Gritos y susurros
Por Abel Posse Especial para lanacion.com
Se acerca la gran elección. Todos esperan que triunfe uno de los dos sectores enfrentados, pero no será tan claro. Somos el país de las indefiniciones. Veamos las posibilidades:
1) Kirchner apunta a un triunfo personal, aunque sea sólo político-formal. Imponerse con un resultado mayoritario para su candidatura le serviría para su supervivencia política. Sólo le preocupa su poder personal. Aunque el triunfo fuera sustancialmente falso frente a la consolidación de una oposición que obtendrá muy probablemente mayoría nacional parlamentaria. Kirchner explotaría su triunfo en una dimensión plebiscitaria. Se presentaría renovado, dispuesto a dominar la escena hasta el 2011. Aunque tenga el Congreso y el interior del país definido en su contra, se arrogaría un prestigio de invencibilidad. Frenaría el desbande de su clientela política aunque la caja esté exhausta. Confía que podrá vestir de triunfo aparente la derrota sustancial. Pero deberá vencer y no es fácil. Tiene datos que lo sacan de quicio. Lucha con desesperación contra lo inexorable: aunque logre el seudotriunfo provincial, su régimen está quebrado. El acto de la CGT K fue un fracaso a cien pesos por cabeza y corriendo el feriado.
Por eso, K anexa a la evitable Nacha Guevara y al inevitable Scioli. Inventa candidatos que invitan a que los voten, aunque le garantiza al elector que no van a ocupar el cargo que puedan conquistar. La Argentina da para todo. Es temible un país que se acostumbre al absurdo.
2) K intenta con entusiasmo el triunfo político-formal y brinda su cotidiana gritería suburbana y televisiva. Prometió una explosión nacional. No piensa que, de ocurrir, será el primero en la cola del Instituto del Quemado. Por otro novedoso dislate de K, de las elecciones surgirán dos voluntades nacionales: las de los elegidos que no podrían ocupar las bancas hasta diciembre, y los legisladores actuales, deslegitimados pero actuando hasta diciembre. La irritación política que causaría este engendro podrá tener consecuencias incalculables.
3) Pero Kirchner grita mientras que los líderes nuevos de la oposición solo susurran en los canales por cable. Toda una mayoría esperanzada los espera y clama su angustia. Están inmóviles, sentados seguros como esos payucas del cuento del tío que compraron el billete premiado y esperan tranquilos que les caiga el gordo de Navidad. Todavía no mostraron relevancia, fuerza, pasión convocante. Siguen siendo figuras solipsistas. Ni siquiera convocan a sus seguidores y siguen en desunión (más bien se entreacusan). Además Kirchner está usando el fondo de la caja y tiene algunos puntos netamente favorables como los jubilados y las mejoras habidas para el sector, además de la crisis internacional, que aconseja no mover mucho las cosas.
El hecho de no mejorar su atractivo electoral y asegurarse el triunfo provincial llevaría a Kirchner a retirar su candidatura y dejar correr a Scioli con la seudo Evita. También, en caso extremo, a suspender las elecciones. Los legisladores electos deberán asumir el día 10 de diciembre. Pero hasta marzo del 2010 el Congreso no tendrá en acción su fuerza opositora. Tendría seis meses seguros para sus maniobras. Mayo sería el mes final para definir el camino de nuevas alteraciones no imposibles para el desparpajo de K.
Si K es derrotado en su propósito, la Presidenta tendrá que asumir el ejecutivo y vivirá una dimensión de tragedia clásica: ser o no ser. Kirchner , sin poder político, pasaría a la categoría de mero intruso. ¿Podría la Presidenta ser y nombrar su gabinete, reunirse con el peronismo nacional y provincial, convocar al diálogo a todos los sectores políticos, empresariales, sindicales y crear un gobierno de verdadera respuesta ante la crisis nacional y mundial? Hoy parece inimaginable.
Es difícil además imaginar que la Presidenta pueda sostenerse hasta el 2011 sin una creación urgente, multisectorial y patriótica del Gobierno, que le devuelva al Estado los espacios usurpados y desequilibrados.
Es curioso que el resentimiento impida a los K ver que el buen camino sensato y republicano los salvaría también a ellos, no solo a esta sufrida Patria.
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