
Expectativa en el Gobierno por el resultado rionegrino
Kirchner apostó a desbancar a la UCR Tiene una relación traumática con Soria, pero sobre el final decidió apoyarlo abiertamente Una victoria de Saiz sería interpretada como un traspié para el Presidente
Tardó el presidente Néstor Kirchner en definirse por un candidato en Río Negro, pero casi sobre el filo de las elecciones escenificó un apoyo al peronista Carlos Soria, que llegaba algo rezagado a la pelea con el radical Miguel Saiz.
Kirchner había analizado en detalle la situación de la provincia: Eduardo Rosso, un peronista disidente y amigo personal del Presidente, no tenía posibilidades de ganar y sólo un milagro permitía pensar en un triunfo del ex frepasista Julio Arriaga, también afín a las ideas que promueve la Casa Rosada.
Respaldar a Soria, con quien mantiene una relación distante y algo traumática, le permitía al Presidente la opción de anotarse un triunfo personal si el PJ desbancaba al radicalismo del poder en una provincia en al que gobierna desde el regreso de la democracia.
Kirchner afronta estos días uno de los desafíos más importantes del primer tramo de su gestión. Necesita consolidar su base de poder con gobernadores y diputados que le sean fieles.
Su intención de máxima es crear una fuerza multipartidaria, transversal, integrada pero no monopolizada por el peronismo. Por eso, su obsesión por impulsar la reelección de Aníbal Ibarra en la ciudad de Buenos Aires, un hombre que -de ganar- responderá abiertamente a la Casa Rosada.
En Río Negro, el Presidente no tenía una opción así, y por eso prefirió no generar otro conflicto con el justicialismo.
Soria es un político identificado con Eduardo Duhalde, que lo catapultó primero a la Cámara de Diputados y luego a la Secretaría de Inteligencia. En sus primeros días como candidato presidencial, Kirchner se peleó públicamente con él y lo acusó de que mandaba a espiarlo.
La tensión bajó meses después. No bien Duhalde oficializó su apoyo a Kirchner en la campaña nacional Soria se mostró en casi todos los actos proselitistas en los que pudo aparecer.
"Seguramente si Kirchner no hubiera sido presidente habría hecho campaña por Rosso", señalaba anoche un hombre de confianza del jefe del Estado.
Pero en el Gobierno se necesitan victorias electorales en la estrategia de consolidar el poder.
Si cuando termine el escrutinio Soria resulta ganador, Kirchner aparecerá ante todos los analistas como el gestor de la victoria. Su imagen positiva está por las nubes en todo el país y en especial en la Patagonia.
Difícilmente el ex jefe de la SIDE vaya a integrar un futuro polo kirchnerista si en algún momento el Presidente ahonda sus diferencias con el PJ, pero para la coyuntura será un aliado valioso.
Llamada anunciada
Kirchner llamó ayer desde Santa Cruz a Soria y le deseó suerte. El candidato se encargó de anunciarlo a los cuatro vientos cuando todavía estaban abiertos los colegios para votar.
Por la noche, en la residencia de Olivos, el Presidente siguió a la espera de las novedades que le informaron el ministro del Interior, Aníbal Fernández, y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, otro hombre de la Patagonia.
La lentitud del escrutinio y la escasa diferencia entre los candidatos mantuvieron la ansiedad en la primera línea del Gobierno hasta cerca de la madrugada.
Una expectativa que excluyó el temor. En todo caso, explicaban fuentes de la Casa Rosada, una eventual victoria de Saiz tampoco sería un trauma para Kirchner.
Sucede que el dirigente radical ya declaró su afinidad con la administración nacional y difícilmente pueda constituirse en un opositor con peso en el mapa político desde la diezmada situación del partido radical luego de la caída de De la Rúa.