Ginés González García resiste entre las "internitas" y los chispazos con la Casa Rosada
Ginés González García apuró un llamado entusiasta a Alberto Fernández. "¡Ya está! Nos podemos vacunar los dos el viernes en el Hospital Posadas", le propuso, luego de que la Anmat emitiera la recomendación para aplicar la Sputnik V en mayores de sesenta, el grupo que incluye al ministro, de 75 años, y al Presidente, de 61. El titular de la cartera sanitaria soñaba con una foto de impacto al lado del jefe de Estado, mientras circulaba la instantánea del ministro de salud bonaerense, Daniel Gollan -65- como el primer inoculado en esa franja etaria.
En la Casa Rosada no cayó bien que González García marcara los tiempos. El Presidente todavía no había decidido cuál era el momento ideal para inocularse. En su entorno debatían si era mejor que Fernández se aplicara la Sputnik V con alguna de las 300.000 vacunas que llegaron para el personal de salud, o si en cambio debía esperar al siguiente cargamento, destinado a la "vacunación masiva" de la población. A Fernández le preocupaba especialmente la composición de esa imagen. "No quiero que digan que le saqué una dosis a un enfermero", venía repitiendo a sus interlocutores, sumido en la disyuntiva entre "dar el ejemplo" y "ser un ciudadano sin privilegios".
Finalmente Fernández adelantó su vacunación para el jueves y lo hizo en secreto y con bajo perfil, evitando el show frente a las cámaras de televisión. González García estaba con él -se inocularon con el mismo frasco ampolla- pero no figuró ni en la foto ni en el video que difundió Presidencia. En Casa Rosada aseguran que "no fue intencional".
Las intrigas sobre la vacunación del Presidente fueron un capítulo más de una serie de desconfianzas, entredichos y chispazos entre la Casa Rosada y el edificio de los murales lumínicos de Eva Perón, donde está el Ministerio de Salud, según reconstruyó LA NACION de cinco protagonistas y testigos de esa trama.
Con un largo historial en la gestión pública, González García tiene inoculado el gen de la política y no exhibe ningún ánimo de dejar el cargo antes de tiempo. Todo lo contrario, quiere quedarse hasta el final. Su nombre suena fuerte para el recambio en los trazos en el aire que hay para renovar el gabinete, pero el ministro no pretende que esta pandemia sea el corolario de su carrera, sino la oportunidad para que la política se ocupe del sistema sanitario, con él a la cabeza.
Fernández valora la gestión de crisis que hizo su ministro. Pondera que no haya colapsado el sistema y que, a pesar de las negociaciones empantanadas, se haya asegurado la vacuna en medio de la puja global. Sabe, además, que González García tiene muñeca política para manejarse en el lobby de los laboratorios. En ese mundillo lo conocen todos. "Él está conforme con que haya sido el ministro de la pandemia", dijo alguien de trato directo con el Presidente. No quiso asegurar, sin embargo, qué pasará el día después del coronavirus.
Sin ánimos de soltar su silla, sin embargo, González García trabaja en el largo plazo: en su escritorio guarda una reforma para el sistema de salud. Sus propuestas no emanan de los papers del kirchnerismo, que apuntan a una mayor injerencia del Estado en el sistema. Los ejes que ya tiene por escrito González García hablan de eliminar gastos ineficientes en salud; de reducir en un 30% el universo de obras sociales (hoy son 290); y de modificar la cobertura del Programa Médico Obligatorio (PMO), que genera un rojo de aproximadamente $1500 millones mensuales a la caja de los sindicatos.
Cortocircuitos
Los cortocircuitos del Ministerio de Salud con la cúpula del Gobierno, son, sin embargo, cada vez más evidentes. En la Casa Rosada irritan lo que denominaron "internitas" de la cartera sanitaria, los "problemas de cartel" del ministro y sus laderos y, sobre todo, los errores de comunicación. A nadie le sorprendió que el martes, cuando González García convocó a una conferencia de prensa en el Posadas, su mensaje no fuera transmitido por los canales oficiales. Se anunció que el intercambio con la prensa sería junto al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, pero no era así: el ministro coordinador tenía en agenda su viaje a La Rioja y no lo acompañó.
La confusión en la comunicación se arrastra desde hace meses y muchos referentes del oficialismo lo notan y lo lamentan: en pandemia, comunicar es gestionar. Hay, debajo de la superficie, cuestiones de gestión más pesadas. Fernández, por caso, delegó en otros funcionarios las atribuciones para negociar la vacuna de Pfizer y la de fabricación china. De eso se están ocupando, sobre todo, la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti y la asesora presidencial, Cecilia Nicolini con la ayuda de la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra. Desde China también hace lo propio el flamante embajador, Sabino Vaca Narvaja.
Obsesionado por que nadie le haga sombra, González García cada vez disimula menos los celos que le tiene a Vizzotti. Es una situación que asombra a todos, porque la funcionaria tiene con el ministro una relación casi familiar. Es hija de Carlos Vizzotti, un entrañable amigo médico del ministro. Es más, algunos recuerdan que en 2019 González García llegó a proponer a la funcionaria para que encabece el ministerio, pero que luego "quiso ser él". Cultora del bajo perfil y considerada a sí misma una "funcionaria técnica", Vizzotti se consolidó como una pieza central del Gobierno.
El Presidente @alferdez recibió la primera dosis de la vacuna contra el COVID-19.Agradecemos al personal de salud que trabaja en la vacunación por el enorme esfuerzo que realizan día a día. Tenemos que seguir cuidándonos.Más información en https://t.co/r5L6cKlarupic.twitter.com/FmHqoyl2m5&— Santiago Cafiero (@SantiCafiero) January 21, 2021
El ministro ya neutralizó a su segunda en más de una oportunidad. No la dejó salir en programas prime time mientras estaba en Moscú, retrasó su rectificación luego de que ella hablara del doble de vacunados con una única dosis y no le permitió que recibiera el segundo cargamento con la Sputnik V, a pesar de que en la Casa Rosada hubieran preferido verla a ella en Ezeiza. González García envió en cambio al secretario de Calidad en Salud, Arnaldo Medina, con la intención de repartir el protagonismo y exhibir a Vizzotti como una secretaria más de su organigrama. Todos gestos que astillaron la relación.
"Ginés es celoso de todos", dijo a este medio alguien que tiene trato directo con González García. Esos roces, sin embargo, tuvieron consecuencias: Vizzotti no salió a explicar la vacunación en los medios tanto como el Gobierno hubiera querido para disipar dudas, a pesar de que es precisa en su mensaje y experta en la materia.
Un referente del oficialismo que sigue de cerca la trama política en el área de salud advirtió: "Si Ginés se va, la pregunta es quién viene ¿Vizzotti o (Daniel) Gollán?". Aludió así a los funcionarios desplazados y reemplazados por referentes del kirchnerismo.
González García hace caso omiso a los rumores. Por lo pronto, ya tiene pasajes para acompañar a Fernández a su misión a Chile la semana próxima (fue embajador allí). Según está programado, volará junto el canciller Felipe Solá, otro ministro que se saca chispas con la Casa Rosada.
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