Gils Carbó gana poder en un tribunal clave para definir casos por corrupción
Nombró a dos fiscales que asumirán más de la mitad de los casos ante la Cámara Federal
La decisión de la procuradora Alejandra Gils Carbó de poner en marcha nuevas fiscalías con suplentes modificará el escenario en una instancia clave para el destino de las causas por corrupción: la fiscalía ante la Cámara Federal porteña.
Hoy, el único funcionario a cargo de esa unidad es el fiscal general Germán Moldes, que siempre tuvo gran ascendencia sobre el resto de los fiscales del fuero y que se convirtió en un referente de la resistencia contra Gils Carbó en Comodoro Py. En muchos casos, Moldes es el único que tiene la llave para decidir si un expediente llega -o no- a revisión a la Cámara.
El último día hábil del año, Gils Carbó nombró a dos subrogantes para que se distribuyeran con Moldes las causas. Son dos hombres de su confianza: Miguel Palazzani, de Bahía Blanca, que viene de trabajar en derechos humanos y medioabiente, y Miguel Osorio, que era el fiscal de Comodoro Py más cercano al Gobierno. Con el kirchnerismo ascendió a fiscal ante los tribunales orales y ahora desembarcará en la Cámara como fiscal suplente.
Los cargos que ocuparán ellos dos fueron creados por un anexo de la ley de reforma del Código Procesal Penal. Esa reforma todavía no está operativa, pero Gils Carbó resolvió cubrir de inmediato los cargos. Como para eso se requieren fiscales designados por concurso, empezó los trámites para evaluar candidatos. Mientras tanto, nombró a subrogantes en esos puestos.
Las decisiones de la Cámara Federal porteña son de enorme trascendencia para el mundo de la política. Es el tribunal que revisa los fallos de los jueces federales de primera instancia que tienen a su cargo las principales causas de corrupción contra funcionarios. Cuando termine la feria, la Cámara deberá definir, entre otros asuntos, si confirma el procesamiento del vicepresidente Amado Boudou en el caso Ciccone.
Cuando un juez de primera instancia cierra un caso y sobresee a los acusados, es este tribunal quien puede reabrir las investigaciones. En esta instancia es clave el rol del fiscal de cámara. Si un juez cierra un caso y el fiscal de primera instancia apela, el fiscal de cámara es quien decide si mantiene o desiste ese recurso. Si desiste, el caso se cae.
Hay una excepción: es cuando hay un querellante (un particular damnificado por el hecho que se investiga). El querellante puede llegar por sí a la Cámara, pero en las causas por corrupción lo más habitual es que no haya querellante o que se trate de organismos que dependen del Poder Ejecutivo, como la AFIP o la Oficina Anticorrupción.
Y otra excepción más: en paralelo con los fiscales de Comodoro Py hay un fiscal de investigaciones administrativas. Desde el fallo Moreno, de la Corte Suprema, la Justicia debe darle intervención en todos los casos donde los fiscales se pronuncien por cerrar las causas. Hoy, ese fiscal es Sergio Rodríguez. Cómo se moverá es un misterio. Fue designado por la Presidenta, después de un concurso, hace menos de un mes.
Otro llave que tiene Moldes -y que ahora compartirá con Osorio y Palazzani- es la de la Casación. De Moldes depende recurrir o no las decisiones de la Cámara Federal que favorezcan a los acusados para que las revise la Cámara de Casación, el máximo tribunal penal.
Más forzado, pero también posible, sería que el fiscal de Cámara acompañara a la defensa en algún planteo de nulidad y el tribunal decidiera entonces cerrar el caso.
¿En qué casos intervendrán Osorio y Palazzani? Si Gils Carbó quiere, podrían intervenir de inmediato, incluso, en expedientes que ya están en trámite.
El artículo 34 del anexo que crea las nuevas fiscalías dice: "Facúltese al Procurador General de la Nación (...) a compensar la distribución de las causas existentes entre las Fiscalías". Como no lo impide, Gils Carbó podría disponer que se repartieran incluso causas en las que Moldes ya intervino, es decir, todos los expedientes de corrupción que hoy están en trámite. Los casos se repartirán "mediante un sorteo que garantice la distribución equitativa" entre los fiscales. También por sorteo serán asignadas todas las causas nuevas.
Un problema operativo es que, como las fiscalías hoy no existen, no tienen personal ni oficina. Sólo tienen fiscal. Pero eso ya está pensado. Un funcionario cercano a Gils Carbó dijo a LA NACION que podría destinarse a estas fiscalías a gente que ya trabaja en la Procuración; también, que tienen edificios disponibles y todo enero para organizarlos.
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