Facundo Manes: “He visto el sistema desde adentro y comprobé que está podrido”
El diputado fue uno de los dirigentes de la UCR que visitó La Pampa para festejar el triunfo de Berhongaray; afirma que hay “una elite política profesional” que quiere aislarlo y pide que Juntos por el Cambio abandone las peleas internas
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SANTA ROSA (Enviado especial).- Facundo Manes aterrizó en esta ciudad el domingo por la noche, tormenta mediante, y no llegó al festejo en el comité radical, pero pudo pasar por la casa del ganador de la elección interna de Juntos por el Cambio, Martín Berhongaray, y saludarlo. Esa tardanza hizo que no coincidiera con el senador Martín Lousteau, que había llegado más temprano. La falta de foto conjunta activó especulaciones sobre el vínculo, pero Manes las descartó en una entrevista con LA NACION en la que criticó el internismo exacerbado, pidió ampliar la alianza opositora, dijo que el sistema político “está podrido” y que hay una “elite” de dirigentes que buscan apartarlo del camino.
–¿Por qué ganó el radicalismo en este primer test electoral?
–El resultado de La Pampa le da la razón a lo que venimos sosteniendo que existe un nuevo radicalismo, con proyectos, con legítimas ambiciones, que quiere estar en Juntos por el Cambio en pie de igualdad con Pro. Invito a todos los que tienen sentimiento radical en el país a recuperar la autoestima y, junto a otros partidos políticos y fuerzas sociales, a generar una nueva mayoría para gobernar el país y transformarlo. Lo que pasó en La Pampa nos da esperanzas, porque cuando vemos que existen nuevos y buenos liderazgos, la sociedad tiene el derecho a elegirlos. Más allá de los aparatos políticos, de la obscena cantidad que ponen los aparatos en la campaña. Cuando la sociedad ve gente nueva, aunque tengan dos escarbadientes en términos de aparato, pone su voto de confianza. Creo que Martín Berhongaray, Francisco Torroba, son ejemplos de esperanza para cambiar el futuro. Por eso fui ayer y voy a seguir yendo. Estoy convencido de que La Pampa nos marca el camino.
–¿El resultado fortalece las aspiraciones de la UCR de tener entre sus filas al candidato a presidente por Juntos por el Cambio?
–Sin dudas. Tenemos la opción y la necesidad de entender la época. La Argentina requiere de un espacio político que pueda convocar a una gran mayoría. Creo que nuestro espacio, que se ha renovado, que tiene gobernadores, más de 400 intendentes, senadores, diputados, concejales, ha entendido que puede convocar a una nueva mayoría social, para ampliar a sectores que no nos votaron y a los jóvenes que votan por primera vez. La Argentina necesita confianza, políticas a largo plazo, acuerdos para invertir en productividad, en la revolución educativa, científica y tecnológica que tenemos que hacer para generar más riqueza. Eso lo puede hacer un espacio como el nuestro, que no representa las antinomias ni las minorías intensas, que pueden ganar una elección, pero no gobernar un país.
–¿Qué expectativas vio en Berhongaray con respecto a las generales en La Pampa?
–Lo vi muy bien, tengo un gran aprecio por él. Como yo, dio el paso y se involucró. Coincidimos en que hacer política ahora es más difícil que cuando lo hacía el padre (Antonio Berhongaray, exsenador y diputado, fallecido en 2017). En estos momentos, es meterse en la profesión con más desprestigio. Hablamos del divorcio de la política con la sociedad. Un país pobre con políticos acomodados es inaceptable; eso no es democracia. Muchos se hacen los nuevos y hace 30 años que están en el sistema. Gente como Martín inspira confianza. He visto el sistema desde adentro y he comprobado que está podrido. Lo que no puede lograr este sistema corrupto y decadente es quitarnos el sueño de un país mejor. No estoy en contra de la política y las instituciones, estoy en contra de las corporaciones, que son el principal obstáculo para la transformación de la Argentina. Soy nuevo en esto, estoy desilusionado con lo que veo, pero no llegué a la política para sumarme a los vicios. Por eso estamos hasta el final, para generar un espacio moderno, renovador y que amplíe la coalición. Tengo miedo de que Juntos por el Cambio, si sigue en esta novela de candidaturas, esté girando sobre su electorado histórico y que esté expulsando a nuevos potenciales votantes. En lugar de ampliar la coalición, quizá la estemos achicando con tanta interna y discusión. La novela interna pone en riesgo la victoria electoral frente al kirchnerismo.
–¿Cómo quedó su situación internamente después de sus declaraciones sobre el “populismo institucional” de Macri?
–Estoy muy bien, con un afecto fenomenal de la gente en la calle, que me pide que no afloje. Siente que hay una elite política profesional y un aparato que me quieren aislar, pero la gente me da más fuerza. Es momento de hablarles a los argentinos que quieren ganarle al kirchnerismo, que ha gobernado 16 años de los últimos 20 y es un desastre. Hay una pobreza insoportable, desconexión con la sociedad, miedo por la inseguridad. Mientras los políticos siguen en la interna y la lucha de poder, la violencia y el narcotráfico en Rosario nos están mostrando lo que será el futuro de la Argentina si la dirigencia no comprende los dramas sociales en vez de defender privilegios.
–Al llegar más tarde que Lousteau ayer y no compartir una foto, en La Pampa se escucharon versiones sobre una relación tirante con él. ¿Cómo está ese vínculo?
–Tengo gran respeto por Martín, lo considero una persona muy inteligente y el mejor candidato del radicalismo en la ciudad de Buenos Aires. Creo que tiene altas chances de ser jefe de gobierno y lo vamos a apoyar. Ayer llegué tarde por cuestiones meteorológicas. Me hubiese encantado estar juntos pero, a veces, el riesgo de vida es más importante que una foto y, la verdad, no se podía llegar antes. Ojalá que Martín sea el próximo jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires por el radicalismo. Yo creo en la política como la mayor herramienta de transformación social, pero creo que tampoco es momento de hablar de candidaturas. Es momento de entender a la sociedad y de explicarle cómo salimos. Hay una sociedad apática y que no cree en nada, el mayor desafío de un liderazgo es representarla. Alfonsín decía que con la democracia se cura, se educa y se come; hoy, decimos que sin prosperidad, igualdad y desarrollo, peligra la democracia, porque los chicos de clase media y alta se van del país, y los chicos de clases más vulnerables se están yendo de la democracia, no creen en ella ni en las instituciones.
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