Federico Delgado: "Imagino un gran juicio por el caso Odebrecht"
A Federico Delgado le pueden decir cualquier cosa menos que pasa desapercibido, que "hace la plancha", como dicen en Comodoro Py. El fiscal conoce casi de memoria esos tribunales federales que, precisamente, no gozan de buena fama. Lleva 27 años dentro de la Justicia, por eso, se siente legitimado para señalar, con ejemplos concretos, los problemas que enfrenta a diario en su segundo libro "Injusticia" [editorial Ariel].
"El libro no es un tango. Propongo soluciones", afirma Delgado, que recibe a LA NACIÓN con un café con leche en el clásico bar Varela Varelita. Su oficina, como la define, con su escritorio pegado a la ventana que se recuesta sobre Scalabrini Ortiz. "Comodoro Py sigue siendo una gran escuela", sorprende, quizás, el funcionario más crítico de todo el edificio. Tampoco ahorra autocríticas cuando se define, por pertenecer al sistema, como "una manzana podrida".
Hoy, el fiscal recusó al juez Marcelo Martínez De Giorgi, que lo llamó a indagatoria por la supuesta violación del secreto en la investigación por la muerte de cinco jóvenes en la fiesta electrónica Time Warp en 2016. Fueron semanas intensas para Delgado por coletazos de esa causa y los de Odebrecht y Gustavo Arribas: lo denunciaron cinco veces y lo citaron a declarar en indagatoria. Afirmó que hubo una maniobra para armar causas "truchas" y advirtió que "puede terminar con un tiro".
-¿Lo sorprendió la indagatoria ordenada por Marcelo Martínez de Giorgi?
-Jamás pensé que un juez iba a ser capaz de armar una causa trucha. Es el nivel más alto de violencia institucional que, si se intensifica, necesariamente se desplazará hacia lo físico. Esto no es paranoia. Es el análisis de los hechos que comuniqué en 2016, pero que la gestión de [Alejandra] Gils Carbó no quiso escuchar.
-¿Quién está detrás de esta maniobra a la que hace referencia?
-Si lo supiese, obviamente, lo denunciaría. Como dice [el politólogo italiano] Norberto Bobbio, hay poderes invisibles que por ahora ejercen violencia institucional.
-Es crítico de Comodoro Py pero también forma parte del sistema. Muchos le critican los libros por relatar los problemas…
-Soy parte de esto, yo también soy una manzana podrida, y eso me da legitimidad para criticarlo. Nuestro deber es criticarlo, con sus cosas buenas y sus cosas malas. A la Justicia no le cree nadie. Es mi responsabilidad no sólo ofrecer una crítica, sino también un camino de salida. Comodoro Py sigue siendo una buena escuela, con mucha gente valiosa. Hubo juicios ejemplares como el caso Mariano Ferreyra, Once y Cromañón.
-¿Por qué esos casos sí pudieron ser ejemplares?
-Sobre todo porque hubo una apropiación social del tema. Como ocurrió con el juicio a las juntas militares, que en la Argentina había un ecosistema favorable. Lo más jodido es la indiferencia de la sociedad.
-Pongamos otros ejemplos: ¿por qué el caso López lleva diez años y la causa Arribas se cerró en menos de dos meses?
-La causa de José López es un manual para encarar cualquier reforma judicial y en el caso de Arribas ocurre que a la Justicia le cuesta investigar a quienes tienen el poder.
-¿Cómo es eso del caso López para un manual de reformas?
-La Justicia buscó, mal o bien, durante diez años el dinero, pero López tenía la plata escondida en su casa. Se buscaron datos durante cuatro años: cuentas en el exterior, bienes en las provincias, se siguieron sus gastos en detalle, ¡pero lo más obvio era buscar en su casa!. Es todo una declaración de principios de cómo la Justicia se aproxima a los hechos.
-Y el teléfono de López se convirtió, además, en una fuente de información para otras causas.
-Sí, pero nosotros seguimos con el fax, con el telegrama. Últimamente tenemos un problema: tratamos de conseguir algunos datos que están afuera del país por e-mail porque el Código nos lo permite. Entonces algunos se sorprenden y nos preguntan: "¿cómo que por e-mail?". Tenemos que cambiar esos viejos hábitos e incorporar tecnología.
-Esa es una de las medidas para mejorar la Justicia que cuenta en el libro, ¿cuáles serían otras?
-Es muy importante incorporar mecanismos de rendición de cuentas en la Justicia para que los buenos tengamos el incentivo que nos demuestre que ser buenos vale la pena. Otra: sacarle discrecionalidad a los concursos públicos para que el mérito derrote a la rosca.
-Hablando de rosca, ¿existen los operadores en Comodoro Py?
-¡Pero cómo no van a existir! La Justicia es un lugar bastante opaco, todo el tiempo se cuelan los intereses particulares. Cuando a alguien le golpean la puerta puede abrirla o decir "no, gracias". La fragilidad institucional hizo que el rol de los operadores quede sujeto a la moral de cada funcionario.
-¿Por qué no se llega a un acuerdo con Brasil por las pruebas del caso Odebrecht?
-En la Argentina corrimos el eje. El caso de [Leonardo] Meirelles es paradigmático: tiene un acuerdo con Brasil que si llega a decir algo que no puede probar va preso. Pero acá le desconfiamos. Así es muy difícil, porque Meirelles, en realidad, está hablando en nombre del Estado brasileño. Pero acá, en lugar de escucharlo, discutimos al testigo.
-¿Y cómo termina el caso Odebrecht?
-Sin la información de Brasil estamos todos dibujando algunos lagos cuando ellos tienen la laguna completa. Sin embargo, imagino un gran juicio oral porque el trabajo que se hizo en la Argentina ya lo amerita.
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