La izquierda busca un lugar entre los partidos tradicionales y mira los avances en la región
Los partidos locales suman adeptos entre los desencantados con el Gobierno, pero están lejos de adquirir el protagonismo que lograron en Chile y Perú
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Mientras el reclamo de la izquierda en América Latina comienza a traducirse en alternativas políticas capaces de captar al electorado, en la Argentina ese escenario todavía se vislumbra lejano, según consideran distintos analistas. Coinciden, incluso, los dirigentes políticos alineados con ideas de tinte socialista.
La disconformidad social respecto del manejo de la pandemia del coronavirus y de la economía por parte del gobierno de Alberto Fernández se refleja casi semanalmente en las marchas de los grupos piqueteros y, al menos una vez al mes, en los banderazos de ciudadanos auto convocados, que se repiten desde el año pasado. Pero los reclamos de estos sectores no se entrelazan ni tienen correlato electoral. La escena política se mantiene por ahora polarizada entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio.
“Los movimientos sociales y quienes se movilizan como ciudadanos autónomos en los banderazos operan por lados distintos, son muy heterogéneos. Sus reclamos no están combinados de tal manera de derivar en un estallido social, y el desencanto aún es canalizado por los espacios oficializados”, explica el analista Andrés Serbin, presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (Cries).
Serbin reconoce que en el cuadro político actual existe un crecimiento “llamativo” de espacios de izquierda tradicional no peronista, nucleados por una marcada disconformidad con el Gobierno, pero que aún no tienen “capacidad” de competir con el peronismo. “La explicación que encuentro respecto de que no haya habido una convulsión como en otros lugares de América está muy pisada por el hecho de que el peronismo siempre ha tenido capacidad de contener los reclamos y a los movimientos sociales con los que está vinculado”, indica Serbin a LA NACION. Y detalla: “Una certeza fue el 40% de aumento de los salarios en el Congreso; hecho que logra retener simpatizantes”.
En la misma línea que Serbin, el politólogo y director de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Torcuato Di Tella, Juan Negri, compara la situación local con los casos de Chile y Perú, en donde el avance de la izquierda se tradujo en éxitos electorales, tanto en la conquista de bancas para la Asamblea Constituyente, en el primero, como en los comicios presidenciales en los que el maestro y líder sindical Pedro Castillo quedó a puertas del triunfo ante la candidata de derecha, Keiko Fujimori.
“Cuando empezaron las protestas en Chile, en 2019, en la Argentina la situación económica era peor y no había ese nivel de movilizaciones porque aún el Partido Justicialista era la esperanza”, sostiene Negri. Y agrega: “Todavía los partidos resisten sin que prosperen opciones por fuera de las tradicionales. El kirchnerismo y progresismo, de hecho, vienen de la mano del peronismo”.
Respecto del caso de Perú, el politólogo y académico hace una salvedad. “El contexto peruano es distinto. Allí no hay partidos políticos con continuidad, son efímeros. En ese contexto de tanta fluidez, aparece un candidato como Castillo. Acá, si bien el Pro no es un partido tradicional, en líneas generales puede representar preferencias del sector que se opone al oficialismo”.
Postura extrema
Por último, Negri destaca que la izquierda argentina enfrenta otro desafío: balancear su carácter utópico: “Los partidos de izquierda, además de no innovar, han quedado en posiciones marxistas muy extremas, que le quitan poder de atracción de los votantes desencantados”. Aún así, el director universitario advierte que “si la situación económica se sigue complicando, podría darse el crecimiento de estos espacios”.
Los propios dirigentes argentinos que se encolumnan detrás de estos ideales aún perciben lejano un eventual proceso de estallido social como el de los países vecinos y admiten el peso que aún conservan las principales coaliciones políticas y el legado peronista.
“El Gobierno actual se mostró incapaz de conjugar la crisis social y pandémica. Habrá en la Argentina una reacción popular ante esto, pero aún se encuentra limitada por la cooptación de las burocracias sindicales y sociales: prebendas, sostenimiento de aparatos gremiales, cargos en el Estado y otros lazos materiales con el peronismo”, enumera Marcelo Ramal, dirigente del Partido Obrero Tendencia, que hoy busca conseguir personería para competir en la ciudad de Buenos Aires. “Pero no confundamos al izquierdismo oficial, cooptado, con el pueblo. Nuestro norte son las fábricas, los barrios del conurbano, los lugares donde hoy está bullendo la inquietud popular”, advierte.
Ramal no subestima que la Argentina esté “parada en condiciones sociales explosivas” –según cataloga–, pero indica que no se desatará “petardismo”, a menos que “avancen líneas como la de Patricia Bullrich, que es del ala [Iván] Duque, [Sebastián] Piñera, [Jair] Bolsonaro”, en referencia a los líderes regionales. “Está claro que esa ruta depararía una rebelión”, remarca.
Partidos fragmentados
Sin embargo, los militantes de izquierda aún están dispersos y falta consolidar un frente uniforme. La Tendencia de Ramal se corrió del Partido Obrero en 2019 y hoy coquetea en algunos distritos con el Nuevo MAS, de Manuela Castañeira, con quien se asoció en Salta, pero todavía quiere jugar con independencia en otros focos importantes, como la Ciudad de Buenos Aires y el territorio bonaerense. En paralelo, rechaza la impronta del Frente de Izquierda Unidad, encarnado en Nicolás del Caño, en el que se agrupan cuatro partidos –el Partido Obrero, la Izquierda Socialista, el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST)–. “El FIT-U no es siquiera un frente parlamentario, pues no actúa en bloque, sobre la base de debates previos o planes de conjunto”, dispara Ramal, quien mira con recelo la invitación del FIT-U a sumarse a la unidad y desconfía que exista voluntad de compartir cargos.
Desde la mesa de la única coalición de izquierda, el sociólogo y exdiputado Christian Castillo (PTS) señala: “Vista la situación de Latinoamérica y el desgaste que está teniendo el Gobierno, lo que proponemos es que se integren las fuerzas de izquierda para golpear juntos en el proceso electoral, con el Frente de Izquierda-Unidad”.
También reforzaron el llamado a unión los exdiputados Nicolás Del Caño y Myriam Bregman, quienes indicaron, en un comunicado difundido este martes: “Hacemos un llamado a las fuerzas que ya integran el Frente de Izquierda y de Trabajadores–Unidad y a las demás organizaciones de izquierda, Autodeterminación y Libertad, Nuevo MAS y Política Obrera. Si bien el FIT-U obtuvo el 80% de los votos de la izquierda en las últimas elecciones, consideramos que debemos unir la totalidad de las fuerzas que luchamos por una salida propia de las y los trabajadores e impedir que tanto el oficialismo como la oposición de derecha exploten un inexplicable divisionismo en la izquierda”.
Castillo ve con optimismo el despliegue de su sector, y cree que eso se confirmará en las elecciones legislativas. “Es probable que el descontento y las promesas incumplidas respecto del salario, la pobreza, la inflación y los planes sociales se refleje en las urnas. En esta conflictividad social, la izquierda está teniendo un protagonismo importante. Pasó en Neuquén, donde acompañamos a los trabajadores de la salud, que consiguieron un aumento del 53%; también miden bien los sondeos en Jujuy”, afirma.
Pero la posibilidad de que los resultados legislativos escalen en mayores niveles de conquista política se topa con aquellos ideales lejanos que advertían los analistas. Castillo reivindica la postura extrema a la que hizo alusión Negri: “El FIT-U tiene una posición anticapitalista y socialista, que no es la misma que en los países vecinos. Es el rechazo al sistema y no el ofrecimiento de una izquierda que lo gestione”.
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