Alberto Fernández busca imponer una agenda de moderación y recuperar dinamismo
"Traeme el auto". Alberto Fernández amaneció el 25 de Mayo decidido a romper su propio aislamiento. Tras 66 días de confinamiento en la quinta de Olivos, el Presidente aprovechó la fecha patria para cambiar la rutina y activar una agenda de gestión que deje atrás el letargo de la cuarentena presidencial.
Ese día, el edecán hizo preguntas, la Casa Militar intentó armar una caravana para escoltarlo. Pero el Presidente avanzó decidido a manejar su propio auto hasta la Casa Rosada, acompañado por su pareja, Fabiola Yáñez, y a su secretario de Comunicación Pública, Juan Pablo Biondi.
Repitió el ritual martes y miércoles. "Alberto no quiere perder el termómetro de la calle. Olivos te encierra en un microclima", dijo a LA NACION un colaborador que comparte la diaria con el Presidente.
El cambio de ritmo de Fernández no fue casual. Las presiones internas en la coalición de gobierno para avanzar en el terreno económico y judicial sumadas a las presiones externas por el estiramiento de la cuarentena llevaron al Presidente a marcar la cancha con temas propios.
Es una agenda que pretende ir por el sendero de la moderación, tanto en lo institucional como en lo económico. El Presidente se autodefinió días atrás como un "reformista", pero carga con el interrogante sobre si podrá sortear las posturas más radicalizadas del arco oficialista.
En el Gobierno reconocen que a casi seis meses de gestión no pudieron poner en práctica los proyectos que Fernández anunció el día que asumió. "Estamos operando sobre lo urgente. Cuando empiece a bajar los casos de coronavirus y cuando despejemos la deuda, ese será el momento de lanzar un nuevo programa de gobierno", dijo a LA NACION un alto funcionario del gabinete.
El Presidente actuó en los últimos días en dos terrenos. En lo operativo, inició una recorrida por provincias del interior. La semana que viene tiene previsto viajar a la Patagonia. La intención de estas giras es exhibir que, por fuera de la paralizada AMBA, el resto del país comenzó una reactivación. Además de mostrar otro paisaje, Fernández aprovecha para hacer los primeros "cortes de cinta" de su mandato.
En lo discursivo, en tanto, Fernández comenzó a prometer un plan para el "día después" de la pandemia. Por ahora solo se conoció el título. "Tiene una cuestión conceptual y tiene medidas concretas vinculadas al desarrollo productivo, a revalorizar lo público y al federalismo", dijo un ministro a LA NACION.
Relación con los privados
El Presidente está convencido de que su programa económico debe ser de la mano, y no en contra, de los empresarios. Esta semana hizo varios gestos. Cuando visitó a Toyota dijo que "el ATP ayudó a que los trabajadores puedan tener su sueldo", pero agregó que también fue gracias "al esfuerzo de la empresa".
Al día siguiente, en un acto en Formosa, le bajó el pulgar a la iniciativa de la diputada del Frente de Todos, Fernanda Vallejos, que se pronunció para que el Estado se quede con parte de las grandes empresas a las que ayudó por la crisis por el coronavirus. Dijo que esas son "ideas locas".
"Nosotros tenemos en claro que encender la economía es con los empresarios, con las pymes, con el comercio. El dinamizador es el sector privado con apoyo estatal", señaló un ministro.
En el compás de espera, hasta que llegue el final de la emergencia, en el Gobierno buscan sortear controversias internas y externas. Ayer, en declaraciones radiales, el jefe de gabinete, Santiago Cafiero, subrayó que Fernández "es el dirigente con mayor credibilidad ante la sociedad argentina".
Lo dijo tras una semana donde tuvieron resonancia actores satelitales al oficialismo de posturas extremas. Primero, el exfuncionario kirchnerista Gabriel Mariotto reclamó "salir de la etapa de moderación". Después fue el turno del actor y conductor, Dady Brieva, que proclamó "seamos Venezuela ahora y punto".
"No podemos correr de atrás de las opiniones ni de los nuestros ni de la oposición. No podemos ir atrás de una agenda que no es del Gobierno. Sobre todo si es de personas que no tienen responsabilidad institucional", señaló un estrecho colaborador del Presidente.
Fernández no hizo alusión a los dichos de Brieva pero en cambio, ante una consulta periodística, marcó diferencias con Susana Giménez y apoyó a Marcelo Tinelli por sus viajes durante la cuarentena.
En el Gobierno aseguran que las manifestaciones radicalizadas no marcarán el ritmo de la gestión. "No queremos caer en cuestiones coyunturales. Alberto quiere lanzar un plan que trascienda a nuestro gobierno", aseguran. En ese programa estarían incluidas las reforma judicial y tributaria. Dos iniciativas que irán en paralelo a la agenda del kirchnerismo duro y a las que Fernández pretende imprimirle su sello personal.
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