Espionaje ilegal. Federico Villena, el juez que forjó vínculos con todos los gobiernos y que sufrió su más duro traspié
Federico Villena, el juez federal de Lomas de Zamora que tenía en sus manos una investigación de supuesto espionaje contra la AFI de Mauricio Macri, llegó a su cargo actual merced al apoyo que le dio Silvia Majdalani, la poderosa exnúmero 2 de la inteligencia en la época de Cambiemos. También había impulsado su nombramiento María Eugenia Vidal, con quien estrechó la relación al convertirse en "el" juez antidrogas de la provincia a raíz del récord de sus secuestros. Su promotora, Majdalani, ocupaba la lista de sospechosos en la causa que se tramita en su juzgado. Vidal figuraba entre las supuestas víctimas. Demasiados zigzagueos para un juez que había quedado en la mira de todos los sectores políticos.
Villena avanzó rápidamente con la investigación citando a las principales figuras del oficialismo (como la vicepresidenta Cristina Kirchner) y de la oposición (como Horacio Rodríguez Larreta), quienes tuvieron que ir hasta su juzgado para interiorizarse del seguimiento que supuestamente le habían hecho. También lideró una megaoperativo para detener a 22 exagentes de inteligencia, cuyo procedimiento fue cuestionado incluso por figuras del oficialismo.
En los últimos días había recibido dos advertencias importantes respecto de su investigación. La primera provino de la Cámara Federal que le señaló que debía apartarse de una parte de la causa (un intento de atentado a un exfuncionario vinculado con el espionaje) y después el fiscal Guillermo Marijuan directamentele pidió que se inhiba de seguir adelante porque había otra causa anterior investigando el mismo tema, en manos del juez Sebastián Ramos.
Finalmente fuela Cámara Federal de La Plata la que dispuso hoy que no siga al frente de la investigación y que la siga el juez Juan Pablo Auge.
Peronista ortodoxo, de 42 años, Villena está en pareja con una brasileña y es padre de un niño pequeño, llamado Francisco, en homenaje al Papa. Lleva menos de cinco años como juez federal, en los que forjó relaciones con todo el arco político y, como muchos de sus compañeros de fuero, con los servicios de inteligencia.
Tiene que agradecerle el avance en los últimos años en su carrera judicial tanto al kirchnerismo, que lo hizo juez con el decreto 992/2015 (firmado por Cristina Kirchner y por Julio Alak, como ministro de Justicia), como al macrismo, que lo trasladó a Lomas de Zamora con el decreto 1168/2018 (firmado por Macri y por el ministro Germán Garavano). El traslado se confirmó el 26 de diciembre, un día después de Navidad, con la administración de Cambiemos recién estrenada en el poder.
Su padrino judicial es el exjuez y exconsejero de la magistratura Luis María Cabral, que fue socio en el estudio jurídico de su padre, fallecido de un infarto masivo a los 44 años, el 12 de mayo de 1994, un día antes de que el Senado tratara su pliego para el juzgado federal de Campana.
Cabral apoyó al joven Villena y lo prohijó. Antes de entrar a los Tribunales, a los 19 años, este hincha de Platense (simpatía futbolera que heredó de su padre) se ganó la vida repartiendo volantes mientras escuchaba en el walkman folclore y tangos del Polaco Goyeneche, vendiendo broches en los trenes o arreglando parches de batería. Le gusta la música y despunta el vicio dándole a los platillos, haciendo percusión y hasta se anima con la guitarra.
De la mano de Cabral, entró en la Justicia en 1998 como "pinche" (el primer escalón de la carrera judicial) en el Tribunal Oral en lo Criminal N° 9. Ante sus amigos se enorgullece de haber sido el sostén de su madre y su hermana, pese a que tenía 16 años cuando murió su padre.
Mientras estudiaba derecho en la UCA, donde se recibió en 2004, trabajó en el Tribunal Oral Federal N° 2 junto al fallecido juez Jorge Tassara. Villena se ocupaba de la ejecución penal, siguiendo los casos de los presos del tribunal.
Se unió a la lista Bordó de la Asociación de Magistrados (Cabral es uno de sus principales dirigentes) y no faltó a una sola de las cenas anuales de diciembre. Ahí se codeaba con otros magistrados, jueces de la Corte y ministros del kirchnerismo y de Cambiemos. El joven de traje gris y anteojos de marco negro grueso se perdía entre las mesas saludando a manos llenas. Los modos más tímidos y solícitos en esas cenas cambiaron por una actitud de firme autoridad cuando fue ungido juez federal.
Participó del concursó 262 para juez federal de Moreno, un juzgado que estaba por crearse. En el Consejo de la Magistratura contó siempre con el apoyo necesario. Los consejeros aprobaron la terna integrada por Diego Amarante, Daniel Gutiérrez y Diego Tatarsky. En lista complementaria estaba Villena. El único que se abstuvo de votar fue el representante de los abogados del interior, Daniel Ostropolsky. Argumentó que debía fundarse adecuadamente el cambio en el orden de mérito.
Cuando llegó el momento de que el Poder Ejecutivo eligiera a su candidato, uno de los postulantes que estaban arriba de Villena salió del concurso y él entró en la terna. Así fue como llegó a ser elegido juez federal por el ministro Alak. Julián Alvarez, viceministro y entonces referente de La Cámpora, fue uno de los que escuchó el pedido para que lo promovieran como juez. Lo consiguió, pero el problema era que no tenía juzgado, pues el de Moreno no se había creado.
En plena crisis de los jueces subrogantes, la Corte dispuso que los secretarios no podían ser jueces. Así, sin haber jurado como juez, pero con la designación firmada, fue nombrado como subrogante en el juzgado federal N°2 de Lomas de Zamora. Allí estaba ya en funciones cuando finalmente se puso en marcha el juzgado federal de Moreno.
Pero fue uno de competencia civil y no penal. Volvió entonces a Moreno, pero desde el día que llegó, Villena se movió para ser trasladado, una práctica que el kirchnerismo luego les cuestionó a otros magistrados.
El concurso para cubrir el juzgado de N°2 de Lomas de Zamora había avanzado y Villena ya no podía volver a ese cargo, pero se generó otra vacante: el titular del juzgado Nº1 de Lomas de Zamora, el juez Alberto Santamarina, se jubiló y partió a España en misión de la AFI, dijeron fuentes del Gobierno de entonces. Villena se movió rápido y logró que lo trasladaran a ese juzgado. Se había ganado el título de ser el juez de la provincia que más kilos de cocaína había incautado en todo el año. Estrechó su relación con Vidal y con el ministro Cristian Ritondo, su brazo en la lucha contra el narcotráfico. Entre peronistas se entendieron bien.
En los procedimientos bonaerenses no se queda en el escritorio. Se pone el chaleco antibala y sale a la calle. "Es medio cowboy para juntar la prueba, pero muy prudente para evaluarla", grafica uno de sus colegas que lo quiere. Es inflexible con la corrupción policial. Envió a la cárcel a un comisario sospechado de quedarse con dinero ajeno.
Tuvo cortocircuitos con la Policía Federal por un procedimiento y se enfrentó con Patricia Bullrich cuando era ministra de Seguridad. El motivo fue un auto. Villena estaba amenazado de muerte por el narcotráfico y no tenía un vehículo blindado. Cuando pidió uno le dieron un viejo Monza que se caía a pedazos. Lo salvaron sus buenos vínculos con Ritondo, que le consiguió un Toyota usado que estaba "blindado 360", es decir, todo blindado y no solo en la parte frontal, como los patrulleros. Un vehículo que fue de un ministro. El juez quedó siempre agradecido.
Villena logró finalmente el traslado al juzgado federal que está de turno con el estratégico aeropuerto de Ezeiza, un lugar megansesible para los negocios turbios, el terrorismo, el contrabando y el espionaje. Por eso la AFI siempre tuvo predilección por ese juzgado.
Entre los narcos que investigó se cuenta el "rey de la efedrina", Mario Segovia. Con Segovia preso, pinchó el teléfono de su pabellón y desde allí se grabaron las conversaciones de exfuncionarios kirchneristas detenidos con él, en las que se referían a la causa que iba a enfrentar en Dolores el fiscal Carlos Stornelli por extorsión.
Esa pinchadura de 2019, cuyas trascripciones usó Elisa Carrió para denunciar la llamada operación "puf puf" contra Stornelli para perjudicarlo en el caso de los cuadernos de la corrupción, hizo que el kirchnerismo mirara a Villena con desconfianza en aquel momento.
Sin embargo, nada de esto le comentó Cristina Kirchner hace dos semanas cuando acudió a su juzgado a ver las pruebas del espionaje en su contra. Al contrario, mientras veía fotos, leía partes de inteligencia y escuchaba audios, el clima fue de pura amabilidad. Lo mismo ocurrió cuando lo visitó Horacio Rodríguez Larreta, también víctima del supuesto espionaje.
Cuando le presentaban a un nuevo juez, el fallecido ministro de la Corte Suprema Enrique Santiago Petracchi siempre le decía lo mismo: "¿Sabe cuándo va a ser un juez independiente? Cuando traicione a quien lo nombró".
Pero tantos zigzagueos ahora le trajeron un fuerte traspié judicial al perder hoy el control de la causa que mayor visibilidad pública le había generado.
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