Fernández recibió a Guzmán tras la diatriba de Cristina contra el FMI
El ministro de Economía le hizo una devolución de su viaje a los Estados Unidos; el Presidente debe terciar entre la demanda política de la vicepresidenta y la negociación práctica de su funcionario
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Los sucesos ocurrieron con pocos minutos de diferencia, en escenarios lejanos. El Día de la Memoria, Cristina Kirchner acaparaba la centralidad desde Las Flores y cantaba a viva voz las cláusulas y condiciones que pretende de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En la quinta de Olivos, el Presidente se entrevistaba con David Malpass, titular del Banco Mundial. El ministro de Economía, Martín Guzmán, se había enganchado a esa conversación desde Washington. Venía de reunirse con la titular del Fondo, Kristalina Georgieva y de golpear puertas en los despachos de la administración de Joe Biden.
“Yo era el jefe de gabinete durante el canje de deuda de 2005”, le recordó Fernández a Malpass, que fue subsecretario de Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro durante el gobierno de Donald Trump y tuvo un rol trascendente en el préstamo del FMI a la gestión de Mauricio Macri. “Argentina va a honrar sus deudas”, le aseguró, haciendo una exhibición de racionalidad. El Presidente y su ministro de Economía se miraban a las caras con sus prestamistas en los Estados Unidos, mientras la vicepresidenta lanzaba una dura diatriba al Fondo y le exigía facilidades de pago.
“Cristina es así, dice lo que hay que hacer desde la tribuna. Pero los que estamos gestionando el problema de la deuda somos nosotros, todo lo demás es política. Gobernamos en un frente y convivimos con eso. No esperamos otra cosa de Cristina, porque dice en público lo mismo que en privado”, dijo a LA NACION un importante ladero del Presidente sobre el episodio.
Alguien que compartió la diaria con Fernández esta semana aseguró que al Presidente no se lo vio irritado con Cristina por su aparición pública. Que su actitud fue “neutral”: no dijo demasiado. Tampoco se encontró todavía con la vicepresidenta después del miércoles, aseguró una alta fuente oficial.
El jefe de Estado, en cambio, recibió ayer en Olivos a Guzmán. Se ven casi todos los sábados, pero ayer el ministro le dio un feedback del viaje a los Estados Unidos y refrendó el camino a seguir. En la Casa Rosada querían saber qué clima hay con la Argentina en el Fondo y en la administración de Biden.
Guzmán no quiso que trascendiera el fragmento de la conversación con Georgieva en la que abordó posibles condiciones de pago -plazos e intereses- que podría otorgar el Fondo. Se focalizó, en cambio, en la parte que le tocará hacer a la Argentina en materia macroeconómica. “El logro del viaje que Martín le llevó a Alberto es haber alejado al FMI de la mirada de la economía argentina que tenía con Macri. Ahora hay una mejor sintonía de enfoques con el Frente de Todos”, dijo un portavoz oficial.
Cristina pretende que el FMI acepte un inédito programa de 20 años. El razonamiento del kirchnerismo es que si el Fondo “rompió sus reglas” al hacerle un préstamo por US$57.000 millones a la gestión de Macri, puede quebrarlas de nuevo para recibir el reembolso.
“Exigirle al Fondo facilidades de pago excepcionales es romántico, pero no funciona así. Estamos en una negociación que es asimétrica entre un acreedor y un deudor”, dijo un colaborador del Gobierno que sigue de cerca las negociaciones.
¿Cómo terciará Fernández entre la demanda política de la vicepresidenta y la negociación pragmática que encara Guzmán? Un altísimo funcionario de la Casa Rosada dijo a LA NACION que Fernández también quisiera, como Cristina, a que el FMI le otorgue excepcionalmente a la Argentina un plazo mayor a diez años, que es el máximo período de repago estandarizado en los acuerdos de facilidades extendidas (EFF, según sus siglas en inglés). El Presidente habla en privado de “15 años”, o de “más de diez años”. Es como si se partiera la diferencia entre lo que dicen los papeles y la pretensión del Instituto Patria.
“Alberto también quisiera más plazo, pero su máxima es que el acuerdo al que se llegue no sea a costa del trabajo de la gente. Todas las demás cláusulas, como el plazo y los intereses, deben estar supeditadas a eso”, dijo el funcionario con despacho en Casa Rosada.
El vocero del Fondo, Gerry Rice, sin embargo, ya advirtió que el Acuerdo de Facilidades Extendidas prevé que “los desembolsos se repaguen en un período de 4,5 a 10 años” y que “esas condiciones se aplican en forma uniforme, no solo para la Argentina”.
Onda expansiva
La aparición de Cristina generó una ola expansiva en los despachos del Gobierno. Los funcionarios del gabinete digirieron sus dichos de distintas maneras. Hubo quienes se resignaron a “convivir con ella” y quienes lo vivieron con un impacto más fuerte al de otras veces. Molestó la oportunidad y la gestualidad.
“Todos creemos que el FMI le financió la campaña a Macri. El relato político es importante, pero hay que liberarlo en ese plano. ¿Hace daño a veces? Sí, porque la Argentina necesita credibilidad y a Guzmán había que cuidarlo”, se fastidió un asesor del gabinete. Otro apuntó al gesto de poder que implicó la presencia de Sergio Berni, bien visible, en el acto de la vicepresidenta. El ministro de Seguridad bonaerense logró escenificar el respaldo de quien es su jefa política luego de haber desafiado al propio Fernández.
En la Casa Rosada evitaron confrontar directamente con Cristina. “El responsable de ordenar a Berni es (Axel) Kicillof”, dijo un importante funcionario que trabaja en la diaria con el Presidente, como si se tratara de un problema de organigrama y no de disputa de autoridad.
Nadie sabe hasta dónde llegará la tirantez entre la proclama política de la vicepresidenta y la negociación práctica que viene llevando el ministro de Economía. Un asesor del equipo económico advirtió: “A Guzmán no lo va a complicar una declaración de Cristina en un acto. Lo va a complicar si ella no lo deja cerrar con el FMI”.
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