Murió Etchecolatz: la desaparición de López y una investigación opaca con videntes, la SIDE y una cadena nacional
En los primeros meses, la justicia buscó a López con el rótulo “averiguación de paradero”; la frase desafortunada de Aníbal Fernández -que era ministro del Interior-, el rol de la secretaría de inteligencia y una causa que sigue abierta sin ni una pista nueva
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“No es este tribunal el que me condena, son ustedes los que se condenan”, dijo Miguel Etchecolatz el 19 de septiembre de 2006. Sus palabras resonaron como una amenaza en el Salón Dorado de la Municipalidad de La Plata, donde era juzgado por crímenes de lesa humanidad.
Etchecolatz recibió ese mismo día una condena a perpetua por secuestros, torturas y homicidios cometidos en la dictadura, cuando era director de Investigaciones de la Policía bonaerense. Los hechos analizados durante ese juicio oral incluían el bombardeo a la casa de Diana Teruggi en La Plata, donde funcionaba una imprenta de Montoneros.
Pero la condena, esperada por organismos de derechos humanos, se vio empañada por una ausencia: la de Jorge Julio López, uno de los testigos claves del juicio. El día anterior, López iba a ir a la anteúltima audiencia pero no apareció. Lo último que se supo de él es que salió de su casa con esa intención, tiró las llaves al patio de su casa en Los Hornos y nadie más lo vio.
López, un albañil de 77 años, había sido secuestrado en octubre de 1976 por la misma policía de Etchecolatz. Él era militante de la Juventud Peronista. Durante cinco meses fue uno de los detenidos desaparecidos, luego fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Lo liberaron en 1979.
Como su segunda desaparición llevaba 24 horas, y aquel accionar de la dictadura parecía tan lejano, nadie la asoció, en un primer momento, con una posible desaparición “forzada”. Y menos con el juicio. Pero con el correr del día y la falta de pistas, aquellas palabras de Etchecolatz (“Ustedes se condenan”) fueron asociadas por la defensa de López, por su familia y compañeros de militancia como una amenaza a la integridad personal del testigo.
Tres meses buscado con una vidente y una pendulista
Sin embargo, la causa por la desaparición de López estuvo tres meses en la justicia de la provincia de Buenos Aires con el rótulo de “averiguación de paradero”. En ese lapso se perdió tiempo valioso. También, se desvió la investigación hacia costados bizarros. Uno de ellos fue la contratación de una vidente que aseguraba que todas las noches hacía un vuelo desde Perú y avistaba la zona donde había desaparecido López. “Enviaron una brigada de Chascomús a buscarlo por esa vidente”, contó a LA NACION Myriam Bregman, una de sus abogadas en aquel juicio.
En ese mismo período, la policía recurrió a una mujer que lo rastreaba con un péndulo. Recién en diciembre el expediente pasó a la justicia federal. En ese momento, el gobernador de la provincia era Felipe Solá y su ministro de Seguridad era León Arslanián.
Los dos junto al líder del Movimiento Evita, Emilio Pérsico (que estaba en ese gabinete) recibieron a Bregman, Guadalupe Godoy, Adriana Calvo y otros integrantes de organismos de derechos humanos. Ellos les exigieron a Solá y Arslaníán la lista con los uniformados que seguían activos pese a su pasado en la dictadura. “No son más de 36, nos dijo Arslanián. Cuando recibimos la lista eran más de 9 mil”, recordó Bregman.
Según contó Bregman, el ministro de Seguridad, que había enfrentado una ola de secuestros extorsivos durante su intento de reforma a la Bonaerense, les advirtió que no haría nada que perjudicara la “gobernabilidad de la fuerza”.
Cadena nacional de Néstor Kirchner
¿Y Néstor Kirchner? El gobierno nacional actuó de manera extraña. Cayó como balde de agua fría entre quienes lo buscaban la frase que el 27 de septiembre, poco más de un mes del hecho, pronunció el entonces ministro del Interior (actualmente de Seguridad) Aníbal Fernández: “Nosotros trabajamos todas las hipótesis que están flotando, desde que López esté en la casa de su tía hasta la peor de las circunstancias”. En ese momento, Fernández era de la idea, igual que Kirchner, que no había que hablar de desaparecido.
La entonces Secretaría de Inteligencia (SIDE), en la que mandaba en las sombras Jaime Stiuso, quitó los teléfonos a la familia para “cuidarlos” mejor y les dio una flota de Nextel. Con uno de esos aparatos se comunicaba el hijo de López, Rubén, que todavía sigue buscando a su padre.
En diciembre de 2006 López llevaba tres meses desaparecido cuando Luis Gerez, un albañil oriundo de Escobar que había declarado contra el excomisario Luis Patti (electo en ese entonces diputado nacional), también desapareció. Kirchner hizo una cadena nacional. Gerez apareció dos días después. Su caso fue motivo de controversias y discusiones políticas. Hubo quienes lo atribuyeron a “mano de obra desocupada”. Otros, a una maniobra política de dirigentes políticos locales que querían sacar rédito político.
La causa por la desaparición de López sigue abierta pero sin ninguna pista nueva ni movimiento. El día que tal vez más cerca se estuvo de saber algo fue cuando Chicha Mariani, cuya nuera era Diana Teruggi, que murió en el bombardeo de Etchecolatz, descubrió entre fotos que a Jorge Julio López lo habían estado siguiendo antes de su segunda desaparición. Una de las personas que aparecía en las fotos de las reconstrucciones había sido policía con Etchecolatz. Pero la justicia federal lo allanó 9 meses más tarde y no encontró nada. Hoy murió quien tal vez podía revelar esa y muchas otras verdades.
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