Alberto Fernández viajó a la asunción de Lula con la expectativa de un “gran acuerdo” con Brasil y mañana tendrán una bilateral
El Presidente está en Brasilia para la ceremonia en la que el presidente de Brasil asume su tercer mandato; se confirmó que el lunes tendrán un encuentro individual
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En medio de las tensiones internas que derivaron en la salida de tres funcionarios de su gobierno, el presidente Alberto Fernández está desde el mediodía en Brasilia, dónde participa de la asunción de su aliado Luis Inacio Lula da Silva como nuevo presidente de Brasil. El mandatario argentino se quedará en la capital del país vecino y mañana se reunirá con Lula en su primera bilateral.
El Presidente llegó acompañado de una exigua comitiva y almorzó en la residencia del embajador argentino, Daniel Scioli. Junto al canciller, Santiago Cafiero, la portavoz, Gabriela Cerruti, y la secretaria de Cambio Climático, Cecilia Nicolini, el primer mandatario tiene previsto asistir luego a la asunción de Lula. A pesar de lo anunciado anteriormente, ayer por la noche se acordó una reunión bilateral entre ambos presidentes para la mañana del lunes, por lo cual el Presidente se quedará en Brasil hasta entonces. La información fue confirmada por Cafiero, que habló de una “breve” reunión entre Lula y Fernández.
En las horas previas al viaje presidencial y al fin de año, que Fernández pasó en la quinta de Olivos, las rencillas internas del Frente de Todos derivaron en la renuncia de la titular del Inadi, Victoria Donda. También terminaron sus funciones el titular del Palacio de la Moneda, Rodolfo Gabrielli, y el titular de la Oficina Anticorrupción, Félix Crous. Todo en un ambiente enrarecido y con rumores de posibles nuevas salidas del gabinete.
Más allá de las peleas coyunturales, y luego de su ajustado triunfo en la segunda vuelta, la llegada de Lula al poder despierta expectativas en el Presidente y el kirchnerismo todo. El “excelente vínculo” entre ambos, según lo definen desde la diplomacia argentina, podría derivar en una revitalización del Mercosur, frenado y limitado en los últimos años por las divergencias ideológicas con el presidente saliente, Jair Bolsonaro, y la declamada intención del presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, de acelerar acuerdos bilaterales extra zona con China, Japón y Oceanía.
La idea del Gobierno, conversada por Fernández y Scioli con Brasil desde hace meses, es avanzar con Lula en un plan de integración que incluye una “integración monetaria” a través del swap de monedas (en el Gobierno se relamen frente a los U$S 360.000 millones que posee Brasil en reservas), un sistema de pago en monedas locales y la posibilidad de negociar en conjunto préstamos con organismos internacionales de crédito como el BID. El Gobierno se entusiasma además con la finalización, en junio, de la primera etapa para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner que permitiría “el abastecimiento sustentable de gas” a Brasil (hoy Argentina es altamente dependiente de la energía brasileña).
Según comentaron desde la embajada argentina en Brasil, el acuerdo será discutido y podría ser firmado por Lula y Fernández “un día antes o un día después” de la cumbre de la Celac en Buenos Aires el 24 de enero, reunión que marcará el retorno de Brasil a ese foro americano, revitalizado bajo la presidencia argentina y que incluye a países cuestionados por sus políticas de derechos humanos y políticos como Venezuela, Cuba y Nicaragua. Lula quiere además acelerar el acuerdo con la Unión Europea, demorados desde hace años, aunque Argentina pretende ir a un ritmo más lento, atendiendo a las demandas de algunos sectores de su industria.
No todas las visiones sobre el presente y futuro de la relación bilateral son positivas. “Este año se encamina a cerrar con un déficit comercial bilateral en torno a los USD2400 millones para la Argentina”, sostiene la consultora Abeceb, que encabeza el exministro de Trabajo de Mauricio Macri, Dante Sica. “Si bien Lula podría buscaría una mayor integración regional en América del Sur y esto podría darle algún impulso adicional al comercio bilateral, el flujo comercial no debería variar sustancialmente, ya que aún faltan propuestas concretas para superar cuestiones estructurales”, concluyó la consultora en su informe de esta semana.
En el Gobierno reconocen, en voz baja, que más allá de aquel abrazo con Fernández en el búnker ganador, y la pose con la gorrita “CFK 2023″ en un guiño a la vicepresidenta Cristina Kirchner, Lula encarará una gestión diferente esta vez, con más vínculos con el empresariado y una política “de centro” para tener mayor sustento político. De todos modos, la invitación al venezolano Nicolás Maduro para que participe de la ceremonia de asunción del domingo muestra las intenciones de Lula de convertirse, otra vez, en un “líder regional” a la cabeza del gigante sudamericano.
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