Frente a frente, Pontaquarto acusó a De la Rúa
Volvió a responsabilizarlo de los sobornos y dio nuevos detalles de las gestiones de esos días
Sentado en la última fila de los acusados, Mario Pontaquarto, "el arrepentido" en el caso de las coimas en el Senado, se secaba la frente, inquieto en su silla, cuando escuchó por fin al presidente del tribunal decir su nombre. Se paró. Caminó por al lado del resto de los imputados y se sentó en el banquillo frente a los jueces, a menos de dos metros de Fernando de la Rúa, el ex presidente a quien arrastró a este juicio con su confesión.
Durante más de cuatro horas, volvió a contar su versión sobre cómo se gestó y se instrumentó un soborno a senadores del PJ para que aprobaran una reforma laboral clave para la Alianza. "El error más grande que cometí en mi vida", dijo. Y en una nueva confesión, declaró: "Yo llevé una doble vida en ese momento. Tenía mi esposa y otra mujer". Fue la introducción para explicar por qué hasta ahora había ocultado algunos detalles de lo que hizo esos días; por ejemplo, que antes de esconder en su casa el dinero de las coimas pasó por un departamento en Recoleta donde vivía su entonces amante, que es hoy su mujer. "No quise involucrar a otras personas", declaró.
Relató además cómo el senador radical fallecido José Genoud, su entonces jefe político, le comunicó que iba a ser el encargado de repartir los sobornos. "Me dijo: es la primera ley de importancia del gobierno y no podemos perderla. A vos te tienen confianza los peronistas."
Ante la mirada inmutable de De la Rúa, Pontaquarto volvió a contar que en una reunión en la Casa Rosada le escuchó decir al entonces presidente que las "otras cosas" que pedían los peronistas las arreglaran con Fernando de Santibañes, entonces jefe de la SIDE.
Días después, según declaró, Santibañes lo recibió un mediodía en su despacho, le hizo apagar el celular y sacarle la batería, y lo derivó a su secretaria, que le dio una valija, un portafolios y una caja. Así se llevó, repartidos, cinco millones de pesos. "Hasta ahora nunca lo conté, pero Santibañes me ofreció un trabajo en el exterior que no me dio", dijo. Santibañes era el único acusado que ayer no estaba en la sala.
Pontaquarto relató que la sanción de la ley se demoró y él se llevó el dinero a su casa, donde lo tuvo una semana. Dijo que lo contó sobre su cama ("tamaño king") y la cubría toda, y que su mujer se fue de la casa con los chicos cuando él le contó que tenía cinco millones para coimas guardados en el vestidor. "A mí nada me dieron a cambio todo este tiempo, señores jueces. Yo sé que venía a este juicio a enfrentarme con todos." Firme y sereno, sólo flaqueó cuando dijo que fue duro contarle la verdad a su hijo.
Uno de los motores de su confesión fue -según su testimonio- la muerte del socialista Alfredo Bravo. "El siempre me defendió y murió sin que yo pudiera contarle la verdad", dijo. Por entonces, la situación era "insostenible", según Pontaquarto. Ya todo el mundo sospechaba que los sobornos habían existido.
En contra de lo que sostiene De la Rúa, él dijo que la Alianza no tenía forma de aprobar la ley sin el acuerdo del PJ. "La ley necesitaba dos tercios porque no tenía dictamen de comisión impreso", afirmó.
También complicó con su relato al entonces ministro de Trabajo, Alberto Flamarique. Dijo que no entregó todo el dinero a los peronistas. "Genoud me había solicitado 700.000 pesos que, según su relato, le iba a dar a Flamarique", declaró.
El ex ministro lo escuchaba callado detrás de los ex senadores. Como la semana pasada Pontaquarto recibió comentarios despectivos de algunos consortes, ayer el tribunal los reubicó y sentó al arrepentido al fondo, junto a la puerta. Hoy, los demás interrogarán a Pontaquarto buscando desarmar su relato.
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