Falleció ayer el ex embajador Aja Espil
Fue especialista en temas internacionales
Con la desaparición del doctor Jorge Aja Espil, que ayer falleció en nuestra ciudad a los 84 años, pierde el país a un conocedor extraordinario de la vida política internacional y de los entretelones diplomáticos que tejen y renuevan su compleja trama.
Embajador en los Estados Unidos entre 1976 y 1981, fue un testigo lúcido y un observador privilegiado del decisivo proceso de distensión que libró a la humanidad, en los años ochenta, de la amenaza de una guerra nuclear. Siguió de cerca las gestiones de acercamiento entre el presidente Ronald Reagan y el líder soviético Mikhail Gorbachov y más de una vez volcó su experiencia de gran analista internacional en las páginas de LA NACION, diario que lo contó entre sus colaboradores más destacados y constantes.
La vinculación con el mundo de la diplomacia internacional le venía de lejos a Jorge Aja Espil. Recibido de abogado en 1945, había dado los primeros pasos en la profesión como miembro de un estudio jurídico integrado por tres conocidos ex diplomáticos: los doctores Espil, García Arias y Santos Muñoz. Su tío, el doctor Felipe Espil, había tenido a su cargo la atención de los intereses argentinos en Washington entre 1922 y 1928 y más tarde, ya con la jerarquía formal de embajador, entre 1931 y 1943.
Jurista de sólido y reconocido prestigio, Jorge Aja Espil se especializó siempre en las cuestiones constitucionales. Cuando era un joven jurisconsulto, brindó un importante asesoramiento al presidente Arturo Frondizi -y a su ministro del Interior, Alfredo Vítolo- durante algunos importantes debates que se suscitaron hacia 1961 en la Cámara de Senadores de la Nación.
Durante intensos y recordados años, ejerció en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires la titularidad de la cátedra de Derecho Constitucional, así como la de Historia Constitucional.
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A su gran formación jurídica sumaba Aja Espil una rica y diversificada versación humanística, que le daba un sello clásico a su perfil cultural. Era, además, un hombre que sobresalía por su temple vigoroso y su firmeza de carácter, atributos que se pusieron claramente de manifiesto en la admirable entereza con que sobrellevó, en los últimos años, su penosa enfermedad.
Su dominio de los temas relacionados con la política exterior argentina y con el derecho internacional se manifestaron plenamente en la brillante tarea de conducción que cumplió en el Consejo para las Relaciones Internacionales (CARI), institución entrañable de la vida cultural argentina, de la que fue presidente y, en un tiempo más reciente, vicepresidente.
Entre 1971 y 1973 se desempeñó como embajador en Colombia y entre 1962 y 1963 ocupó en el gobierno nacional la Subsecretaría de Relaciones Exteriores. Como asesor jurídico y como delegado participó en representación del país en incontables reuniones internacionales, muchas de ellas convocadas por las Naciones Unidas. Se recuerdan muy especialmente sus intervenciones en debates vinculados con el comercio internacional de granos y con el rol institucional de la FAO. También intervino en estratégicas conferencias sobre Derecho Diplomático y Consular.
Miembro de número de las academias nacionales de Derecho y de Ciencias Morales y Políticas (de esta última corporación fue presidente), perteneció también a otras importantes entidades internacionales, como el Comité Jurídico Interamericano, dependiente de la OEA, la Bar Association o el Comité Asesor de Derechos Humanos de la Comisión Nacional Argentina para la Unesco.
Entre las distinciones internacionales que recibió se cuentan la Gran Cruz al Mérito por Servicios Distinguidos de la Orden del Sol, que le fue conferida por el gobierno del Perú, y la Gran Cruz de la Orden de Boyacá, que le otorgó el gobierno de Colombia.
Fue autor de numerosas obras, que han quedado como trabajos jurídicos de consulta, tales como "La Declaración de Derechos Humanos y la Constitución Argentina", "En los orígenes de la tratadística constitucional", "Historia y teoría de los poderes implícitos", "Lecciones de derecho constitucional" y "El nuevo derecho del mar".
De sus conferencias y publicaciones se recuerdan especialmente "Mitre constitucionalista" e "Historia de la protección de los derechos individuales en la legislación brasileña".
Había nacido el 25 de noviembre de 1920, en el seno de una familia de antiguo arraigo en localidades bonaerenses como San Andrés de Giles y Mercedes. Su padre, Antonio Aja, médico pediatra de recordada trayectoria, fue uno de los fundadores de la compañía de seguros La Primera.
Jorge Aja Espil fue representante inconfundible de toda una estirpe de dirigentes que aportó a la cultura argentina matices sobresalientes de dignidad y jerarquía moral. Sus restos recibirán sepultura hoy, a las 15, en el cementerio de la Recoleta.
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