Kirchneristas vs. macristas: ¿se puede cerrar la grieta?
Politólogos, sociólogos y analistas opinan sobre la polarización y el objetivo del Gobierno de “unir” a los argentinos
“Antes era «ellos o nosotros». Eso se terminó. Ahora somos todos juntos”. No fue casual que Mauricio Macri ensayara días atrás su mensaje conciliador en el predio de la Sociedad Rural en Palermo. No lo escuchaba un público neutral. Le hablaba a un sector que fue protagonista de la conflictividad social de los últimos años. En su enfrentamiento con el campo, el kirchnerismo encontró la oportunidad para trazar una línea y forjar una estrategia de poder centrada en la confrontación. En ese choque se engendró la disputa contra el Grupo Clarín, luego el lema “patria o buitres”. Se abrió la grieta.
“Unir a los argentinos” es uno de los tres ambiciosos objetivos que Macri planteó el 10 de diciembre del año pasado cuando asumió su cargo. A ocho meses de su discurso inaugural ante el Congreso, la percepción de la brecha entre kirchneristas y antikirchneristas se mantiene vigente. Los despidos en la administración pública dispuestos por el Gobierno de Cambiemos en el amanecer de su gestión fueron calificados de “revanchismo” por dirigentes y militantes del Frente para la Victoria, mientras que la ex presidenta denunció una “persecución política” ante el avance de los jueces federales en las causas por corrupción que la involucran. Tampoco faltaron los escraches a ex funcionarios - Aníbal Fernández, Martín Sabbatella y Alberto Fernández - y las frases polémicas de ministros de la nueva administración - Alfonso Prat-Gay y la “grasa militante”- para fomentar la sensación de división social.
En ese marco, LA NACION consultó a sociólogos, politólogos y analistas sobre la “grieta”, las secuelas del estilo del kirchnerismo para gobernar, y el cortocircuito entre el mensaje de unidad de la Casa Rosada y su permanente confrontación con el FPV para reflexionar sobre el presente de la Argentina y dilucidar un futuro cercano.
¿La grieta existe o es una construcción mediática?
En el libro Cerrar la grieta, de los periodistas Edi Zunino y Carlos Russo, Macri deja en claro en una entrevista cuál es su visión sobre la brecha. Según el Presidente, “la grieta existe”, “es seria” y fue fomentada por el kirchnerismo. “El resentimiento es un elemento central. Vivían buscando un enemigo, alguien con quien confrontar”, dijo.
Roberto Gargarella, constitucionalista, sociólogo y profesor universitario, consideró que la brecha no se produjo en gran parte de la sociedad, sino en los sectores de poder. “Los datos con los que contamos nos dicen que las divisiones graves -rupturas de amistades o peleas familiares- han afectado a una porción relativamente pequeña de la población, mientras que para la gran mayoría ese tipo de discusiones no resultaban particularmente relevantes”, aseveró a LA NACION. “En todo caso, entiendo que la división más fuerte se produjo en sectores con cierto poder e influencia social, por lo que se hizo más visible, y por lo que también tendimos a sobredimensionarla”, afirmó.
En ese sentido, Marcelo Escolar, especialista en geografía política, sistemas electorales y federalismo, indicó a este medio que si se analizan las encuestas de las últimas décadas “el posicionamiento del electorado siempre estuvo cerca del centro y ligeramente tirado a la derecha”. “En las personas no existe la brecha y no ha existido nunca. Sí hay distintas posiciones, más a la izquierda o la derecha. Es un tema que tiene que ver más con lo mediático y comunicacional. Es cómo las personas ven a los otros, no donde ellos se ubican”, resaltó.
Escolar, director de la Maestría Análisis, Derecho y Gestión Electoral en la Universidad de San Martín, indicó que la grieta argentina no es un caso atípico en el mundo, sino que se inscribe en “una situación de progresiva polarización” en el resto de América latina. También mencionó como ejemplos de sociedades polarizadas a Estados Unidos y a varios países de Europa. Según la visión de Escolar, tanto en la Argentina como en el resto del mundo, los medios de comunicación y las redes sociales son los actores que generan la polarización. “Una de las características de los medios es representar ciertas posturas y hacer que las personas ubiquen a los que creen que están en una posición contraria más en el extremo de lo que en realidad están”, remarcó.
Las diferencias entre ambos lados son más estéticas que programáticas
Para el politólogo e investigador de la Universidad de Lisboa, Andrés Malamud, la denominada grieta existe en el país, pero “no delata distancia, sino profundidad”. “Las diferencias entre ambos lados son más estéticas que programáticas: los separa una profunda intolerancia que sale de las tripas y no de dos cosmovisiones incompatibles. De hecho, tanto los Kirchner como Macri son pragmáticos que gobiernan emparchando”, subrayó.
Alejandro Rozitchner es asesor de Macri y trabaja en el equipo de comunicación del Gobierno. Para el filósofo, “la grieta no es tan grande como se pretende” mostrar. “Los argentinos tienen más coincidencias que desacuerdos. Tal vez la grieta parece más grande de lo que es porque sucede sobre todo en un sector politizado que gusta de expresar sus visiones de manera explícita, mientras que los acuerdos son de otro orden, forman parte de la experiencia concreta de ser una sociedad”, aseguró a LA NACION.
El analista político Sergio Berensztein también cree que “la grieta está exagerada” y pidió “desdramatizar” su relevancia. “Aún en los sectores que forman parte de la grieta hay elementos que los unen. Hay valores muy fuertes de nuestra identidad que son una especie de capital social muy intenso y profundo que nos une a pesar de las diferencias, como el rechazo a la violencia y la idea de la Argentina como Nación”, aseveró.
La división más fuerte se produjo en sectores con cierto poder, por lo que tendimos a sobredimensionarla
Berensztein, además, coincidió en que es difícil encontrar en la actualidad ejemplos de sociedades en las que no haya grietas. Sin embargo, destacó una particularidad del caso argentino. “En el país se dio algo que no pasaba desde el primer peronismo: las diferencias fueron financiadas y estimuladas desde el poder. Esto sí es inusual”, dijo sobre las gestiones kirchneristas. “Venezuela y Cuba también son ejemplos de esto, pero en nuestro caso hubo una intención de dividir a la sociedad desde un gobierno que se apropió y utilizó los aparatos ideológicos del Estado y otras políticas públicas para financiar el conflicto”, ahondó Berensztein.
¿Se puede “unir a los argentinos”?
“Todo es posible juntos”. El mensaje de unidad de la Casa Rosada se repite en los discursos del Presidente y en las campañas de comunicación oficial. En paralelo, el Gobierno intensificó con el correr de los días su enfrentamiento retórico con el kirchnerismo. Además, la “pesada herencia” se convirtió en el eje principal de la argumentación oficial por la delicada situación económica; funcionarios y dirigentes de Cambiemos mostraron cierta falta de cintura política para emitir declaraciones públicas –Pedro Robledo se quejó de las frases de integrantes del Gobierno “que no contribuyen a cerrar la grieta”- y se replicaron las denuncias cruzadas entre Cambiemos y el FPV por los casos de corrupción y supuestas intimidaciones. En este contexto, ¿es posible “unir a los argentinos” o se trata de un simple eslogan de gestión? ¿El Gobierno busca polarizar con el FPV por una eventual conveniencia electoral, como sostuvo el gobernador de Santa Fe, el socialista Miguel Lifschitz? “Macri llegó a la presidencia también con el voto de los que odiaban al kirchnerismo desde lo más profundo de su ser. El eslogan fue ingenuidad o mentira, lo que no implica inefectividad -advirtió Malamud-. La grieta se cerraría si hubiera crecimiento económico y redistribución social. Caso contrario, subsistirá como herramienta de legitimación de ambos lados”.
La grieta se va a ir cerrando en la medida en que la sociedad vea concretarse los logros de la nueva administración
Desde su despacho en la Casa Rosada, Rozitchner se mostró confiado de que la estrategia oficial dará resultados: “La grieta se va a ir cerrando en la medida en que la sociedad vea concretarse los logros de la nueva administración y también como consecuencia de un gobierno que se basa en el diálogo y la unión y que no se interesa en la confrontación como vía para la producción de sentido”, apuntó. "La apertura al diálogo del Gobierno, su voluntad de responder a todas las cuestiones planteadas por el periodismo, su tendencia a trabajar en equipo junto con la oposición son pasos dados en la superación de la grieta”.
En cambio, Escolar marcó que ni Cambiemos ni el FPV intenten cerrar la grieta y están lejos de una postura que trate “buscar un equilibrio y bajar los ánimos”. “El Gobierno maneja ambas cosas: el discurso de no profundizar la brecha, pero en los hechos concretos la provoca. Desde el lado del kirchnerismo pasa lo mismo. Es probable que en el socialismo, Margarita Stolbizer o Sergio Massa haya una actitud de bajar el nivel de confrontación”, opinó.
Por su parte, Berensztein resaltó que con la excepción de algunos países como Turquía, Cuba o Venezuela “es raro” encontrar ejemplos de “gobiernos divisivos”. “La clave está en preguntarse qué hacen los países. En general, las peleas no son alimentadas desde el poder y los gobiernos tratan de unir, no de dividir. Excepto que la confrontación sea un mecanismo de acumulación de poder político”, opinó.
Si a la grieta la dejás de alimentar desde el Estado, no sé qué te queda
Respecto de la división social de la Argentina, el analista político añadió: “Si a la grieta la dejás de alimentar desde el Estado, no sé qué te queda. Un test interesante va a ser cuando dentro de un tiempo no haya nadie financiando el conflicto, quiero ver qué queda de esta división cuando no esté el Estado funcionando ideológicamente de forma intensa y expresa”.
En ese marco, Gargarella consideró que cerrar la grieta no depende de “una cuestión de voluntad o de la voluntad de una o unas pocas personas” e insistió con la idea de que “desde posiciones de poder se pueden alentar o desalentar las divisiones sociales”. “Ahora existe una diferencia estructural muy importante con el período anterior. Durante más de una década se utilizaron cuantiosos recursos estatales para, desde los medios públicos, oficiales y para-oficiales, motorizar las divisiones. Ahora esos recursos materiales se han retirado”, apuntó, y concluyó que "esto no quiere decir que el nuevo gobierno no esté interesado en usar los medios a su disposición a su favor, o que no lo haga, pero todavía, al menos, no se volvió a montar el tipo de estructura comunicacional que estuvo al servicio de la humillación del otro”.
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