Ernesto de la Guardia

El embajador Ernesto de la Guardia, que falleció el martes último, a los setenta y siete años, fue un destacado diplomático argentino que sirvió al país con dedicación, inteligencia y lucidez durante cuatro décadas.

Egresado del Colegio Nacional de Buenos Aires, Ernesto de la Guardia estudió abogacía en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), ingresó en la carrera diplomática en 1934 y años más tarde se graduó en la Academia de Derecho Internacional de La Haya.

Estaba casado con Graciela Virginia Sabá y tenía un hijo que lleva su mismo nombre.

En el curso de sus destinos en el exterior agregó al francés e inglés que poseía, el alemán y el ruso, idioma éste que comenzó a estudiar en Buenos Aires cuando se le propuso la representación en Moscú.

Ya había sido embajador en la ex Yugoslavia y en Turquía, y luego sería el representante argentino en Japón, su último cargo.

De la Guardia era un especialista en cuestiones jurídicas vinculadas con el derecho internacional, sobre las que escribió diversos trabajos de investigación, ampliamente reconocidos. Muchos de éstos fueron fruto de su actividad en organismos bilaterales y multilaterales, como la Organización de las Naciones Unidas.

Fue consejero fundador del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).

En la Cancillería

Al renunciar Dante Caputo a la Cancillería, durante la gestión del presidente radical Raúl Alfonsín (1983-1989), asumió el Ministerio de Relaciones Exteriores la embajadora Susana Ruiz Cerutti. Entonces, Ernesto de la Guardia fue designado vicecanciller.

Poco tiempo antes había desempeñado tareas en el Ministerio de Relaciones Exteriores, pero como secretario a cargo del Departamento de Política y Estrategia de Defensa.

La enumeración somera de los cargos da un perfil de su capacidad como diplomático, pero la decisión de seguir adquiriendo conocimientos después de su retiro del servicio dice del hombre infrecuente que fue Ernesto de la Guardia.

Poco antes de su deceso recibió una maestría en Investigación Histórica, carrera que había cursado en la Universidad de San Andrés.

Sus restos fueron inhumados en el cementerio Jardín de Paz, en Pilar.

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