Gestos cómplices y catarsis en un asado para sellar el vínculo con los caciques provinciales
En clima distendido, los mandatarios plantearon sus demandas; Macri prometió respaldo
Mauricio Macri daba por terminado el almuerzo y se apuraba para la gran foto de familia cuando, desde una esquina de la mesa rectangular, Alicia Kirchner pidió la palabra: "Yo quería hablar". Por un segundo hubo miradas de alarma. Lo que siguió fue un rosario de quejas sobre la herencia recibida en Santa Cruz, cuna de su proyecto: adujo problemas para pagar sueldos y pidió por la continuidad de megaemprendimientos.
Ni siquiera en ese momento, cuando intervino la más incondicional a Cristina Kirchner, hubo tensión en la cumbre de la que participaron todos los gobernadores en la primera actividad que mantuvo el Presidente en la quinta de Olivos. Fue, antes que nada, una presentación y el debut de una relación de la que, desde ambos lados, quieren sacar rédito.
En el salón de convenciones, antes de que empezaran a circular empanadas, Macri les dio la bienvenida, agradeció la asistencia perfecta y les propuso trabajar en equipo. El asado acompañó la catarsis que hizo cada gobernador, en especial los urgidos de fondos. El Presidente escuchaba, asentía, hacía comentarios, pero no ofrecía respuestas. Se irá viendo.
No avanzó en definiciones económicas, sí comunicó que su metodología de trabajo incluye reuniones de gabinete en las provincias y quedó la opción de hacer encuentros conjuntos como el de ayer más adelante. Por su parte, la agenda de coyuntura se planteará con cada gobernador.
La expectativa del Gobierno estaba puesta en el bloque peronista. Uno de los primeros en hablar fue el salteño Juan Manuel Urtubey, que hace rato se diferencia del kirchnerismo. Llevó su paleta de temas: potenciar las economías regionales y los sectores productivos, y analizar la alternativa de un "fondo de convergencia" para provincias más pobres mientras se discute la distribución de los recursos coparticipables.
¿Qué opinión tienen en el PJ sobre una nueva ley de coparticipación? "Una mirada realista", dijo Urtubey a LA NACION. Traducido: no creen que salga en el corto plazo y prevén una salida política negociada para mejorar el reparto de la torta. Descartan que la vía judicial, como ocurrió con Santa Fe, Córdoba y San Luis, vaya a dar algún resultado.
El aire relajado invadió la comida. Macri y su escudería no podía estar más satisfecha. Eligió que lo acompañaran su vice, Gabriela Michetti; el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó.
"¿Lo puedo tutear?", preguntó Domingo Peppo, de Chaco, uno de los debutantes en la gobernación. De hecho, en el cambio de era también se renovó el plantel en las provincias: hay 14 mandatarios que estrenan su cargo. En tono pícaro, como para arrimar posiciones, el chaqueño siguió: "Tenemos dos coincidencias. Una, soy hincha de Boca. Y la otra, soy ingeniero".
Más allá de los guiños, dejó en claro que aguarda respaldo de Macri. "Nuestra provincia pudo desarrollarse con un importante apoyo que hizo el gobierno y esperamos que continúe", dijo, más tarde, Peppo a LA NACION. De hecho, varios mandatarios aseguraron que el Presidente mostró predisposición para discutir con ellos sobre el ambicioso Plan Belgrano y otros proyectos para el interior. "Queremos compatibilizar con ustedes", les abrió el juego.
Para los más veteranos, el gesto de recibirlos en masa fue un contraste con la era K, cuando había poco diálogo y las únicas juntadas eran para los actos oficiales. Allí, no perdieron la oportunidad de desgranar inquietudes. El pampeano Carlos Verna reclamó por convenios incumplidos de la Nación, la fueguina Rosana Bertone se refirió al peso de la caja jubilatoria, el chubutense Mario Das Neves pidió por obras de infraestructura, y el cordobés Schiaretti, por la política agroindustrial.
Macri enfatizó que la Casa Rosada tampoco debe ser como un "bombero" corriendo para apagar el fuego. Hasta puso como modelo de administración prolija a San Luis, pero el ejemplo duró poco. Alberto Rodríguez Saá levantó la mano para decir que también enfrentaba sobresaltos financieros, y despotricó contra su antecesor, Claudio Poggi, de su propio riñón, y un programa escolar que instrumentó y ahora se volvió un dolor de cabeza.
Alicia sólo intervino una vez. Fue una sorpresa su asistencia ya que el día anterior había avisado que no iría, información que ratificó Frigerio. Finalmente, fue una de las primeras en aparecer en Olivos.
La hora del café tuvo su chispazo. "Está feo", protestó Urtubey. El Presidente retrucó y le pidió que la próxima lo aporte él. El plan se cumplía cronometrado. Sólo faltaba tomar la imagen, al aire libre, de los 24 gobernadores dispuestos como un equipo de fútbol antes de salir a la cancha, un estilo bien Macri. Afuera era pura distensión. Monzó abrazando al histórico cacique Gildo Insfrán, que se reía a carcajadas; Schiaretti charlando con Horacio Rodríguez Larreta, y Macri caminando al lado del tucumano Juan Manzur. Una postal hasta hace poco impensada.
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