Ernesto Clarens, un hombre de bajo perfil pero clave en la recaudación de los sobornos
De perfil extremadamente bajo, pero una pieza clave en el manejo del dinero en el entramado de corrupción kirchnerista. Ernesto Clarens, un hombre de confianza de los Kirchner desde que comenzaron su trayectoria política en Santa Cruz hace décadas, era quien se encargaba de proveer los billetes que conformaban la operatoria financiera de la familia.
Aunque poco se conoce de él, su nombre se asoció con los cuadernos de las coimas, con los "fondos de Santa Cruz", la "ruta del dinero K", las constructoras abocadas a la obra pública, a cuentas bancarias en Suiza y a un entramado offshore de los "Panama Papers".
Según su propia declaración ante la Justicia, el financista tuvo su primer contacto con los Kirchner en Santa Cruz a través de la constructora Gotti, una de las firmas adjudicadas a Lázaro Báez. Según dijo, fue asesor financiero de la compañía, con base en Río Gallegos, cuando Néstor Kirchner era gobernador. Dijo en ese entonces que la empresa tenía problemas para cobrar contratos con el Estado provincial y que él ayudo a corregir las finanzas. También confesó que su rol pasó a ser central en la estructura de retornos montada alrededor de la obra pública.
Clarens se acogió así a los beneficios del régimen del arrepentido en la causa de los cuadernos, tras haber confesado que recaudó coimas de los empresarios. El financista era el encargado de juntar el dinero, que les cobraba a las constructoras que resultaban adjudicatarias. Su ámbito de acción eran los contratistas de obras viales. A medida que el proyecto avanzaba, Clarens les iba descontando a las empresas un porcentaje de los certificados de obra que recibían. La quita, según declaró ante el fiscal Carlos Stornelli, era del 20 por ciento. De ese porcentaje, la mitad era retorno.
La cadena se une a los Kirchner en el paso siguiente, cuando Clarens le entregaba los fondos en efectivo a Daniel Muñoz, el fallecido secretario privado de Néstor.
Además de su confesión, el hombre había sido señalado por empresarios de la obra pública como el interlocutor clave en la maquinaria de recaudación de los Kirchner. Según una de las causas en las que está imputado, el financista los recibía en las distintas oficinas de Austral Construcciones, de Báez, con quien habría montado un complejo sistema de lavado de dinero a través de las firmas Invernes –de Clarens- y Gotti.
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