Es el peronismo unido, estúpido
La frase "es la economía, estúpido", inmortalizada durante la campaña de 1992 del expresidente norteamericano Bill Clinton, representa la síntesis más cruda de cómo ciertos factores como crecimiento, inflación o empleo inciden a la hora de votar. La expresión bien sirve para explicar una de las causas del triunfo arrasador del Frente de Todos en las primarias del domingo pasado. Sin embargo, esta interpretación se quedaría corta si no se considera, también, el factor político que gravitó para que la diferencia entre Alberto Fernández y Mauricio Macri fuera lo abultada y sorpresiva que fue.
Ese factor político que desmadró a Cambiemos y catapultó al Frente de Todos a las puertas de la Casa Rosada no fue otra cosa que la unificación del peronismo. Si se comparan los guarismos que el oficialismo obtuvo el domingo, se observará que no perdió demasiados votos respecto de las primarias de 2015; es más, en términos porcentuales ganó casi dos puntos y llegó al 32,08%. El problema, tan simple como letal para el Gobierno, fue que en esta oportunidad el electorado no se dividió en tres tercios como en los comicios anteriores y el kirchnerismo sumó buena parte de los votos del PJ no kirchnerista, entre ellos, del caudal de Sergio Massa. Ese aporte, de casi 10 puntos, le permitió a Alberto Fernández trepar del 38,6% que había obtenido Daniel Scioli en 2015, al 47,6% que cosechó el domingo.
"Si se observa con atención, en estas elecciones primarias Fernández obtuvo el mismo porcentaje que alcanzó Daniel Scioli en el ballotage, el 48,66%. En aquella elección todo el peronismo se unió, igual que en estas primarias", explica el politólogo Luis Tonelli.
Los resultados de Buenos Aires ilustran como pocos cómo las matemáticas probaron ser una ciencia exacta en estas últimas primarias. En 2017 Massa y la expresidenta Cristina Kirchner compitieron por separado como candidatos a senador por la provincia. En las PASO de aquel año, Cristina obtuvo el 34,1% de los votos y Massa el 15,3%. Sumados, ambos guarismos hubiesen totalizado un 49,4% de los votos. El candidato a gobernador bonaerense del Frente de Todos, Axel Kicillof, cosechó el 49,3% el domingo pasado.
Córdoba es otro ejemplo de cómo el realineamiento peronista le dio una alegría a Alberto Fernández, pese a fue uno de los dos distritos donde el Frente de Todos perdió. En las primarias de 2015, Scioli había obtenido el 14,65% de los votos, el peor resultado en todo el país. En esas elecciones había triunfado la alianza UNA, integrada por Massa y José Manuel De la Sota, con el 38,8%; segundo se ubicó Cambiemos, con el 35,3%. En las primarias del domingo pasado, Macri ganó con el 48% de los votos, pero Fernández alcanzó el 30,3%, casi el doble de lo que había cosechado Scioli cuatro años antes. El que más sufrió el drenaje de votos fue la lista corta del gobernador Juan Schiaretti, que obtuvo tan solo 16,7% de los votos.
"El electorado está siempre está siempre en el mismo lugar, los que se mueven son los dirigentes. Esta vez el que se unió fue el peronismo. El Gobierno reaccionó contento y dijo que todo eso era kirchnerismo, y buscó la polarización. No era todo kirchnerismo, porque allí confluyeron Sergio Massa, los intendentes y los gobernadores peronistas. Ellos, en las elecciones anteriores, habían competido por separado. Ahora se unieron y, por el contrario, en el espectro no peronista, la oferta fue dividida. Fueron seis opciones contra una", explica Tonelli.
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