“Generación Gildo”: los jóvenes no tienen miedo y piden cambios en Formosa
Los menores de 25 años, que nacieron con Insfrán en el poder, protagonizaron las últimas protestas; fuerte contraste generacional
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FORMOSA (Enviado especial).– Los jóvenes se convirtieron en protagonistas indiscutidos de las protestas en Formosa. “Generación Gildo”, es el mote que se ganaron, a raíz de que muchos de ellos desde que nacieron no conocieron otro gobernador que Gildo Insfrán, en el poder desde 1995. Son miles de chicos que ya cumplieron la mayoría de edad, pueden votar y piden a gritos que haya cambios en esta provincia.
“Queremos cambios, queremos una Formosa libre y que se vaya de una vez por todas Gildo Insfrán, porque ya estuvo mucho tiempo en el poder y no permite que esta provincia pueda desarrollarse y generar más oportunidades para los jóvenes”, dijeron a coro tres integrantes de esta generación, en una charla con LA NACION en el centro de esta capital.
Agustín Rojas (20 años), terminó la secundaria y quiere ir a estudiar Derecho y Economía a la UBA cuando el Covid-19 se lo permita. Su amiga y coequiper de un programa de radio, Julieta González (26 años), es abogada y periodista. Dylan Kunz (19 años) empezó sus estudios de Agronomía en Corrientes hasta que la pandemia lo obligó a volver a su Formosa natal.
Dylan no se conocía con Agustín y Julieta hasta la protesta del viernes pasado, cuando Insfrán decretó el regreso de Formosa capital a la fase 1 por cuarta vez, y generó una de las manifestaciones más grandes contra sus políticas de las que se tenga memoria en estos 25 años en el poder.
Aquella tarde, los tres terminaron detenidos en distintas dependencias policiales, junto a otras 101 personas, casi todos chicos de la “Generación Gildo”. Al conversar con ellos, además del idealismo propio de la edad, surgen con claridad fuertes convicciones y un contraste con sus mayores. No toleran, por ejemplo, que la Policía no esté para cuidar a las personas sino para reprimir a quienes se manifiestan contra Insfrán.
En Formosa se percibe esa brecha generacional y la forma de pensar -y expresarse- distinta de los más jóvenes. Los mayores, que vieron cómo fue consolidándose a lo largo de 25 años el poder de Insfrán y la dependencia casi total del Estado para subsistir, tienen cuidado al expresar sus objeciones en voz alta.
“Queremos ser como una provincia normal”, dicen los tres, y afirman que Formosa tiene todo para ser como Mendoza o Córdoba. “Acá desde la escuela ya te adoctrinan, te dan una bolsa con útiles con la cara de Gildo Insfrán y a los maestros los obligan a adoctrinar, son los que menos ganan y no pueden elegir otra cosa”, dice Dylan.
“El viernes me agarraron entre dos efectivos de la policía antidisturbios, me querían tirar al suelo. Como no pudieron, me sacaron el celular porque no querían que filme, y después vino uno y me agarró del cuello, de la tráquea, muy fuerte. Me asusté porque pensé que podía quedar con lesiones”, explica y muestra las marcas que -una semana después- le dejaron las esposas.
Agustín habla más y tiene más perfil de futuro dirigente político. Junto a Julieta, militaron en Libertarios. “Pero nos alejamos para no dejar afuera a otros jóvenes que no quieren militar en ese partido pero quieren cambios tanto como nosotros”, explica. En la noche del miércoles fue una de las voces cantantes en la protesta, la séptima, donde los detenidos del viernes contaron la represión que sufrieron por parte de la policía.
Su padre era bancario hasta hace muy poco. Cuando lo despidieron, puso un emprendimiento de artículos de limpieza. Su madre es profesora de inglés. “Mis amigos me apoyan, pero es cierto que hay otros que por ahí tienen miedo, por el trabajo de sus padres”, señala. “Acá, el 70% de la gente depende del Estado provincial, y muchos tienen miedo de expresarse libremente”, explica Julieta.
Como casi todos los de su generación, son jóvenes que quieren para su provincia lo mismo que ven (Internet mediante) en otros lugares y tienen ganas de soñar con un futuro que no sea, únicamente, ubicarse en algún lugar del Estado provincial.
El bar donde se da la entrevista está tres cuadras de la Casa de Gobierno. Debería estar cerrado, pero el dueño de la franquicia, como otros, desafía las medidas sanitarias porque necesita trabajar. “Vendrán a multarnos, supongo”, explica. ¿Qué hacen? Ponen las mesas afuera y practican un “delivery mentiroso”, que va desde la cocina a las mesas.
LA NACIÓN habló con media docena de comerciantes y todos respondieron lo mismo. “Si nos tienen que multar, que lo hagan, pero no se animan a cerrarnos porque se puede armar”, explican. Muchos dicen que este desafío antes no se daba en esta provincia.
Miradas controladoras
La presencia de testigos silenciosos, que se sientan en el bar –sin pedir nada– durante la entrevista o se acercan al momento de las fotos, es una constante. “Acá hay una fuerte vigilancia, a ver qué decís o qué haces”, señalan los tres jóvenes. Agustín cuenta que cuando comenzaron las protestas, alguien los escrachó publicando sus domicilios.
Los tres enfrentan cargos por cinco delitos por la marcha del viernes pasado. A su vez, ellos también hicieron una denuncia ante el juez federal de Formosa Pablo Morán: apuntaron contra Insfrán, su jefe de policía y los agentes que dispararon balas de goma y reprimieron con bastones la protesta.
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