Espinoza: de chofer a intendente con poder de gobernador
Heredó La Matanza del histórico cacique Balestrini; la historia del dirigente oportunista que condensa el poder de toda la Patagonia
Es el intendente del municipio más importante del país. Es un bastión clave para el peronismo. En los últimos comicios, Cristina Kirchner cosechó 458.823 votos en el distrito, 100.000 más que en la provincia de Santiago del Estero. Un poder que una decena de gobernadores le envidarían.
Tiene buena relación con la Presidenta y una sintonía estratégica con Daniel Scioli. No ocupa un lugar privilegiado en los medios y, fuera de La Matanza, tampoco cuenta con un conocimiento masivo. Sin embargo, en 2015, Fernando Espinoza completará una década al frente de "la quinta provincia" de la Argentina.
Su derrotero conjuga lealtad y oportunismo dentro del peronismo matancero. Heredó el distrito de su jefe político, Alberto Balestrini, superó rispideces con Néstor Kirchner, se acomodó a la ausencia de su líder y ya ganó tres elecciones, las últimas con el 60,5% de los votos.
Según la oposición, las deficiencias de gestión en salud, vivienda y falta de infraestructura básica convierten a La Matanza en uno de los distritos más carenciados. Espinoza tampoco se salva de las denuncias por violencia política y clientelismo.
De chofer a intendente
Fue secretario general de la Juventud Peronista, pero su verdadera carrera política comenzó cuando ofició de chofer de Balestrini. Caminó de su lado desde los 80 y enseguida comenzó su ascenso: fue concejal en 1999 y, en su segundo mandato, presidió el Concejo Deliberante.
Cuando para la mayoría de los vecinos era un desconocido, Espinoza asumió como intendente en 2005. Balestrini, clave para el kirchnerismo en la provincia, se había ganado la presidencia de la Cámara de Diputados. Y La Matanza, el bastión peronista que lo había hecho referente, quedaba en manos de su hombre de confianza.
¿Por qué fue Espinoza el sucesor? Aunque los balestrinistas destacan la lealtad que mantuvo el intendente con el caudillo, desde la oposición peronista, en cambio, señalan: "Es un dirigente sin demasiadas aspiraciones; como Balestrini es un zorro vivo, le entregó el municipio porque Fernando es un tipo dominable".
Balestrini, principal armador bonaerense, fue la carta de Espinoza para competir en las elecciones de 2007. Lo desafiaron cinco pesos pesados: los piqueteros Luis D’Elia y Jorge Ceballos, el matarife Alberto Samid y el entonces asesor de Néstor Kirchner, Julio Ledesma. El caudillo negoció con el Gobierno y Espinoza fue el único candidato del kirchnerismo.
Si bien Balestrini delegó su poder, no dejó vigilarlo con celo. "Puso a un puñado de funcionarios en lugares clave y pasaba una vez por semana para ordenar las cosas", dijo un hombre clave en el PJ matancero sobre el ex vicegobernador.
Dos años después, en 2009, las elecciones legislativas fueron una pesadilla para el kirchnerismo en la provincia, pero el flamante intendente hizo los deberes: fue candidato testimonial y ganó el municipio. Pese al triunfo, su poder en el Concejo Deliberante quedó menguado.
La falta de la mayoría absoluta inquietó al oficialismo matancero. Algunos pedidos de informes de Fernando Asencio, concejal del Peronismo Federal, colmaron la paciencia. "Decile a tu jefe que se deje de romper las pelotas en el Concejo", le dijeron a la secretaria de Asencio, Cynthia Acuña, cuatro hombres que la secuestraron en el centro de San Justo, el 7 de julio de 2010. El legislador responsabilizó a Espinoza por el hecho.
El concejal ligado a Felipe Solá, además, había denunciado un incremento del 50% en los gastos de recolección de basura en el presupuesto de 2010 (en 2009 había sido de $170 millones) de la empresa Martin y Martin.
Pese a las reiteradas llamadas y gestiones, Espinoza evitó dialogar con LA NACION.
La sucesión post Balestrini
Las denuncias no lo hicieron tambalear, pero en abril de 2010, a Espinoza recibió un duro golpe. Balestrini sufrió un accidente cerebro vascular que todavía lo margina de la política, lo que significaba para el intendente perder, por tiempo indeterminado, a su jefe político. "Se encontró al frente del distrito más importante del país sin esa referencia constante. Había temas nacionales, provinciales y también internas sin resolver que traían resquemores", describió un dirigente histórico del peronismo local.
Los referentes del municipio consultados por LA NACION le quitaron mérito político al ascenso de Espinoza: "Estuvo en el lugar indicado en el momento justo. Tuvo esa suerte. No tiene el vuelo necesario para escalar; no es Balestrini", aseguró Gustavo Ferragut, concejal del FAP.
En 2011 llegó el primer test electoral sin su mentor. Las pujas internas dentro de su gobierno, la candidatura a intendente de Ricardo Bruzzese y su relación con Scioli abrieron interrogantes para su reelección.
La ausencia de Balestrini ya había precipitado roces internos y había desatado la puja por la estructura del ex cacique matancero. En el peronismo matancero aclararon que la relación de Espinoza con Kirchner no era óptima: el ex presidente había impulsado más candidaturas en el municipio. "Eso con Alberto no pasaba", sentenció un hombre clave del PJ bonaerense.
Dentro del oficialismo, en las internas de agosto lo enfrentó Bruzzese, una pieza de Mario Ishii, intendente de José C. Paz y ladero de Kirchner. Lejos del diálogo, la rivalidad fue física: el empresario de la carne denunció que desde un automóvil ploteado con logos e insignias del intendente efectuaron disparos contra el camión de "Carne Para todos" -propiedad de Bruzzese- que se iba a ubicar en la localidad de Lomas del Mirador.
Aunque estuvo lejos de disputarle los votos: Bruzzese corrió la misma suerte que Ishii y quedó fuera de la contienda de octubre, en la que Espinoza arrasó con 384.666 votos.
Con la cercanía de los comicios, llegaron nuevas denuncias. El kirchnerista Miguel Saredi quería competir en las urnas, pero recibió un curioso veto del intendente. Lo denunció ante la Justicia por ser candidato y, a la vez, integrar la Junta Electoral del Frente para la Victoria, encargada de la reglamentación de las listas.
"Las candidaturas fueron una jugada que Néstor diseñó antes de su muerte. Quería que Espinoza se decidiera entre el Gobierno y Scioli", aseguró histórico del PJ matancero.
En ausencia de Balestrini, Espinoza afinó la sintonía con el gobernador, coincidieron los opositores. "Se llevan bien con la Presidenta, pero mejor aún con Scioli. Se corrió su espada, que era Balestrini, y ahora quiere seguir teniendo su territorialidad en La Matanza.", afirmó Ferragut.
La confianza se tradujo en números. Según consta en el presupuesto bonaerense, La Matanza será el distrito que recibirá mayor cantidad de partidas provinciales en 2012: unos $300 millones para obras públicas. Lomas de Zamora, el segundo distrito más extenso del conurbano, apenas supera los $175 millones.
Pero en la era post Balestrini, otro apellido se hizo fuerte en La Matanza: Raúl Magario, un hombre que lleva décadas en la política. Ex tesorero de Montoneros en los setenta, hasta hace unos meses fue secretario de Medio Ambiente del municipio. Renunció, pero no cedió poder. Su hija, Verónica Magario, por ser primera concejal del distrito, es la primera en la línea sucesoria del intendente.
"Magario encontró en Espinoza la punta de lanza para ser protagonista. Con Alberto [Balestrini] no hubiera tenido esta posibilidad", dijo un dirigente clave del PJ matancero.
Al margen de las internas y disputas de poder que deba enfrentar en los cuatro años que vienen de gestión, su poder en La Matanza cuenta con una base tan sustentable como cuestionada por los opositores: la gran cantidad de planes sociales que tiene el municipio.
Según datos de la oposición, los beneficiarios de la asistencia social superan los 150.000, entre los planes sociales (de $170 mensuales), el programa Argentina Trabaja ($1200), Plan Jefes de Hogar Desocupados, entre otros. Según un informe del Ministerio de Desarrollo Social, sólo por el programa Argentina Trabaja recibió hasta 2010: $ 145 millones.
Los números de La Matanza no son holgados. Su presupuesto trepa a los $1200 millones, cifra varias veces inferior a lo que detentan provincias que tienen una cantidad similar de habitantes. Los informes de clientelismo político de la oposición también tienen fundamentos. Con 82 denuncias es uno de los municipios que más irregularidades registra.
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