FMI: el Gobierno necesita el acuerdo de la oposición, pero no consigue el propio
Los diputados afines a Alberto Fernández cuentan con que la mayoría de sus colegas de Juntos por el Cambio apoyarán la iniciativa; sin embargo, no pueden garantizar el acompañamiento del kirchnerismo
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“Estamos pensando en un escenario parecido al de 1989. Tenemos que aprobar el acuerdo y necesitamos el apoyo de la oposición mayoritaria”. La frase pertenece a un diputado oficialista que se cuenta entre los que respaldan al presidente Alberto Fernández en su intento para que el Congreso convalide el pacto con el FMI. Y se refiere al período de seis meses de aquel año en que la bancada radical colaboró con los peronistas de Carlos Menem cuando el riojano desembarcó anticipadamente en la Casa Rosada, luego de la salida apurada de Raúl Alfonsín.
La comparación con aquella situación excepcional de la política argentina refleja hasta qué punto el Frente de Todos depende ahora del acompañamiento de al menos una porción de Juntos por el Cambio tras el sonoro portazo que pegó Máximo Kirchner en desacuerdo con la forma en que Fernández y su ministro de Economía, Martín Guzmán, negociaron y sellaron el entendimiento con el Fondo. El jefe de La Cámpora y una treintena de diputados del propio oficialismo presentan serios reparos y la mayoría de ellos podría votar en contra del acuerdo.
“Así no lo votamos. Nos quieren vender el paquete cerrado”, se quejó un diputado del Frente de Todos que ingresó al Congreso de la mano de una agrupación aliada al kirchnerismo. Del otro lado de la zanja que cavó Máximo Kirchner, los más afines a la Casa Rosada ponen paños fríos –dicen que por una instrucción emanada del propio Alberto Fernández– y aguardan a que el flamante jefe del bloque, Germán Martínez, recupere el diálogo interno. Por ahora, el acuerdo pasa porque no haya ruptura, como lo habló ayer con el propio Máximo, pero nadie se anima a vaticinar qué sucederá a la hora de la votación.
Si bien está a favor del acuerdo con el FMI y participó de las gestiones junto a Guzmán, en las que desplegó sus contactos en Estados Unidos, Sergio Massa busca tender otra vez un puente por encima de la grieta interna. Habló una decena de veces con el hijo de la vicepresidenta Cristina Kirchner y participó de la elección de su reemplazante. Ahora busca darle prolijidad el bloque propio porque, en sus conversaciones con referentes de la oposición, le advierten que no podrán votar el acuerdo con el Fondo si el Frente de Todos no se alinea en la misma sintonía.
Por el momento, los acuerdistas dentro de la coalición de gobierno sumarían unos 90 diputados. Saben que hay bloques opositores que no los acompañarán –el Frente de Izquierda, los libertarios de Javier Milei y los federales de Córdoba y Buenos Aires– pero apuestan a que la mayoría de sus colegas de Juntos por el Cambio le dé el visto bueno al entendimiento con el FMI. “Creemos que a ellos les van a facturar tanto acá como afuera si votan en contra del acuerdo; ahora son opositores, pero si quieren gobernar tendrán que dar su apoyo”, deslizó un diputado del PJ.
En Juntos por el Cambio empezaron ayer a discutir cómo posicionarse ante esta situación. En la mesa nacional de la coalición opositora conviven distintas posiciones: no apoyar si el Frente de Todos se divide tras el portazo de Máximo Kirchner (la postura de Pro); o votar a favor para que el país evite el estallido (como piensan la mayoría de los radicales y la Coalición Cívica). Hay otros dos elementos a tener en cuenta para este sector: el persistente silencio de Cristina Kirchner y el hecho de que la deuda con el Fondo fue tomada en 2018 por la gestión de Mauricio Macri.
De ahí que en algunos despachos del Congreso recuerden aquella época peculiar en la que radicales y peronistas se taparon la nariz para evitar que la gobernabilidad del país corriera peligro. Todavía se recuerdan las tácticas implementadas por los jefes de bloque César “Chacho” Jaroslavsky y José Luis Manzano en los últimos meses del aciago año 89. Pero en estos tiempos que corren, los lazos entre oficialistas y opositores están desflecados y dependen de algunas escasas voluntades personales.
Paradójicamente, tanto los diputados de Juntos por el Cambio como los alineados con Máximo Kirchner exigen ahora, por distintos motivos, “ver el proyecto de acuerdo” entre el Gobierno argentino y el staff técnico del FMI, antes de dar su aprobación. No hay entre ambos espacios ningún punto de acuerdo, salvo la desconfianza en la negociación que encaró Guzmán. Si no la hicieran a un lado, el país se encaminará hacia un nuevo default.
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