Guerra en Ucrania: tensión, corrimientos y pases de factura en Cancillería por la posición de la Argentina frente a Rusia
La condena del Gobierno a Putin dejó descolocados a funcionarios que abogaban por afianzar ese vínculo; Tettamanti y Nicolini, dos de los golpeados por la posición que adoptó finalmente el Presidente
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La incesante y feroz ofensiva de Vladimir Putin sobre territorio ucraniano sigue retumbando en las paredes de Balcarce 50 y del Palacio San Martín. La magnitud de la invasión y su atroces secuelas sobre la población civil fueron atenuando las voces que aún defendían dentro del Gobierno los vínculos comerciales y políticos con el presidente ruso, a quien el presidente Alberto Fernández le ofreció la Argentina como “puerta de entrada” al continente hace poco más de un mes. De todos modos, las tensiones internas continúan y quienes desde el inicio defendieron esa relación han sido silenciados o discretamente apartados, en momentos en los que el vínculo con Estados Unidos -principal opositor a Putin- se fortalece al compás de los acuerdos con el FMI.
En la Cancillería se habla, por lo bajo, de la situación del vicecanciller Pablo Tettamanti, exembajador en Rusia y uno de los referentes diplomáticos de ese vínculo. “Se corrió. Y un poco lo corrieron”, afirma un dirigente albertista que conoce el ritmo del palacio y algunos sutiles mensajes y que sabe de algunos espacios que Tettamanti dejó de ocupar, justamente en estos días. Mientras el propio Tettamanti se excusaba a LA NACION de dar su postura sobre el asunto -adujo estar “con mucho trabajo”- cerca del canciller Santiago Cafiero negaron que la situación interna de su vice se hubiese modificado. “Es diplomático de carrera y vicecanciller. Y nadie cuestiona, ni en público ni en privado, la postura de la Argentina”, aseguran cerca de Cafiero.
Más allá de las desmentidas oficiales, fue notorio el cambio de discurso del Gobierno, que del primer y tibio comunicado sobre la guerra (cuya autoría adjudican a Tettamanti) pasó a “condenar” la “invasión” rusa en foros como el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, a tono con la actitud que, desde el principio, tomaron Washington, la Unión Europea y países del Mercosur como Paraguay, Chile y Uruguay. “Pablo, que conoce bien a Putin, advirtió sobre su vocación expansionista hace rato”, lo defendió otro colega del mundo diplomático oficialista. “Estaba de acuerdo con condenar la invasión. ¿Cómo explicamos Malvinas si no lo hacemos?”, completaba la fuente.
De todos modos, otro antiguo funcionario habla de un “pase de facturas” contra Tettamanti y otros funcionarios que alentaron el acercamiento con Putin y otros países como China y sus aliados regionales, Venezuela, Nicaragua y Cuba. Esta “serruchada de piso” incluiría el ascenso de Gustavo Martínez Pandiani, actual subsecretario de Asuntos Latinoamericanos y cercano a Sergio Massa, uno de los dirigentes de mejor sintonía con Estados Unidos dentro del Gobierno. Ex embajador en Barbados, Martínez Pandiani tiene en su haber tres décadas en la diplomacia, incluyendo Miami y Atlanta, en Estados Unidos.
Dentro del ala “pro Estados Unidos” del Gobierno hay quienes señalan, con parecido encono, a Cecilia Nicolini, la asesora presidencial a quien le adjudican haberle insistido al Presidente para que incluyera la bilateral con Putin en su agenda, a sabiendas de que el conflicto con Ucrania podría escalar, como sucedió tan solo unos días después. Nicolini, a quien se mencionaba para ocupar un destino diplomático, asumió días atrás como secretaria de Asuntos Climáticos, cerca del ministro Juan Cabandié.
Alineado en los foros internacionales en la condena a Rusia, el Gobierno y la Cancillería dejaron de hecho en un segundo plano al embajador en Rusia, Eduardo Zuaín, quien en diciembre había acompañado hasta la Casa Rosada a una delegación de empresarios del Fondo de Inversión de la Federación Rusa que se reunieron con el Presidente. Su silencio es parecido al bajo perfil del embajador en la OEA, Carlos Raimundi, siempre renuente a condenar violaciones a los derechos humanos en Venezuela o Nicaragua. “Si hay una veta nacionalista y autodefensiva en Rusia y uno avanza en sanciones, lo que termina probablemente haciendo es colaborar a que haya mayor tensión y no distensión. Esa es una lógica que ha seguido la Argentina en todos los casos”, dijo Raimundi días atrás a radio AM990, a tono con la postura de Cafiero, pero sin hablar de la “invasión” rusa ni condenarla.
Otros referentes del espacio oficialista explicitan su molestia con el giro diplomático argentino de manera explícita. El exdiputado kirchnerista y dirigente del espacio Puebla José Cruz Campagnoli dijo a LA NACION: “Todos estamos a favor de la paz y del diálogo. La posición que asumió Cancillería pone el acento en la responsabilidad de Rusia y soslaya el papel de Estados Unidos y la OTAN, que estimularon el expansionismo militarista hasta las fronteras rusas. Me parece una posición sesgada, para sintonizar con Washington. El acuerdo con el FMI aparece como telón de fondo”.
Con todo, las posturas que destacan la “responsabilidad de Estados Unidos y la OTAN” en el conflicto desatado por Putin han pasado a ser minoritarias en el Gobierno. Mientras ponen énfasis en la salida de argentinos de Ucrania y la eventual recepción de refugiados ucranianos en el país, desde la Cancillería aseguran que hoy “nadie” acuerda con la “guerra preventiva” lanzada por el Kremlin de impredecibles consecuencias.
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