Gira. El “desgobierno” argentino, eje de las dudas para los funcionarios y empresarios franceses
Hasta los observadores más optimistas sobre la situación económica local no dejan de señalar “el problema político” en la administración de Alberto Fernández y Cristina Kirchner
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PARÍS.– Detrás de la cordialidad y las buenas maneras, forjadas por siglos de diplomacia internacional, los responsables políticos y empresariales franceses son conscientes de que reciben este miércoles a un presidente argentino seriamente debilitado por las divisiones de su propio gobierno y a un ministro de Economía que “nadie sabe si podrá cumplir” sus propuestas para obtener una extensión del calendario de pagos al Club de París y al FMI.
“La inflación es galopante, la moneda no deja de devaluarse, las reservas del Banco Central no llegan a 3000 millones de dólares y cuatro de cada diez argentinos viven en la pobreza. El cuadro macroeconómico resulta muy alarmante y el país –que está al borde del default con el Club de París– no consigue llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), de quien es el principal deudor. Pero lo peor es esa sensación de desgobierno que ha sido señalada, incluso muy oficialmente, por el FMI. La pregunta que se impone, entonces, es ¿quién gobierna en Argentina?”, analiza en forma lapidaria una alta fuente del ministerio de Economía francés.
“En menos de 15 días, todas las propuestas del ministro Guzmán durante su viaje por Europa quedaron en suspenso”, agrega la misma fuente, según la cual las condiciones para llegar a un acuerdo con el Club de París, siguen siendo las mismas: “Los gobiernos europeos siempre están dispuestos a hacer un gesto en favor de Argentina. Pero es imprescindible que haya antes un acuerdo con el FMI. Ese aún no es el caso”, señala.
El acuerdo con el Club de París firmado en 2014 por el entonces ministro de economía, Axel Kicillof, era a cinco años de plazo por una deuda total de 9700 millones de dólares sin quita. Pero, además, contemplaba dos años suplementarios de gracia a una tasa mínima en caso de que la Argentina no estuviera en condiciones de cancelar todas las obligaciones en 2019. Ese plazo se cumple ahora y resta hacer frente a la última cuota. Pero, si bien el pago debe efectuarse a fin de mayo, el país tiene otros 60 días adicionales —hasta el 31 de julio— para ponerse al día y evitar el default. Si no se respetaran esas fechas, Argentina debería agregar al monto del vencimiento otros 2000 millones de dólares suplementarios.
Para los más optimistas, la situación de Argentina no parece tan catastrófica mirada en términos absolutos. Pero no hay quien deje de señalar “el problema político”.
“Aceptando la idea de que Argentina use las reservas del Banco Central para pagar el vencimiento de 2400 millones de dólares a fines de mayo con el Club de París, la situación política es tan confusa que uno se pregunta por qué el sector del gobierno que pretende que no se usen los derechos especiales de giro (DEG) provenientes del FMI para cancelar esa deuda, aceptaría que las reservas sean utilizadas con ese objetivo”, analiza un economista francés que trabaja en un banco privado.
“La verdad es que, en estas condiciones, la gira de Fernández se asemeja más bien a una gesticulación diplomática que a un viaje destinado a obtener resultados concretos”, agrega.
Para Adriana Meyer, economista del banco Bpifrance, “la Economía argentina se ha vuelto extremadamente compleja. Con cuatro cotizaciones diferentes para acceder al dólar, control de capitales y una situación social muy degradada, no existe ninguna confianza”.
“A pesar de un excedente corriente registrado el año pasado gracias a las exportaciones de soja, la reducción de las importaciones debido a la recesión y el control de capitales, el Banco Central no consigue reconstituir sus reservas pues también se esfuerza en sostener el peso, que perdió más de un tercio de su valor en 2020”, agrega.
Pero, para todos, la cuestión política es fundamental.
Alberto Fernández, asociado a la vicepresidenta Cristina Kirchner, quiere ganar tiempo en la perspectiva de las elecciones legislativas claves de mitad de mandato. El Presidente espera obtener la mayoría en el Congreso, señala Juan Carlos Díaz, especialista en el banco Societé Générale.
“Pero el calendario no ayuda a las negociaciones. Es difícil hacer campaña y, al mismo tiempo, lanzarse en un ajuste impuesto por el FMI”, analiza.
El sector empresario no es más optimista. En este caso, los empresarios franceses tienen una idea fija: que cesen los controles de capitales. En su anterior visita, el ministro de Economía, Martín Guzmán, ratificó la voluntad del gobierno de terminar con ese mecanismo.
“En el sector empresarial francés todos entienden que no sea tan fácil, que el país necesite antes estabilizar su macro y que, cuando se levantó ese control durante el gobierno anterior, nunca entraron las inversiones esperadas”, analiza un representante del gran sindicato patronal francés, el Medef. Recuerda, sin embargo, que en una economía globalizada el control de capitales es un obstáculo para la producción.
“Honestamente, en el siglo XXI, el control de capitales es un sistema exótico, una terapia del siglo pasado, de la década del 70, que en este momento es aplicada solo por países como Belarús, Tayikistán o Turkmenistán”, concluye con ironía.
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