Etchecolatz justificó la represión ilegal
"Combatí la subversión marxista", dijo
"Lo único que hice fue combatir a ese enemigo demoníaco que fue la subversión marxista", dijo ayer el ex comisario bonaerense Miguel Etchecolatz durante la primera audiencia del juicio oral que se le sigue por amenazar de muerte e intimidar a un grupo de jóvenes que lo increparon en una plaza porteña, el 9 de enero de 1999.
Durante su indagatoria ante el juez correccional Omar Facciuto, el ex director de Investigaciones de la policía bonaerense y mano derecha del jefe de esa fuerza durante la última dictadura, Ramón Camps, justificó los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura. "Yo defendía a la patria contra esa manga de vandálicos que quisieron poner la bandera roja en el país", sostuvo, desencajado.
Etchecolatz fue procesado por amenazar con una supuesta arma de fuego a un grupo de vecinos que repudió su presencia en la plaza Monseñor De Andrea, situada en Córdoba y Anchorena, en Barrio Norte. Este es el tercer juicio oral que enfrenta.
"Fui objeto de agresiones y vejámenes", aseguró el acusado al recordar que los jóvenes que lo insultaron y criticaron por su pasado lo "bombardearon" con huevos, hasta tal punto que "parecía un panqueque".
El ex comisario dijo que haber empuñado un arma ante los que lo insultaban "era el único recurso que tenía" para defenderse.
Si Facciuto lo considera culpable y lo condena, aunque sea a un día de prisión, el ex represor deberá ir a la cárcel porque ya tiene una pena de tres años de prisión en suspenso por calumnias e injurias contra el diputado socialista Alfredo Bravo. Sin embargo, como tiene 71 años, podría acceder al beneficio del arresto domiciliario, dijeron fuentes judiciales.
Etchecolatz y sus defensores, Adolfo Casabal Elía y Amalia Vanasco, buscaron desviar el eje de la acusación y teñir políticamente el proceso: pidieron que fuera desalojado de la sala el diputado Bravo y que dos Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, entre ellas Nora Cortiñas, se quitaran el pañuelo blanco de sus cabezas.
El juez rechazó ambos pedidos. "Este es un juicio público", afirmó primero. Y luego aclaró: "Yo no puedo inmiscuirme en la vestimenta del público. En mis 40 años de Poder Judicial nunca fui presionado y tampoco lo harán ahora unos pañuelos".
Entre los jóvenes presuntamente amenazados estaban Melina García, Matías Bellochi, Roberto Sammar y Fernando Coppola, los dos últimos querellantes en el juicio y patrocinados por el abogado Horacio Ravenna, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
Coppola declaró como testigo y ratificó que Etchecolatz les apuntó con un arma que extrajo "de una bolsa de supermercado", luego de que él le dijo: "Vos no tenés que estar acá, porque tendrías que estar en la cárcel".
Otra testigo, Elvira Muñiz, que fue durante 21 años asistente social en la Policía Federal, consideró que exhibir un arma es un acto "obsceno" y mencionó que el acusado les tiró un beso a los chicos antes de abandonar la plaza donde se produjo el incidente.
El juicio pasó a cuarto intermedio hasta el viernes, cuando se desarrollará la segunda y última audiencia.
El 2 de diciembre de 1986, Etchecolatz fue condenado a 23 años de prisión por la Cámara Federal porteña, que lo encontró culpable de 91 casos de tormentos. En 1987 fue beneficiado por la ley de obediencia debida y abandonó la prisión, a la que ahora podría volver.