FMI: la renuncia de Máximo Kirchner puede hacer naufragar un acuerdo que llevó dos años
El Fondo Monetario planteó desde el inicio de las negociaciones que es necesario un amplio apoyo social y político para que cualquier programa económico tenga posibilidades de éxito; ese respaldo es además un requisito para que el board apruebe cualquier plan
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WASHINGTON.- El portazo de Máximo Kirchner a los “entendimientos” que anunciaron el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI) le asestó un duro golpe a la negociación que va y viene de Washington a Buenos Aires, y arrojó más dudas sobre la viabilidad y la credibilidad de un eventual acuerdo.
En Estados Unidos, la fractura expuesta del Frente de Todos evaporó la efímera calma que había dejado el atípico anuncio del preacuerdo el viernes último entre la Argentina y el Fondo. Todas las lecturas atestiguaban un nítido retroceso: perspectivas más turbias para la negociación, temores reavivados a una mora con el Fondo y tesituras políticas que oscilaban entre el temor a una crisis de magnitudes incalculables y las especulaciones de que Máximo Kirchner solo buscó desmarcarse para preservar el relato y su marca política para 2023.
Un problema central en el que coincidían en Washington y en Nueva York es que el desplante de Máximo Kirchner puso en riesgo una condición sine qua non del acuerdo con el Fondo: que cualquier plan coseche un amplio respaldo social y político. Sin el kirchnerismo duro, que ya mostró su oposición al entendimiento forjado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, con el staff del Fondo, la duda central es si es factible tejer el consenso político necesario que quiere ver el FMI.
Es un requisito legal y técnico. La ley argentina exige que cualquier convenio con el Fondo sea validado por el Congreso. Y una de las condiciones para que el board del FMI vuelva a aprobar otro préstamo para la Argentina de “acceso excepcional” para cancelar el crédito que tomó Mauricio Macri es que haya una garantía de que el país que tiene “capacidad institucional y política y compromiso” para implementar el plan.
Esa garantía –real o no– aparece atada a la aprobación del acuerdo en el Congreso. Por eso el Fondo pedirá sí o sí que el acuerdo reciba el aval del parlamento, en duda por la fractura en el Frente de Todos. Hoy, el staff del Fondo enfatizó en un call con bancos de inversión que el acuerdo debe pasar por el Congreso.
Para Claudio Loser, exfuncionario del FMI, el problema central de la renuncia de Máximo Kirchner es, justamente, que pone en duda el apoyo real al futuro acuerdo en el Congreso. “Para el Fondo es importante que haya un apoyo importante en el Congreso para que sea un programa creíble. Entonces con esto creo que puede haber alguna duda hasta tanto haya más claridad en el Congreso, y más claridad por el lado de Cristina Kirchner”, dijo Loser. “Esto no para la negociación. Pero evidentemente pone una piedra en el camino”, agregó.
Jorge Piedrahita, CEO de Gear Capital Partners, coincidió en que la renuncia de Máximo complica mucho todo el panorama con el FMI ante la exigencia de que haya un apoyo de la clase política a un nuevo acuerdo, y sugirió incluso que podría llevar a una crisis política mucho mayor. “La situación se ha complicado y la posibilidad de una mora en marzo hoy es más elevada. No visualizo aún el “end game” de Cristina en esto. Podría buscar acceder a la presidencia a través de una renuncia forzada de Alberto. La batalla ahora es por la lealtad de los gobernadores, los sindicalistas y las organizaciones sociales”, afirmó.
Un escenario posible es que el albertismo teja una alianza parlamentaria con Juntos por el Cambio para intentar amasar el respaldo político necesario para aprobar el acuerdo en el Congreso. Loser cree que ese escenario sería aceptable para el Fondo, pero debería incluir un número importante de legisladores del Frente de Todos. Para Piedrahita, todo es posible en la Argentina, incluso las alianzas políticas que a priori parecen antinaturales.
Para Héctor Torres, quien representó a la Argentina ante el directorio del Fondo, el panorama que dejó la renuncia es complicado. “Es difícil imaginar cómo hará el staff para justificar ante el directorio el cumplimiento del cuarto criterio para el ‘acceso excepcional’, tener capacidad institucional y política y compromiso para implementar programa respaldado por el FMI”, remarcó.
Alberto Bernal, de XP Securities, veía mucho ruido y pocas nueces. El mercado, mencionó, había reaccionado con relativa calma al anuncio y parecía seguir pensando que, diga lo que diga Máximo o Cristina o sus aliados, el futuro seguía apuntado a un acuerdo con el Fondo. Bernal creía que la movida de Máximo tenía un solo objetivo: posicionarse para 2023.
“El Fondo quiere un acuerdo con mucho aporte político y social, pero eso es una utopía porque el kirchnerismo es un animal diferente, no le interesa pues apoyar un acuerdo que implique ajuste, así el ajuste sea suave. Quedan dos opciones. El Presidente avanza de todas maneras y el kirchnerismo le pone la zancadilla y trata de hacer que caiga. Es una opción, vamos a sacar a Alberto. O dos, el kirchnerismo mira cómo hace para jugar a la política y que no le echen la culpa del acuerdo entrando a 2023″, evaluó. “La Argentina sin un acuerdo con el Fondo no es viable”, cerró.
Benjamin Gedan, subdirector del programa para América Latina del Centro Woodrow Wilson, dijo que por un momento parecía que Cristina Kirchner se distanciaría de un acuerdo con el FMI, pero no lo arruinaría, una actitud similar a la que adoptó durante las exitosas negociaciones de Argentina con acreedores privados en 2020. “Pero el silencio de ella y sus seguidores esta vez era menos probable. Después de todo, su disgusto por el Fondo es un artículo de fe. Además, el análisis político de Kirchner es sencillo: los recortes presupuestarios cuestan votos y el peronismo no tiene votos de sobra”, señaló.
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