
En el caso de los "trolls K", Baccaglioni analizó 53.582 publicaciones y detectó que apenas el 30% difundió contenido original, mientras que el resto fueron republicaciones (retuits) de ese material, con una decena de cuentas que superó los 300 retuiteos y una que orilló los 900. "Algunos usuarios casi no tienen tuits propios, es todo retuiteo, son ametralladoras de compartir mensajes", abundó. Más aún, "hay miles de usuarios que ni seguidores tienen", pero aportan al repiqueteo para que ciertos temas se conviertan en "tendencia" o "trending topic".
Sin embargo, Baccaglioni puso esa práctica de los "trolls K" en contexto al compararlos con la otra vereda: "Justamente es Cambiemos el que más utiliza las cuentas sin una sola publicación real, 100 por cientos ‘bots’ falsos, de poquísima calidad y prácticamente nula relevancia, más allá del numerito final".
¿Qué es un ‘bot’? Otra vez, Pablo Fernández: "Una cuenta en una red social (en general, Twitter) cuya generación de contenido es automatizada. Cuando actúan en conjunto se le suele decir ‘granja de bots’. Rara vez son influyentes, pero sí ayudan a generar ‘trending topics’ o producen "ruido" acerca de un tema".
En ese sentido, dos consultores electorales que pidieron mantener sus nombres en reserva porque trabajan en la actualidad para distintas campañas estimaron por separado ante la consulta de LA NACION que generar un "trending topic" en la Argentina es relativamente sencillo. Depende del momento y de la oportunidad, pero estimaron que se necesitan entre 800 y 1000 mensajes para encumbrar un tema de modo artificial.
¿Cómo suele moverse el kirchnerismo en Twitter? Según Baccaglioni, "prioriza el ataque y el tratar constantemente de instaurar ideas o temas que empañan a sus rivales". Así, analizó un corto período en que los "trolls K" promovieron diez "hashtags": siete fueron críticos de Mauricio Macri, María Eugenia Vidal o de Cambiemos, destinaron dos para elogiar a Axel Kicillof y el restante, en apoyo a Alberto Fernández, "lo que deja en claro dónde está puesto el foco de la campaña: la provincia de Buenos Aires".
¿Y los de Cambiemos? Prefieren repetir los mismos "hashtags", ya sea para "afianzar su posición y para ser buscados fácilmente entre sí", estimó Baccaglioni, aunque detectó que en los últimos días comenzaron a adoptar las mismas tácticas que sus rivales, con "hashtags puntuales", críticos de la expresidenta Cristina Fernández y del kirchnerismo en general, con mucho impulso desde las cuentas anónimas.
"Onanismo digital"
Unos y otros, eso sí, rara vez se comunican entre sí. Ni siquiera para desafiarse o discutir, como determinaron Aruguete y su colega Ernesto Calvo. Al analizar la "activación de narrativas en redes sociales", verificaron que los usuarios tienden a propagar los mensajes que coinciden con sus creencias y evitan exponerse y compartir contenidos que les generan "disonancia’"; es decir, que los perturba cognitiva e ideológicamente. Se ignoran o, incluso, se rehúyen.
El riesgo resulta evidente: de uno y otro lado de la grieta terminan por hablarse a ellos mismos. O, como lo plantean dos veteranos comunicadores, publicistas y estrategos de varias campañas electorales de Cambiemos y del Frente para la Victoria, Damián Coll y Ariel Carrel. "Hablar (postear) desde el fanatismo de y para fanáticos es onanismo digital y en los otros provoca rechazo", alertaron en su libro "¡En campaña! Manual de comunicación política en redes sociales".
¿Un último dato sobre los "trolls" de uno y otro lado? "El perfil elegido tiene que ver un poco con la impresión que cada agrupación quiere dar", dice Baccaglioni. "En el caso de ‘Juntos para el Cambio’, los perfiles falsos son señoras mayores, gente de familia, trabajadores de oficina. El perfil K usual es un militante trabajador que pelea por los derechos de alguna minoría. Ambos tratan de trasladar a sus perfiles falsos el perfil real que querrían capturar para la campaña".
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