Ernesto Sanz: “Juntos por el Cambio no puede acostumbrarse ni a la anarquía ni a la mala praxis”
Uno de los fundadores de la coalición opositora reclama que los referentes del espacio establezcan reglas de juego para resolver las diferencias internas y discutan un programa de gobierno
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Ernesto Sanz no se escandaliza por la crisis de liderazgo que atraviesa a Juntos por el Cambio (JxC). El expresidente de la UCR considera natural que la puja de poder y el tironeo entre las figuras del espacio que aspiran a pelear por la presidencia en 2023 se haya acentuado tras el triunfo opositor en las legislativas. Sin embargo, Sanz quiere enviar un mensaje interno: advierte que la coalición “no puede acostumbrarse ni a la anarquía ni a la mala praxis”, porque pagará un costo electoral. “La vara social está mucho más alta con JxC que con el peronismo”, puntualiza en una entrevista con LA NACION.
Por eso, el exsenador remarca que JxC debe fortalecer “la organicidad e institucionalidad” de la coalición, discutir un programa de gobierno y establecer reglas de juego para saldar sus diferencias para tener chances de volver al poder en 2023.
-¿JxC atraviesa una crisis de liderazgo o es natural que se haya desatado una disputa de poder después del triunfo electoral?
-Es normal, no hay que dramatizar, pero tampoco hay que acostumbrarse. En todo caso, es un fuerte llamado de atención para cumplir asignaturas que están pendientes desde hace mucho tiempo. JxC arrancó el período post-2019 con dos grandes desafíos. Primero, debía mantener la unidad después de haber sufrido una derrota. En segundo lugar, debía darse una organicidad, que implica no solo conformar una mesa, sino establecer reglas de juego para resolver las diferencias. Esta segunda asignatura pendiente aún no está cumplida. Y, obviamente, las legislativas no han hecho más que agravar la situación, porque un resultado electoral exitoso, en el marco de la ausencia de reglas, hace que las cuestiones personales y las ambiciones legítimas de los actores estén por encima del funcionamiento colectivo. Esto se resuelve con organicidad e institucionalidad. Celebro que el punto de partida haya sido la reunión entre los presidentes de los partidos, pero eso no puede quedar solo en una foto. Hay que trasladarlo a un estatuto de funcionamiento, porque el año próximo será muy complicado. Habrá que administrar un equilibrio parlamentario al cual no está acostumbrado ninguno de los actores, ni el Gobierno ni nosotros.
-¿Le preocupa la falta de coordinación que exhibió la coalición en las dos primeras batallas legislativas con el Gobierno?
-No me preocupa en tanto es una consecuencia del reacomodamiento que se produce fruto de lo que pasó en las legislativas, en las internas en los bloques o en las elecciones en radicalismo. En ese esquema, lo veo como una consecuencia natural. Pero no puede haber acostumbramientos ni episodios iguales en los próximos tiempos. Que nos haya pasado una vez sirve como un cachetazo, pero si te vuelve a ocurrir, ya es mala praxis.
-¿Cómo debe actuar ahora JxC?
-Juntos por el Cambio no puede acostumbrarse ni a la anarquía ni a la ausencia de reglas ni a la falta de institucionalidad ni a la mala praxis. Y eso tiene una explicación política. La vara social está mucho más alta con JxC que con el peronismo. La gente no espera del peronismo conductas republicanas ni una praxis democrática profunda. No le exige demasiado. En cambio, a los opositores, le pasó en alguna época al radicalismo y ahora le ocurre a Juntos por el Cambio, les exige muchas cosas. Por eso, la sociedad reaccionó tan fuertemente y con legitimidad cuando se dividió el bloque radical o cuando faltaron tres diputados a una votación. Entonces, hay que estar a la altura y no quejarse de la sociedad. Yo diría: “Cambiemitas, a las cosas”.
-¿Piensa que JxC puede pagar costos por estos errores?
-Por supuesto. Durante dos años fuimos disimulando nuestras diferencias y la falta de institucionalidad interna con la virtualidad, la pandemia o los errores del Gobierno, pero cuando aparece el equilibrio después de la elección, cuando ya no somos una oposición minoritaria y le podemos jugar de igual a igual al oficialismo, emergen en la superficie los errores que hemos venido disimulando. Por eso, hay que meter mano y resolver la representación de los partidos y muchas otras cosas.
-¿La fractura del bloque radical contribuye al caos interno en el interbloque?
-Fue un elemento que contribuyó. Y en los próximos 60 días el radicalismo tiene que dar muestras de que se cumple el compromiso. Los actores de ese acuerdo, de un lado y del otro, están en la mira de la sociedad. O sea, nadie puede hacerse el desentendido. Tiene que haber una unificación del bloque y, a la vez, una resolución del liderazgo parlamentario. Ahora, permíteme hacer otra reflexión: la coalición tiene que tener liderazgos políticos fuertes, que disciplinen a los liderazgos parlamentarios. Ellos son mandatarios de una decisión política que tiene que venir del seno de JxC. El carro no puede estar delante del caballo.
-Es decir, está de acuerdo con los referentes de JxC que pedían un pronunciamiento de la mesa nacional sobre el presupuesto.
-Estoy totalmente de acuerdo. Esto debe resolverse rápidamente, con un gran fortalecimiento de esa mesa de ejecutiva de JxC.
-Gerardo Morales dijo que no se impuso “la racionalidad” y que no se puede dejar al Gobierno sin presupuesto. ¿Coincide?
-El tema presupuestario es mucho más profundo de lo que he visto en el Parlamento. Era la primera oportunidad para que el equilibrio logrado después de las elecciones llegara a un buen puerto. ¿Cuál era el buen puerto? Que el Gobierno retirara un presupuesto erróneo e invotable y lo reemplazara por un proyecto votable. Ni el Gobierno ni la oposición todavía han tomado debida cuenta de las ventajas del equilibrio que surge de la última elección.
Hace muchos años que no tenemos ese equilibrio en la Argentina, que hoy permitiría hacer muchas cosas buenas, aun conservando la identidad como oficialismo y oposición. Lo que pasa es que ninguno de los dos bandos quiere acostumbrarse a esta cuestión.
-¿A JxC lo están empujando los “halcones”?
-La presencia de “halcones” y “palomas” en un sector político no debería ser un obstáculo para nada en la medida en que por encima de esos grupos hubiera una decisión orgánica, colectiva e institucional que fijará un rumbo. Si eso ocurre, no me preocupa que haya voces más o menos fuertes. Es más, hacen a la diversidad. Ahora, cuando por falta de rumbo, de decisión colectiva y de liderazgo profundo de la coalición, las voces individuales toman más protagonismo, estamos complicados.
Salvando las distancias, esto es lo que tiene que ocurrir de cara a 2023. Si la competencia política va a estar dada por las personas y no por los programas, vamos a vivir un año y medio realmente muy malo para la democracia. En cambio, si la competencia es en base a los programas, todos vamos a estar mucho mejor. La coalición opositora, al estar obligada a formular un programa, va a zanjar muchas diferencias internas, inclusive si los que están afuera tienen que entrar, si hay límites o no.
-¿Lo dice por Javier Milei o José Luis Espert?
-No se puede discutir estas cuestiones en función de si me gusta más o menos un tipo, si me resulta más o menos simpático. La vara sobre la cual hay que discutir estas cosas es un programa. El equilibrio de las dos coaliciones hace que haya una oportunidad para que los programas pasen a un primer plano y las personas, a un segundo plano.
-¿Hay un corrimiento a la derecha de la sociedad argentina? ¿Le sorprende la irrupción de los libertarios?
-Los corrimientos hacia los extremos pueden darse a la derecha o a la izquierda. Eso no tiene que ver con cuestiones ideológicas, sino con la falta de definiciones y de resultados por parte de una democracia que en la Argentina tiene muchas más asignaturas pendientes que logros. Si no, no estaríamos viviendo con el 50% de pobreza o el aparato productivo hecho pelota. A veces, la sociedad, harta de discursos que no ofrecen soluciones, se recuesta en los extremos. Esto es un llamado de atención muy poderoso a las fuerzas que intentan encontrar caminos de equilibrio y de centro.
En la Argentina, el centro puede dar soluciones siempre y cuando haga las cosas que tiene que hacer. Si el centro encuentra soluciones a nuestros problemas, este va a ser el camino del futuro. Si fracasa, es muy probable que en algún futuro no lejano la sociedad se incline por extremos. ¿Cuál extremo? ¿El de la derecha de Jair Bolsonaro en Brasil o el de la izquierda de Gabriel Boric en Chile? No sé. Yo voy a apostar con toda mi fuerza a mi partido, que es clave para que esa solución venga por el centro.
-JxC es una coalición distinta a la que era en 2015 o 2019. ¿Ser un espacio más grande y más amplio significa ser “mejor”?
-Ya que uno no encuentra muchos reconocimientos ni siquiera en los propios miembros de la coalición, voy a decir algo como uno de los fundadores del espacio: uno puede encontrarle a Cambiemos muchos defectos, pero lo que nadie puede negar es que, gracias a esa coalición que formamos 2015, hoy podemos estar disfrutando de un sistema político equilibrado. El camino del equilibrio y la alternancia en la Argentina lo abrimos tres personas en 2015, contra todo lo que había. Fuimos Macri, Carrió y yo. Me siento orgulloso de eso. Por supuesto, uno no puede quedarse en aquella imagen porque la coalición, para poder cumplir y dar soluciones, tiene que aggiornarse permanentemente. ¿Cuál es hoy el mayor requerimiento de modernización de la coalición? Primero, darse institucionalidad, que no la tiene, y en segundo lugar, un programa para poder gobernar en el 2023.
Hoy, es mucho más importante el desafío de gobernar que el de ganar, porque lo que no se haga en los primeros 60 días del próximo gobierno puede marcar el rumbo del país.
-¿Sentiría como una reivindicación, por su rol en Gualeguaychú y la interna de 2015, que la UCR llegue a 2023 con un candidato competitivo?
-Sí. Siento como reivindicación para el sistema político argentino haber fundado una coalición que hoy ha dado equilibrio y alternancia. Y, como radical, siento como una reivindicación que mi partido sea hoy casi el 50% de esa coalición, tenga candidatos en todas las provincias, haya recuperado volumen en la provincia de Buenos Aires, donde son claves Maxi Abad y Facundo Manes, y pueda poner un candidato a presidente en el 2023. Lo que hicimos en el 2015 era el comienzo de una película. Y ahora estamos en pleno proceso de rodaje.
-Teniendo en cuenta el resultado del gobierno de Macri, ¿fue un error que la PASO de 2015 no haya sido competitiva?
-Una coalición de gobierno no se mide desde el momento en que te sentaste en la Casa Rosada, sino dos años antes. En ese lapso debes demostrar si estás en condiciones o no de armar un programa, de tal forma de que la gente te siente en la Casa Rosada y, al día siguiente, sepas cómo gobernar. Ese es el gran desafío que hoy tiene Juntos por el Cambio.
-¿La unidad de JxC está garantizada?
-Si yo tuviera que dirigir una primera reunión de JxC vinculada al programa, lo primero que diría es: ¿queremos vivir en el capitalismo o no? ¿Necesitamos un capitalismo humanizado o no? ¿Cuál es el rol que le vamos a dar a la creación del empleo, y a las pequeñas y medianas empresas? ¿Cuál va a ser el esquema de división de poderes en el que nosotros vamos a sentar institucionalmente a nuestro gobierno? Después de que uno resuelve esos cuatro o cinco interrogantes, que son las bases de un programa de gobierno, no te pueden quedar diferencias ideológicas, porque todo lo demás son matices; lo grueso es eso. Si transitamos por la vida teniendo dudas respecto a esa columna vertebral, vamos a andar a los tumbos en el Congreso, en las declaraciones mediáticas y en nuestras relaciones personales. Así, van a tener más vigencia los caprichos y los berrinches de las personas, que las cuestiones colectivas.
-¿Macri y Carrió contribuyen a la unidad con sus declaraciones? Los dos les marcan la cancha a sus socios u herederos.
-Si yo hablara de las conductas personales y juzgará, estaría incurriendo en el mismo error que estoy criticando. JxC tiene que ser un espacio en donde las decisiones colectivas estén por encima de las opiniones y decisiones personales. El día que logremos eso, lo que haga cada uno de los miembros de JxC va a ser totalmente secundario.
-¿La PASO de 2023 debe ser entre partidos o de la coalición? ¿Vale más la marca de JxC?
-Si llegamos al 2023 con una consolidación del espacio colectivo, no me preocupa la intercalación de fórmula. No va a haber espacio para la distinción partidaria. Si no logramos esa consolidación colectiva, es muy probable que lleguemos a un 2023 con distinciones partidarias. Prefiero la primera opción.
-¿Larreta larga en la pole position?
-No. Hay muchos candidatos que ya se han largado y tienen expectativas. Eso es un activo y una buena noticia en la medida en que cualquiera de ellos sea menos importante que la coalición.
-¿Coincide con Morales en que Larreta quiere dividir al radicalismo?
-No voy a hacer ninguna declaración que vaya en contra de la consolidación del conjunto.
-¿Alfredo Cornejo apostó por la unidad o se inclinó por Lousteau en la pelea por la conducción de la UCR?
-Tampoco voy a referirme a eso. Ya lo he hecho en privado y lo he expresado en las reuniones de la semana pasada. Esas son cuestiones que ya que quedaron saldadas y en todo caso tienen que ver con la conducta de las partes.
-¿La UCR está lista para pelear por la presidencia o debe superar su devoción por el internismo?
-Debe superar las diferencias. El compromiso de los protagonistas [por Morales y Lousteau] no puede quedar solo en retóricas, debe verificarse en los hechos. Y para mí, la foto de la unidad radical existirá solamente en el momento en que el bloque de diputados vuelva a ser uno. La palabra la tienen los protagonistas.
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