Fotos, audios y amenazas, las pruebas que exhibió la denunciante que acusó a Espinoza de abuso sexual
Melody Rakauskas habló con LA NACION y habilitó la publicación del material que consta en la causa; allí hay diálogos comprometedores con quien se supone que es el intendente de La Matanza y una extraña relación con un intermediario también denunciado
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Melody Rakauskas, la joven que denunció a Fernando Espinoza por abuso sexual, asegura que vivió un infierno en los últimos tres años. Al trauma de los eventos que relató frente a la Justicia, se le añadieron amenazas y amedrentamientos que asegura haber recibido hace dos años, lo que provocaron que se vaya del país a vivir a Miami durante un tiempo. En 2022 regresó y ahora vive en la ciudad de Buenos Aires. A la acusación que hizo contra el intendente de La Matanza le sumó una más, un tiempo después: también denunció a Gustavo Cilia, empresario vinculado al kirchnerismo, amigo de Espinoza desde hace más de 20 años y quien, según el proceso judicial y conversaciones grabadas, fue el intermediario para que Melody entre a trabajar a la municipalidad.
La joven habló con LA NACION y habilitó a mostrar las imágenes y pruebas que darían cuenta de los hechos por los cuales Espinoza resultó procesado. Insiste, además, en que prefiere que se conozca su nombre y su historia porque se siente más protegida de esa manera. Comenzó su relato explicando que antes de trabajar en La Matanza, ella no era secretaria. “Me encontraba en una situación precaria”, describe. En ese momento, Melody tenía 27 años y se había dedicado al mundo de la belleza. Viajó mucho en representación de la Argentina en certámenes como Miss Global.
En esa época conoció a Cilia, con quien mantuvo un vínculo sentimental de reuniones esporádicas durante seis años, según su misma declaración.
Tiempo después, asegura haber conocido a Espinoza, el 28 de abril de 2021. En un audio integrado a la causa bajo el nombre “Juan de Garay 7″, que se tramita en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional 31 de la Ciudad, se escucha a Melody y al intendente de la Matanza hablando de su llegada al puesto de trabajo. El imputado reconoció que se trata del intercambio en el primer encuentro que tuvieron, el 3 de mayo de ese año, la única visita a su domicilio que admitió.
Algunos de los encuentros entre ambos fueron grabados por completo. Consultada al respecto, Melody aseguró que lo hizo porque sintió que había algo raro en el vínculo. En el encuentro identificado como “Juan de Garay 7″ en el expediente, que dura 4 horas y 43 minutos en total, se da una cena en la que expresan estar comiendo pescado y, hacia el final de la velada, Espinoza le ofrece un regalo, que ella declina. Minutos antes, de fondo se escucha una música melódica y se da el siguiente intercambio:
Melody: ¿Él te pidió o vos le preguntaste?
Espinoza: No, no. La semana pasada le dije: “Gustavo, necesito dos secretarias”. “Una ya la tengo”, me dijo. “Ah, ¿Si? ¿Seguro?”, le digo, porque mirá que tiene que ser como las mías.
La joven dice que no firmó un contrato de trabajo ni estuvo formalmente en relación de dependencia. Asegura, asimismo, que le propusieron comenzar el día que quisiera y que utilice otro nombre, el de “María Miccuci”. La Justicia, para probar el vínculo laboral, convocó a empleados de la intendencia a dar fe de que había estado en su despacho. En otras conversaciones grabadas entre ellos ella expresa que “le cuida la espalda en el laburo”.
Según la narración de Melody ante la jueza, Espinoza fue a su domicilio, en la avenida Juan de Garay, San Telmo, tres veces en una semana, entre el 3 y 10 de mayo de 2021. La visita del intendente en ocasión en la que se habría consumado el abuso simple se constató al momento con cámaras y con detección de las señales de celular que lo ubican en su edificio en ese momento. Allí, según la descripción de la víctima, Espinoza habría solicitado masajes, bajándose los pantalones, se habría encontrado agitado e “iba cada 15 minutos al baño”, habría forcejeado con ella dejando moretones en sus piernas y brazos, roto la camisa, mordido el labio y los pezones y habría intentado obligarla a practicarle sexo oral.
En otro audio, identificado en el expediente como “Espinoza y Cilia denuncia otro audio”, se escucha un intercambio entre Melody y quien sería Cilia, que aceptó que ella le comunicó la presunta violación.
–Cilia: Es lo mejor.
–Melody: ¿Eso considerás lo mejor? ¿Meterme en las manos de un tipo que me abusó?
–Cilia: ¿Te abusó?
–Melody: Si, me rompió la camisa, me tiro sobre la cama, me obligaba a bajarme una y otra vez el pantalón, me forcejeaba, me besuqueo sin mi consentimiento.
–Cilia: Yo no sabía eso.
–Melody: Eso pasó, ¿Sabés?
–Cilia: Bueno, pero si no me dijiste nada, me dijiste que te había agarrado y forcejeado.
–Melody: Eso fue una vez que le dije que no y que no, y cuando me tiró arriba de la cama, el tipo es grandote. Es hombre, yo soy una mujer, me creía fuerte. No, no fui fuerte. Me largué a llorar y no podía más. Entonces, ¿Te tengo que aclarar todo?
En las grabaciones provistas hay varias conversaciones y audios en los que se identificaría a Cilia. Dos resultan de relevancia. En uno de ellos, que se habría dado en una de los encuentros entre Melody y Cilia, se escuchan fragmentos en los que la voz masculina habla con Melody y le indica que “si se pudre, explota, ahí mostramos los cartuchos”. Luego de una parte de difícil comprensión, suena un teléfono, atiende el hombre y comenta: “¿Qué dice? Todo bien, todo bien. Che bueno ahí hace la nota y firmamos en San Telmo”. Este habría sido uno de los momentos en los que la víctima se sintió presionada a retirar la denuncia y, en todo caso, radicarla en provincia de Buenos Aires.
En otro audio, que provendría de un WhatsApp del 2 de julio de 2021, él dice: “Te entiendo perfecto lo que me dijiste. Yo, sinceramente, pienso que no nos va a cagar porque estoy metido yo y eso no se hace. Si lo llega a hacer... que tampoco lo va a hacer... dudo que lo haga... porque lo que estás haciendo lo hacés por mí, y si este no cumple le hago volar la municipalidad. Con vos está comprometido porque estás haciendo cosas que a él le favorecen y a vos te tienen que favorecer. En ese sentido los políticos tienen palabra. Se lo vamos a recalcar hoy mismo a Claudio que va a transmitir seguro y yo se lo voy a transmitir a él. Quedate tranquila que esto no va a estar en vano, toy re seguro (sic), porque si es en vano, yo mismo hago volar la municipalidad. Como no me hice cargo en ese momento de lo que te pasó, porque yo estaba en Bariloche, le hago un desastre a este. Este a mi no me va a mentir y me va a ayudar con los chicos para el colegio, quedate tranquila”.
“Estoy yendo a trabajar a la municipalidad de la Matanza con Fernando Espinoza. Quiero dejar todo este día grabado para ver qué es lo que pasa adentro y para mostrarles que sí, que estuve trabajando... por si me echan, ya tengo miedo, no se qué va a pasar por haberme negado a estar con Fernando Espinoza. Acá dejo la constancia. Hoy es 11 de mayo de 2021. Lo dejo para que corra el celular nomás”, dice Melody en un audio de cerca de nueve minutos. Luego de esa introducción, se escucha al dispositivo moviéndose mientras ella camina, se identifican ruidos de puertas abriendo y cerrándose y después de seis minutos se saluda con algunas personas.
Después de estos hechos, Melody se fue a Florida. El pasaje fue pagado por Cilia, de acuerdo a su testimonio. Regresó a la Argentina porque se enfermó y quiso atenderse en el país, a la vez de que estaba decidida a impulsar la causa. Al hablar con LA NACION relata que está “luchando sola contra el poder” y que tuvo episodios de amenazas físicas que casi le cuestan la vida.
Dos momentos fueron los más relevantes. En abril del año pasado, Melody tomó un vuelo a la India y asegura que las únicas personas que conocían su viaje eran su madre y Cilia. Al llegar allí, fue retenida por el personal aeroportuario y policial del país asiático por una alarma emitida desde la Argentina por presunto narcotráfico. Luego de horas de demora por parte de las autoridades, dice que le ofrecieron una cantimplora con agua que “sabía a metal” y que luego de ello se descompensó y perdió el conocimiento.
Despertó en un hospital de Nueva Delhi, cuyo director habría expresado que tuvo que ser limpiada de narcóticos que se encontraban en su cuerpo. En la habitación, narra que habían dos diplomáticas del consulado argentino, que comenzaron a hacerle preguntas sobre la situación de la denuncia contra Espinoza.
Otro episodio transcurrió en Buenos Aires, cuando mientras manejaba, una Mitsubishi DGH097 color verde la persiguió y le chocó el auto repetidas veces. Esos hechos están integrados a la causa y fueron tomados en consideración en el procesamiento. La camioneta pertenecería a un empleado del Servicio Penitenciario Federal, según documentos oficiales de ese momento.
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