Federico Sturzenegger: “Con Macri no se profundizó lo suficiente en el desarmado de la estructura de poder, rentas y privilegios”
El extitular del Banco Central hace una revisión de los errores de la gestión de Cambiemos y avizora que “ningún plan funcionará” en 2023 si no se “drena de recursos al statu quo”
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Federico Sturzenegger es uno de los referentes económicos de Pro. Expresidente del Banco Central durante la gestión de Mauricio Macri, ahora orbita cerca de Patricia Bullrich, una de las presidenciables de Juntos por el Cambio, quien le pidió que colabore en el proceso de “simplificación legislativa”. Sturzenegger aún no leyó el nuevo libro de Macri, Para qué, pero está dispuesto a hacer una revisión sobre las deudas y errores de la gestión de Cambiemos y pretende dar el debate sobre cuál debe ser el modelo de la coalición opositora con miras a 2023: habla de las “lecciones” que dejó la experiencia de Macri y pone la mira en el futuro. Hace hincapié, sobre todo, en los “impedimentos” para que la Argentina “despegue”.
“Si no desarmamos los quioscos o ‘quintas’ que hay en el Estado, ningún plan va a funcionar en 2023″, remarca Sturzenegger, economista y profesor plenario de la Universidad de San Andrés.
-¿Cuándo diría que se gestó la crisis económica actual?
-La crisis de este gobierno es cien por ciento de este gobierno.
-¿Y no pesó la herencia de Macri? ¿Cuál es la responsabilidad de Cambiemos, que dejó la deuda con el FMI y distintas variables desalineadas?
-Me parece que no pesó. Macri dejó un déficit fiscal primario de solo 0,4% del PBI, tarifas ajustadas y tipo de cambio competitivo. ¿Qué más quieren pedir? En la primera semana de gobierno Fernández congeló jubilaciones y terminó de cerrar el déficit fiscal y los acreedores le ofrecieron patear todos los vencimientos cinco años, con lo cual podría haber arrancado su gobierno con equilibrio fiscal y con el tema deuda resuelto. Pero eligió meterse en el tema de la restructuración y ahí se autodestruyó.
-¿Por qué dice que se “autodestruyó”?
-Porque la deuda que se restructuró era solo 25% del PBI y su tasa era del 5%. Es ridículo ir a una restructuración agresiva por eso. Entonces si igual restructuras cuando podés no hacerlo, el mercado dice: ‘estos tipos me castigan porque les sirve políticamente, con lo cual es peligrosísimo laburar acá’. El resultado es el riesgo país en 2000 puntos y haber espantado inversiones, incluso cuando la guerra de Ucrania debería haber generado un influjo masivo de inversiones para desarrollar nuestro gas.
-¿Sergio Massa gana tiempo con “parches” o ya comenzó a corregir los desequilibrios?
-Massa tiene una situación parecida a la de [Eduardo] Duhalde en el 2002. Una inflación tan alta que pulveriza el gasto público. Entonces si logra congelarlo, aunque sea un par de meses, la inflación le hace, rápido, el trabajo de consolidación fiscal. Estimo que congelando el gasto no previsional en noviembre ya lograría el superávit primario. Pero bueno, hay que lograr eso. Al verlo conceder en ganancias, con bonos, se me va diluyendo la idea de que pueda lograr algo así. Y como tampoco levanta el cepo, me parece que apunta a ser más de lo mismo.
-Con una inflación del 100% y una brecha del 100% con el blue, ¿la situación está al límite?
-[risas] El límite está bien lejos. Se puede estar peor, mucho peor.
-¿Qué probabilidades hay de un estallido social en el corto plazo? ¿O la economía ya estalló?
-Al peronismo no le hacen estallidos. A fines de 2017, con la pobreza en el menor valor en treinta años, teníamos la 9 de Julio tomada todos los días. Todo financiado. Espero que el gobierno que gane en 2023 no se coma esos amagues. Porque van a volver.
-¿Macri se comió esos “amagues”?
-Todos nos comimos ese amague. Yo fui el primero. Toda la oposición le da al peronismo un atributo de representación que creo no es real. Si no ponen plata, me gustaría ver cuánto movilizan. Seguro que mucho menos que los movilizó Macri en su raid de cierre de campaña del 2019.
-¿Es inevitable una devaluación brusca o un salto cambiario antes de las elecciones?
-Con cepo una devaluación es evitable porque el desequilibrio se ajusta apretando el torniquete de las importaciones. Pero la economía sufre: las empresas se quedan sin insumos.
-¿Lo que complica es el déficit fiscal o que no existe un marco político para un plan sustentable? Es decir, ¿el problema es la economía o la política?
-La política, sin duda. La Argentina parece un lugar muy inestable en la superficie, pero, en realidad, tiene una estructura muy estable, un conjunto de intereses sectoriales muy establecidos: sindicales, industriales, la propia burocracia del Estado y hoy también los beneficiarios de la ayuda gubernamental. Ese entramado tiene recursos y, sobre todo, un partido político potente que los defiende: el peronismo. Es el partido del statu quo.
-¿Eso es el peronismo para usted?
-El peronismo tomó el lugar de protector del sistema que armó [Juan Carlos] Onganía, quien fue el verdadero responsable de la corporativización de la economía. Onganía les entregó las obras sociales a los sindicatos, creó SADAIC, reglamentó el ejercicio profesional. Pero una vez instalados esos quioscos ya no pudieron desarmarse. Entonces pienso que si no desarmás esos quioscos, ningún plan te va a funcionar. Porque cuando toques intereses el statu quo te va a bloquear.
-¿Cómo rompería ese entramado?
-Desarmar ese aparato requiere mucho coraje. Pero estoy seguro de que no va a ser por las buenas. La Argentina necesita una revolución. La agenda de 2023 es esto. Hablar de la macro, que es lo que me preguntabas, sin cambiar la estructura subyacente del poder, solo nos va a llevar a una nueva frustración.
-¿Coincide con la autocrítica que hace Macri en sus libros? Dice que el gradualismo fue producto de “su debilidad y no de su vocación”.
-Ok. Vamos al pasado. Hoy hay mayor conciencia que en los dos primeros años del gobierno anterior se tomaron riesgos fiscales innecesarios. La baja de retenciones, la reparación histórica y la actualización del mínimo imponible nos costaron 2,6% puntos de resultado fiscal por año. Y creo que fueron errores, porque la crisis del 2018 fue una crisis de financiamiento del gobierno que no hubiera ocurrido si el déficit hubiera sido 2,6% menor en cada uno de los dos primeros años. Es bueno que se haya tomado conciencia de no repetir eso.
-Entonces, no coincide con la autocrítica que hace Macri en sus libros.
-Coincido que la debilidad fiscal de los primeros años fue un error.
-¿Macri se equivoca cuando dice que el problema fue el “gradualismo”?
-Ahora hay vocación de no exponerse a una situación de debilidad fiscal y celebro ese convencimiento. Y las reformas micros tienen que ser rápidas y profundas. Ahí coincido que con gradualismo no las hacemos.
-¿Macri hizo “populismo light” para garantizar la gobernabilidad? Menciona la reparación histórica y la baja de retenciones.
-Mauricio tenía la visión de que bajar impuestos era clave para estimular el crecimiento. Y el entusiasmo puso eso por encima de la necesidad de estar fuerte fiscalmente. De ninguna manera llamaría a eso populismo.
-En JxC hay quienes critican haber levantado el cepo cambiario de arranque. ¿Qué opina?
-Levantar el cepo fue una medida audaz y sumamente exitosa. Desde que Argentina puso el cepo en 2011, el PBI per cápita ha caído un 12%. ¿Se entiende? Cepo es estancamiento, peor que eso, es decrecimiento. Así que pienso que levantar el cepo fue, es y será siempre algo necesario. Paradójicamente sí creo que salió algo bueno de que Macri volviera a poner el cepo al final de su gestión.
-¿Por qué dice que es “paradójico”?
-El cepo es como una copa de veneno. Y Macri se la dejó servida a Alberto. Y Alberto pisó el palito y se la tomó de una. Y una vez que metió ese veneno en su gestión, lo destruyó. Sin cepo, los alemanes ahora habrían invadido Vaca Muerta y la Argentina en pocos años duplicaría sus exportaciones. Así que el cepo fue un caballo de Troya. No sé si fue voluntario. Pero funcionó así y como pienso que el kirchnerismo le hace mucho daño al país, haberles legado el cepo que los destruyó me parece, paradojalmente, algo bueno.
-¿Macri se equivoca en enfocar su autocrítica en la primera etapa de la gestión y no en el manejo de la crisis financiera de 2018? ¿Hubo mala praxis?
-Los dos primeros años tuvieron una política fiscal mala con una política monetaria buena. Y los dos últimos una política monetaria mala con una política fiscal buena.
-En 2015, Macri dijo que “era fácil bajar” la inflación y que habría una “lluvia de inversiones”. Ahora plantea que en 2024 habrá que apostar al shock. ¿Sobrestima sus capacidades?
-A ver… en el segundo semestre del 2016 la inflación fue 8%. Todo el semestre, no por mes. Yo sigo creyendo que bajar la inflación es fácil si haces lo que tenés que hacer y te mantenés firme en tu estrategia.
-Entonces, ¿qué falló en el gobierno de Macri?
-Eso de que “falló” corre por tu cuenta. El gobierno tuvo importantes éxitos. Pero si algo tengo que mencionar diría que no se profundizó lo suficiente en el desarmado de esa estructura de poder, rentas y privilegios que mencionaba antes. Había que reformar la industria farmacéutica, la de pesca, lo de Tierra del Fuego y dar más libertad en el sistema de salud, entre otras cosas. Y la lección más importante es que hay que arrancar por ahí, porque si no, esos intereses después no te van a dejar ni hacer la micro ni ordenar la macro.
-¿Esas serían las primeras medidas económicas que deberá tomar el próximo gobierno?
-Para mí, todo arranca con desarmar lo que Jorge Bustamante llama la “república corporativa”, “las quintas”. Y eso implica tanto las “quintas” en el Estado que chupan recursos a la gente vía impuestos o inflación, y las sindicales y empresarias que le chupan recursos con precios altos o salarios bajos. Un ejemplo es el régimen de Tierra del Fuego. Solo en celulares el régimen le cuesta a la gente 0,3% del PBI cada año que es lo que se gasta de más que si, por ejemplo, importaras esos celulares. Es decir que la de Tierra del Fuego es una industria con valor agregado negativo: lo que producen vale menos que lo que cuesta producirlo.
-¿La “macro manda”, como predica Hernán Lacunza, o depende de “las quintas”?
-Siempre criterioso Hernán. Lo que dice es que si tenés un desastre macro no podés hacer nada. Pero la macro es un desastre porque hay intereses que buscan un privilegio y que te complican lo fiscal y el crecimiento. Si vas a armar un programa y no vas a considerar, por ejemplo, sacarles las obras sociales a los sindicatos o al menos liberar totalmente la posibilidad de que la gente elija que salud quiere, mejor ni intentes, porque no vas a tocar una estructura de poder que no te va a dejar gobernar.
-¿Hay que sacarles las obras sociales a los gremios e ir contras “las quintas en el Estado”?
-En el Estado y en las múltiples quintas que el propio sector privado se armó bajo el amparo y protección del Estado.
-¿Se requiere un programa de estabilización, algo similar al plan Austral?
-Me asustan esas ideas, porque veo una tentación de ir hacia tipos de cambios fijos que hoy no usa ninguna economía seria. Un plan de estabilización hoy necesita escindir al Banco Central de la política y focalizarse en cerrar el agujero fiscal. Sumarle alquimias cambiarias pueden ayudar en el corto, pero nos van a resultar muy costosas en el largo plazo. Estabilizar es laburar, no poner un rotulo y un lindo nombre.
-¿Hay que ordenar los precios relativos y hacer una reforma monetaria?
-Hay que hacer una reforma monetaria, sin duda. Yo siempre defendí la idea de un Banco Central independiente, pero ahora me convencí que eso no alcanza. Una ley que dé independencia como la que sugiere Martin Tetaz sería un paso muy bueno, pero no suficiente.
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-¿Y prohibiría la emisión o no es viable?
-Es que eso no sería suficiente tampoco, porque el tema es que te crean que vas a mantener esa regla. Por eso, hoy voy por la idea de que necesitamos ir a una organización monetaria supranacional, digamos un Banco Central del Mercosur. A los políticos tocar eso les va a resultar más difícil. Entonces, si Lula o [Jair] Bolsonaro se prenden, me sumaría de una sin chistar y sin poner ninguna condición. Ahí tendríamos la escisión, pero con una moneda flotante, y aprovechando a nuestros vecinos que son más creíbles.
-¿Se puede abrir la economía y tener un tipo de cambio real competitivo al mismo tiempo?
-Néstor Kirchner lo logró. Así que supongo que la respuesta es que sí.
-¿Entonces el próximo ministro de Economía no debe llegar con un equipo que maneje toda la “botonera”?
-¡El fetiche del ministro salvador! No, porque el ministro no tiene que tener la botonera del Banco Central. Se requiere coherencia de acción.
-¿Hay que dolarizar la economía o no?
-La dolarización es una mala idea. Es una manera extrema de fijar el tipo de cambio, que va a implicar tarde o temprano grandes costos. A Macri el tipo de cambio flotante lo salvó, porque permitió el ajuste de las variables y evitó un derrape del desempleo. Pero la dolarización, además, tiene un costo terrible, imperdonable que es el tener que intercambiar bienes por papel pintado.
-¿Cómo sería?
-Y si la base monetaria es 20% del PBI, hay que mandar 20% del PBI a EEUU para cambiarlo por papel pintado, ¿o de dónde piensan que salen los dólares? ¡Hay que comprarlos! Y si hay inflación, tenés luego que seguir mandando bienes porque va a necesitar más papel pintado. Te doy un cálculo: con la base en 20% y una inflación como la de hoy en EEUU tendríamos que gastar 2% del PBI en comprar papel pintado. Eso un problema gravísimo. La verdad prefiero hacer autopistas en el país con ese 2%.
-¿Cómo se saca al país del naufragio sin hacer un ajuste “drástico”, como pide Macri?
-¡Que daño que hace la palabra ajuste! Un cliché que no nos deja avanzar en el debate. Imagínate que bajás el gasto público y con eso bajás el impuesto inflacionario. ¿Eso lo llamarías ajuste? Yo no. Ese cliché es instrumental a todos los grupos de interés que viven del Estado, que tienen miedo que entendamos que ajustarlos a ellos no es ajustar a la gente sino justamente lo contrario. Para mí, ¡no ajustar es el ajuste! ¿Se entiende?
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-¿Hay que privatizar a Aerolíneas Argentinas y eliminar empresas públicas, como propone Macri?
-Total. No hay motivo económico, distributivo o federal para mantener a Aerolíneas. La corona inglesa le sale al presupuesto inglés 100 millones de dólares al año. Aerolíneas nos sale 700. ¡Por favor! Y encima Aerolíneas opera para destruir a la competencia. Fíjate el poder del statu quo que algo tan ridículo como eso se sostiene. Ese lastre el próximo gobierno se lo tiene que sacar de encima el primer día. Yo se la regalaría a los empleados y listo.
-¿Y no le preocupa la pérdida de puestos de trabajo y de conexiones?
-Lula quebró a Varig y [José “Pepe”] Mujica, a Pluna. Se dieron cuenta que eran una estafa a su pueblo. Y esos ejemplos de Lula y Mujica confirman que en Argentina lo de Aerolíneas no es un tema de ideología, sino de intereses. Pero si la empresa se la regalas a los empleados, ¿qué puestos se pierden? Ninguno. La desregulación exitosa que se hizo en la gestión de [Guillermo] Dietrich, que espero vuelva reforzada, en realidad duplicó los vuelos totales y subieron tanto los de Aerolíneas como los de otras empresas.
Entonces no hay que caer en la trampa de que se van a perder puestos de trabajo, porque eso se usa para justificar los privilegios.
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-¿Qué implicaría eliminar los “privilegios” o “quintas” del Estado?
-Implica reducir el gasto político, hacer el ingreso al Estado meritocrático. O eliminar todas las asignaciones específicas canales ocultos por donde va la guita del Estado a cuatro vivos. Y sacar todos los fideicomisos que son caja del Estado que nadie sabe cómo se gastan. Que yo recuerde hubo un solo ministro que tuvo la valentía de plantear cambiar todo este entramado.
-¿Por quién lo dice?
-Silvina Batakis. Fue muy valiente. Pero duró 27 días. Y duró eso por esto. Porque dijo: ‘todas estas asignaciones específicas, fideicomisos vamos a unificarlos porque no sabemos qué se hace con la guita’. Y eso era destapar la olla del quinto círculo del infierno.
-¿El próximo gobierno podrá bajar impuestos y retenciones o habrá que subirlos en algunos casos, como dijo Pablo Gerchunoff, para evitar un estallido y garantizar la gobernabilidad?
-Los impuestos no son los culpables de nada. El culpable es el gasto que obliga a tener impuestos. Entonces, sería un error repetir lo que hicimos en 2016, que fue arrancar por bajar impuestos, porque te pone en una situación de vulnerabilidad. Bajaría el gasto y si abrís el quinto círculo del infierno vas a sacar tanto pus, que vas a ahorrar mucho. Pensá que solo las empresas públicas te van a dar 1% del PBI de ahorro. Después cuando estés en equilibrio ahí hay que empezar a bajar impuestos.
-¿Y qué características debe tener el sistema impositivo en 2024?
-Otros de los privilegios del statu quo se manifiesta en que la Argentina tiene impuestos muy altos, pero para solo para unos pocos. Todos los poderosos tienen exenciones. ¿No sería mejor que todos paguen lo mismo y menos? Entonces esa es una tarea pendiente: simplificar y homogeneizar.
Todos los poderosos tienen exenciones. ¿No sería mejor que todos paguen lo mismo y menos? Entonces esa es una tarea pendiente: simplificar y homogeneizar. Y eliminar loopholes, como el artículo 79 de la ley 24.467, que permite que muchos ricos paguen cero de impuesto a las ganancias.
Y luego hay un cambio central necesario que es centrar el cobro de impuestos en el impuesto a las ganancias para poder reducir otros impuestos como los que gravan al trabajo. Pero estamos lejísimo de eso. El statu quo sindical presiona para subir el mínimo no imponible y entonces ganancias lo paga solo el 10% más rico de la población (en EEUU el 50%). Entonces lo que no cobras con ganancias lo pagas en impuesto inflacionario que pagan los pobres. Es una locura.
-¿Coincide con Macri en que la sociedad –pese que en los sondeos aparece crispada con la clase dirigente y pesimista sobre el futuro- estará dispuesta a hacer más sacrificios y tolerar un ajuste?
-Definitivamente hay más conciencia social y en la dirigencia que este régimen no va más.
-¿Hay un resurgimiento de las ideas liberales, como piensa Macri?
-Sí. Y eso es muy bueno, al menos para los que comulgamos con esas ideas [risas].
-¿Cuánto influyó la irrupción de Javier Milei?
-La contribución de Javier fue esencial porque explicitó que había una demanda electoral por estas ideas que el combo de Juntos no había logrado visibilizar. Javier solo logró correr el arco del debate político. Solo por eso creo que todos le debemos muchísimo.
-¿Visualiza un cambio de régimen pese al poder de las “quintas”?
-Soy un optimista recalcitrante, pero con los años fui moderando mi optimismo. El statu quo es tan potente tan poderoso que no veo cómo se le puede ganar. Quizás un movimiento inicial contundente y definitorio pueda doblegarlo. Pero si fallas ahí, es como pelear contra Mohamed Ali, no lo vas a lograr.
-¿Hay coincidencias en JxC sobre cuál es el diagnóstico, qué deberían hacer y cómo lograrlo?
-Hay visiones muy diferentes, al menos en lo económico. Por suerte están las PASO [cruza los dedos] para dirimir el camino.
-¿El plan del 70% que promueve Larreta trabaría reformas de fondo?
-Exacto. No creo en ese plan. Me parece que sumar a quienes tienen como único objetivo bloquear las reformas te lleva a la inacción.
"El cliché del ajuste es instrumental a todos los grupos de interés que viven del Estado"
¿El candidato de JxC debe tener un perfil moderado para acordar y consensuar o duro para resistir las reacciones al “cambio”?
-Al statu quo hay que drenarlo de recursos rápido. Si no agarra tus petates y ándate a tu casa porque vas a salir con el ojo negro. Si querés ser elástico, podés correr un rato en el ring escapando de Ali. Pero es un ejercicio estéril.
-¿El próximo gobierno podrá conseguir crédito?
-Espero que no. Y si es sí, espero que no lo use. Terminemos con esa.
-El perfil de Bullrich lo entusiasma más que el de Larreta o María Eugenia Vidal.
-Sí. Patricia Bullrich tiene la convicción y el coraje para enfrentar los intereses. Es decir que tiene lo que debe tener. Pero también no tiene lo que no debe tener, que son compromisos. Así que allí estará mi voto y mi corazón.
-¿Y Macri merece “un segundo tiempo”?
-Me parece que, como principio general, todos merecen una segunda oportunidad. En este caso eso lo dirá el electorado.