Fabiola Yañez recibe a una de sus hermanas en Madrid, casi no sale del departamento y se siente más tranquila con su nueva custodia
A tres semanas de haber denunciado al expresidente por violencia de género, la exprimera dama sigue refugiada en su departamento; la cercanía de la declaración de su madre y los dichos de Rodríguez
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Mientras en Buenos Aires avanza la ronda de los testigos en el marco de la causa por violencia de género contra Alberto Fernández, Fabiola Yañez recibe por estos días en Madrid la visita de Tamara, una de sus dos hermanas menores. En la capital española, donde vive desde diciembre de 2023, la ex primera dama dispone de nuevos encargados de su custodia, que llegaron para reemplazar a los agentes de los que ella dijo desconfiar, por su supuesta cercanía con Fernández.
“Que los custodios no sean del lado de él [por Fernández], es algo de por sí para que ya esté más tranquila”, aseguraron a LA NACION fuentes cercanas a Yañez. De todos modos, indicaron que el contacto entre la ex primera dama y la dupla que la cuida, que representan gastos por unos 36.000 dólares al mes, es prácticamente nulo: Yañez no sale de su departamento en uno de los barrios más sofisticados de la ciudad. En ese lugar, cuya ubicación exacta por motivos de seguridad permanece bajo estricta reserva, es que se sumó en los últimos días una de sus hermanas, Tamara, que por estas horas fue noticia luego de que el portal El Disenso reveló que fue nombrada en el Ente Binacional Yacyretá durante el gobierno de Fernández.
La llegada de Tamara Yañez se da en vísperas de que declare Myriam Yañez Verdugo, la madre de ambas y una de las personas que más acompañó a su hija en la intimidad de Olivos. Es su “sostén”, como la definió la propia ex primera dama.
“Han dicho que vivo una vida de lujo. Yo no tengo empleada y no tengo niñera. Mi mamá es la que me ayuda con mi hijo y es la que está sosteniendo todo”, explicó Yañez en su entrevista a Infobae. Por algunos días, el cuidado del niño y la dinámica familiar se hará extensivo a Tamara Yañez, algunos años menor que la ex primera dama.
Yañez está al tanto del expediente a través de su abogada Mariana Gallego, quien participa en Comodoro Py de las declaraciones testimoniales que iniciaron el jueves pasado la periodista Alicia Barrios y la exsecretaria de Fernández María Cantero, y que este lunes continuó Daniel Rodríguez, exintendente de la quinta presidencial de Olivos.
Rodríguez se manejó como “amo y señor” de Olivos durante los cuatro años de Fernández como presidente. Ambos se conocen desde tiempos en que el exmandatario era jefe de Gabinete de Néstor Kirchner y Rodríguez integraba su custodia. Excabo de la división bomberos de la Policía Federal, Rodríguez permaneció cerca de Fernández en sus tiempos en el llano, así como de Cantero y su marido, el broker de seguros Héctor Martínez Sosa. Hoy los cuatro están salpicados por la causa de las millonarias comisiones que pagó el Estado.
Rodríguez creció al calor del poder de Fernández e ingresó con su primera esposa a la quinta de Olivos, donde trabó relación con su actual pareja, Andrea, con quien convive hoy en un chalet que pertenece a Martínez Sosa, cerca del shopping Unicenter. A su actual pareja, que trabaja en Olivos desde los tiempos de Carlos Menem, buscó introducirla en el entorno de Yañez, según cuentan testigos de aquellos años. Pero no lo logró. Yañez solo le daba actividades menores y nunca le tuvo confianza.
En los cuatro años que detentó el cargo de intendente de la residencia presidencial, Rodríguez sumó varios enemigos internos, que no dudaron en describirlo en diálogo con LA NACION como un “monstruo” o “más que eso”. Las referencias a sus malos tratos en el lugar son una constante. Afirman que se manejaba con “la ley del látigo”, “imponiendo terror” en sus órdenes. Por estas horas hay quienes recuerdan que Rodríguez solía incluso ir con una moto que le adjudican como préstamo o regalo de Martínez Sosa, a toda velocidad por la quinta. Recuerdan que solía acelerarla a fondo, en muchas ocasiones pasando muy cerca de los empleados que iban a pie por los caminos del lugar. “Era una de sus formas de amedrentar”, describen.
La moto era una Tornado de Honda y luego, aseguran fuentes que trabajaron en el lugar, “la reemplazó por una de la Policía Federal que solía incluso llevarse fuera de la Quinta cuando ya se había mudado”. En una o en otra, Rodríguez es recordado con anteojos Ray Ban modelo aviator y campera de cuero. Un look que, a nueve meses de su celebrada salida del predio, hoy despierta sonrisas e ironías que se contraponen al clima por entonces habitaban las cerca de 80 personas que trabajan a diario en el predio de casi 30 hectáreas. Por los pasillos incluso recuerdan, no sin maldad, que Rodríguez y su mujer se ausentaron a fines de agosto de 2022, licencia que atribuyen a supuestos liftings para disimular el paso del tiempo. LA NACION se contactó con Rodríguez, pero no obtuvo respuesta.
Para aquellos que no dudan en afirmar que Rodríguez “sabía todo lo que pasaba” en Olivos, su declaración de este lunes en Comodoro Py, donde dijo no haber presenciado agresiones físicas ni verbales entre Fernández y Yañez, fue “incompleta”.
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