Falleció Rogelio Frigerio, el padre del desarrollismo
Fue una de las figuras centrales de tres décadas de política
En la historia política argentina de los últimos cincuenta años, la figura brillante de Rogelio Frigerio -que falleció en la madrugada de ayer, a los 91 años- sobresalió por la originalidad de su estilo personal y por la infrecuente calidad de su versación intelectual. Impulsor infatigable -junto con Arturo Frondizi- de un movimiento político que enriqueció sin duda la vida pública nacional, como fue el desarrollismo, guardó siempre una fidelidad inquebrantable a sus ideas y mantuvo, en su actividad como líder partidario, un nivel verdaderamente inusual de seriedad y de respeto hacia los valores democráticos esenciales.
Cuando irrumpió en el periodismo nacional, en la segunda mitad de la década del 50, como director de la revista Qué , Frigerio se reveló ya como un observador riguroso e imaginativo de la realidad nacional. En realidad, Frigerio se había incorporado a esa revista en la década del 40, pero fue en 1956 -ya producido el derrocamiento de Perón- cuando asumió su dirección, y su nombre se hizo conocer como el de un profesional periodístico particularmente atento a las necesidades cada vez más refinadas que empezaban a instalarse en el país en materia informativa.
Sin embargo, la personalidad creativa y potente de Frigerio se iba a poner de manifiesto algo más tarde. Exactamente cuando irrumpió en la escena pública como el principal colaborador y asesor de Arturo Frondizi, luego de que éste fuera elegido, en la convención nacional de la Unión Cívica Radical, en Tucumán en 1956, candidato a presidente por una fracción del histórico partido.
La convención mencionada había provocado una drástica división del radicalismo. Un sector, liderado por Ricardo Balbín, había constituido la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), con posiciones cercanas al gobierno de la Revolución Libertadora presidido por el general Pedro Eugenio Aramburu. El otro sector, con el liderazgo de Frondizi, había adoptado el nombre de Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) y se alineaba en una postura opositora respecto del gobierno militar.
Nacía para Frondizi el compromiso de darle a su flamante partido una identidad fuerte y definida. En esa tarea, la contribución de Frigerio fue inestimable, pues ayudó a diseñar las bases del nuevo movimiento como expresión política orientada a impulsar el desarrollo de la Argentina como prioridad indiscutida y a estimular la integración productiva del país. Frigerio era un partidario fervoroso del crecimiento industrial y tomaba posturas cada vez más alejadas de la rutina liberal histórica.
Pronto Frigerio iba a ocupar un segundo espacio estratégico entre los sostenedores de la candidatura de Frondizi: el de operador político. Frondizi había aceptado jugar una carta audaz: la búsqueda de un acuerdo con Perón, que desde su derrocamiento permanecía en el exterior. Rogelio Frigerio fue el negociador que concertó esa transacción. Perón, cuyo partido se encontraba proscripto, otorgó el apoyo de sus seguidores a la candidatura de Frondizi.
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El 23 de febrero de 1958, la UCRI ganó con amplitud las elecciones nacionales y el 1° de mayo de ese año Frondizi se consagró presidente de la Nación. Frigerio asumió el cargo de secretario de Estado de Relaciones Económico-Sociales de la flamante Presidencia. Pronto su influencia se hizo sentir en las otras áreas del gobierno nacional. El "frigerismo" pasó a ser reconocido por los analistas políticos como una de las líneas internas decisivas del gobierno frondicista.
Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre las causas del grave deterioro a que fue expuesto el gobierno de Frondizi, que en 1962 decidió levantar la proscripción que pesaba sobre el peronismo y autorizó su concurrencia a las urnas con un lema amigo, lo que determinó que en algunas provincias triunfaran en los comicios candidatos inequívocamente justicialistas.
El caso más notorio fue el de Andrés Framini, que fue elegido gobernador de Buenos Aires. El hecho resultó inaceptable para los sectores del Ejército abroquelados en el rechazo frontal al peronismo y determinó que Frondizi fuera destituido por un golpe militar, en 1962. El desenlace a que fue arrastrado Frondizi no impidió nunca el reconocimiento de los aspectos indudablemente positivos de su gobierno. Hay que incluir, entre ellos, la formulación de una política de desarrollo vigorosa, que si hubiera sido adoptada como una política de Estado habría abierto tal vez un venturoso horizonte para el destino económico de la Nación. Habría que mencionar la valiosa política de apertura que se trazó para la explotación del petróleo y que llevó al país a lograr el pleno autoabastecimiento de ese producto. En esos avances, la intervención de Frigerio desempeñó un papel decisivo.
En los años que siguieron, Frigerio acompañó a Frondizi en la estructuración del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), el partido que recogió el pensamiento vivo del desarrollismo y lo proyectó a la acción. Además, Frigerio siguió siendo un crítico permanente de la realidad económica y su juicio se proyectó al centro de la escena para proponer siempre el retorno al modelo desarrollista, aunque en algunos casos aligerando la carga dogmática de su prédica y abriéndose a combinaciones políticas con otros sectores para integrar frentes electorales de coalición, como el que lo llevó en 1973 a acompañar al justicialismo en su retorno al poder.
En 1983, Frigerio fue candidato presidencial de su partido, como parte de la fórmula que integraba, en calidad de aspirante a vicepresidente, Antonio Salonia.
Por su creatividad política, por el alto nivel científico de sus conocimientos, por la coherencia de sus ideas, se ganó un lugar en la historia política del país que no se le puede dejar de reconocer. Se podía discrepar con sus ideas, podían juzgarse desacertados algunos de sus movimientos políticos, pudo responsabilizárselo alguna vez por haber estado en el centro de un desasosiego institucional que tal vez no pudo o no supo impedir.
No se puso nunca en duda la sinceridad de su adhesión a una reconstrucción de las ideas nacionales en la que ponía sus mejores afanes. Quedan sus innumerables libros, que dedicó al estudio de las grandes crisis nacionales; sus conferencias, recordadas por sus altísimos niveles de calidad; su pasión de argentino, de la que nadie pudo nunca dudar. Había nacido en Buenos Aires el 2 de noviembre de 1914. El sepelio será hoy, a las 11, en el cementerio la Recoleta.