Frenéticas negociaciones entre el Gobierno y los bloques dialoguistas en medio de la sesión por la ley ómnibus
Con Milei en Olivos, Menem y Zago son los encargados de las tratativas junto al equipo de Rolandi; De Marchi pasó a apoyar y Francos prepara una cumbre con jefes dialoguistas; privatizaciones y moratoria, eje de la discusión
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En el primer día de un debate extenuante, el presidente Javier Milei delegó en un equipo de funcionarios y en la conducción de La Libertad Avanza (LLA) en la Cámara de Diputados las últimas gestiones para avanzar con la aprobación en general de la ley ómnibus, el megaproyecto con el que gobierno apuesta a desregular la economía y reformar el Estado.
Pasadas las 15, con la Cámara semivacía, el senador en uso de licencia Sebastián Pareja, uno de los arquitectos del armado libertario en la provincia de Buenos Aires, repasaba mensajes en su celular en el palco de honor, un sitio reservado para los invitados especiales de la presidencia. Por allí no habían pasado hasta esta tarde ni altos funcionarios ni el asesor presidencial Santiago Caputo, dueño de la lapicera oficialismo en las negociaciones con la oposición dialoguista. Tampoco se asomaron por el pasillo que rodea al hemiciclo, donde se apostaron un puñado de tuiteros que apoyan a Milei o representantes de pymes y empresas que respaldan las reformas libertarias.
Omar De Marchi, secretario de relaciones parlamentarias del Gobierno, que trabaja bajo la órbita del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, se trasladó hasta el Congreso, donde Patricia Bullrich (Seguridad) dispuso un amplio operativo de seguridad, pero apenas llegó si dirigió al comedor del Senado para participar de un almuerzo. Y, poco antes de las 16, irrumpió en el recinto. Se fue conforme por el clima y el poroteo de votos.
Durante toda la jornada se especuló con que el ministro del Interior, Guillermo Francos, iba a trasladarse al Congreso junto con José Rolandi, número dos de Nicolás Posse, uno de los encargados de llevar adelante las tratativas con la oposición dialoguista. Los jefes de bloques de los aliados esperaban a Francos y Rolandi para acercar posiciones en varios temas y, sobre todo, en uno de los artículos más sensibles para el Gobierno: las privatizaciones. “Estamos trabajando en eso”, admitió uno de los alfiles opositores. Sin embargo, no concurrieron. En la Casa Rosada deslizaron que podrían asistir mañana, cuando se espera que se vote en general y en particular.
Cuando aún no habían llegado ni ministros ni emisarios de peso de la Casa Rosada, Oscar Zago, jefe de bloque de LLA, y Martín Menem, titular de la Cámara, que contó con la asistencia de Eduardo “Lule” Menem en las sombras, se pusieron al frente de la batalla política para ofrendarle al Gobierno su primer logro legislativo. En un clima tenso por la compleja negociación para destrabar el tratamiento de las reformas impulsadas por Milei en la ley ómnibus, la maratónica sesión comenzó con un dato alentador para el oficialismo: obtuvo el quórum con 137 diputados, varios más que el número necesario de 129. Así, el Gobierno se encamina a lograr la aprobación en general del megaproyecto. Sin embargo, los libertarios deberán redoblar los esfuerzos para garantizarse un triunfo en el capítulo estratégico de las privatizaciones. Es el artículo central para Milei. De hecho, Santiago Caputo amenazó a los dialoguistas el lunes con levantar la sesión si presionaban por más concesiones en el mecanismo para privatizar empresas públicas.
Monitoreados
Las conversaciones se desarrollaban a la par de la sesión. A contrarreloj, Menem y Zago -monitoreados por Rolandi y Caputo- negociaban con representantes de los radicales y el bloque de Miguel Pichetto modificaciones en la redacción del artículo de privatizaciones. La UCR, que tiene 34 diputados, llegó hoy al recinto con una novedad. Facundo Manes y Pablo Juliano votarán en contra de la delegación de facultades y las privatizaciones. La votación en particular podría convertirse en una suerte de ruleta rusa para el oficialismo. Por eso, De Marchi se mostró prudente en los contactos que mantuvo con excompañeros de la Cámara. Desde el palco de invitados –donde se ubicó Fernando Soto, funcionario de Bullrich-, charló con Zago y Alejandro Finocchiaro (Pro). Mientras tanto, los radicales que responden a Rodrigo De loredo proponían modificaciones en el articulado de privatizaciones a los interlocutores del oficialismo.
El bloque de los radicales, una de las llaves para destrabar ese artículo, armaron un semáforo para evaluar la lista de empresas públicas que incluyó el Gobierno en el anexo. “Queremos darle más cuerpo a la bicameral y separar las empresas en el articulado”, dice una de las espadas legislativas de la UCR. En el oficialismo admiten que no tienen los números y se muestran dispuestos a flexibilizar su posición para sumar adhesiones. “Se podrá discutir un proceso de vuelta al Congreso, pero 35 o 37 empresas van a quedar”, señala uno de los negociadores. Entre los libertarios saben que se enfrentarán a una pelea “cuerpo a cuerpo” para aprobar la ley en particular, pero confían con alzarse con un triunfo holgado en la votación en general. De hecho, en la Casa Rosada celebraron el número del quórum: tenían dudas respecto de los dialoguistas de la UCR o HCF, pero finalmente el oficialismo consiguió el quórum con 137. En LLA creen que el número podría llegar a 145 votos para darle media sanción a la ley ómnibus. También celebran el clima de la sesión: esperaban que el kirchnerismo o la izquierda apelaran a “trampas” para dilatar el debate, como reiteradas mociones de orden, o agitaran la discusión. Los dialoguistas son más prudentes. “No los veo recorriendo los pasillos para buscar los votos”, les comentó a sus asesores un diputado experimentado de los bloques aliados al Gobierno.
Otro de los puntos neurálgicos que se negociaban de cara a la batalla de mañana es la eventual incorporación de la moratoria y el blanqueo en el proyecto. Hoy, el oficialismo eliminó el paquete fiscal, como había anunciado Caputo, y suprimió el artículo 180, que ratificaba la vigencia del impuesto PAIS hasta finales de diciembre de 2024. Después del traspié en la reunión con Francos, donde los gobernadores dialoguistas intentaron discutir el reparto de recursos en torno al impuesto PAIS, los mandatarios presionan por estas horas a través del bloque de Pichetto para reincorporar la moratoria. “No lo vamos a aprobar [la coparticipación]”, avisan en el ala dura de Pro. Los emisarios del oficialismo también exhiben fastidio con los reclamos de los gobernadores. “Ya lo retiramos. O acompañaban todo o nada. No son conscientes; el primer esfuerzo lo está haciendo la Nación. Todas las provincias tienen equilibrio fiscal”, apuntan.
En las últimas horas, Bullrich (Seguridad) se comunicó con Massot para reprocharle la actitud del bloque HCF. Le sugirió que obstaculizaban el debate. Él le advirtió sobre los errores del Gobierno para articular en el Congreso, como retirar el paquete fiscal sin consensuar. Massot dijo que los gobernadores esperan una convocatoria del Gobierno para la semana próxima para discutir un neuvo pacto fiscal.
El relato que busca instalar la Casa Rosada es que lo medular de la Ley Bases no era el paquete fiscal, sino la desregulación de la economía. “El corazón está intacto, lo otro era efímero”, asegura un alto funcionario del Gobierno. Federico Sturzenegger, autor intelectual del DNU y la ley ómnibus, tampoco se acercó al Congreso, pero siguió la sesión desde la Casa Rosada, según pudo saber LA NACION.
En el arranque de la maratónica sesión, el oficialismo confirmó el desarme de la ley. El secretario parlamentario, entre murmullos de los diputados, leía en voz alta los cambios. Salieron los artículos vinculados a la pesca, zona fría, el tabaco o financiamiento de bosques nativos. El kirchnerismo, a través de Germán Martínez, forzó una votación para definir si el proyecto debía volver o no a comisión a raíz de las profundas modificaciones en el articulado. Ante el silencio de los libertarios, Pichetto y Cristian Ritondo se convirtieron en escuderos del oficialismo. Dijeron que el procedimiento cuestionado por Martínez ya había sido consensuado en la reunión de labor parlamentaria.
Desde su banca, Pichetto gesticulaba y le hacía señas a Martín Menem. Con una mueca de fastidio, Pichetto pidió respetar el acuerdo de palabra. Ritondo lo respaldó. Antes el jefe del HCF había pedido expulsar al empresario Tomás Agote, quien había insultado a Myriam Bregman y provocó el primer revuelo en el recinto. “Esto no es una cancha de fútbol”, bramó Pichetto. Menem tuvo que intervenir. Mientras tanto, Romina Diez (LLA) subió corriendo a los palcos del primer piso. “Por venir a apoyar, nos van a complicar la sesión”, le dijo, entre risas, a Ramiro Marra, quien se asomó a supervisar.
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