Dante Sica, entre rumores de renuncia y pulseadas con aliados y sindicalistas
La discusión sobre la viabilidad de un congelamiento de precios fue apenas un contrapunto más de los que el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica , mantiene periódicamente con Nicolás Dujovne y Marcos Peña, integrantes del ala más poderosa del equipo que rodea a Mauricio Macri.
En medio de versiones que lo dan fuera del gabinete, Sica intenta anudar un acuerdo con los supermercadistas a pesar de no estar convencido con esta receta como atajo antiinflacionario. Se reunió casi en secreto con Alfredo Coto para revisar un listado de 20 productos que no serían ajustados. Hizo lo mismo con Cencosud (Disco y Jumbo) y continuará con otras grandes cadenas que revisan con José Torello los alcances legales de un eventual trato. Los urge el reloj: Macri prevé el anuncio para el viernes o lunes próximo.
Las versiones de la salida del ministro fueron rápidamente desmentidas desde su entorno. Reconocieron, sin embargo, discusiones, aunque aclararon que "no se habló de renuncias". Hubo una reunión de alta tensión la semana pasada, con miembros de la UCR como testigos. No fue menos intenso el encuentro de ayer con Dujovne, con quien surgen cada vez más diferencia sobre las medidas en evaluación para reactivar el consumo. Cerca del ministro de Hacienda niegan terminantemente que haya cortocircuitos con Sica.
Golpeó todavía más a Sica el nuevo traspié legislativo para avanzar con el proyecto de blanqueo laboral, quizás el capítulo más light de la reforma que el oficialismo imagina en lo relativo a la legislación del trabajo. Sica se enteró en el despacho de Federico Pinedo que la CGTle quitaba el apoyo y que Héctor Daer no asistiría a la covocatoria en el Senado. Los gremialistas argumentaron que la iniciativa sufrió modificaciones de último momento que no figuraban en el borrador inicial vinculadas a la deuda de los aportes patronales. Evalúan ahora darle una segunda oportunidad el martes próximo, cuando la comisión reanude la actividad. Pero será difícil. Así lo adviertieron a LA NACION fuentes sindicales y legislativas del peronismo que condicionan el curso del proyecto a la campaña electoral.
Si el proyecto de blanqueo laboral queda finalmente en el camino, sería otro dolor de cabeza para el Gobierno. Dujovne le habría dado su palabra al Fondo Monetario Internacional (FMI) que la iniciativa prosperaría y que serviría como una nítida escenificación de un acuerdo con los sindicatos y los empresarios.
Otro de los reproches que cayó recientemente sobre Sica es que no logró nunca alinear a los empresarios ni a la CGT. Ni siquiera lo consiguió con los gremios con los que más afinidad tiene, como lo es la UOM, a la que asesoró durante más de diez años. Antonio Caló, el jefe metalúrgico, no aceptó esta vez la sugerencia del ministro y planteó paritarias trimestrales en vez de anuales. Pero apareció el auxilio de Luis Barrionuevo: el gremio del personal de estaciones de servicios, que lidera Acuña, el representante del gastronómico en la CGT, selló la semana pasada una paritaria anual de 28% más allá de que la inflación de 2019 se proyecta por encima del 30%, según las estimaciones del FMI y de las consultoras privadas. El pacto salarial ayuda para escenificar un contexto económico de mayor previsibilidad que se contradice a la negociación urgente con los supermercadistas.
Al margen de los avatares de la economía, Sica tuvo otros cortocircuitos con actores inesperados. Con María Eugenia Vidal, por ejemplo, se abrió una disputa cuando desplazó al interventor de la seccional bonaerense del Sindicato de Obreros y Empleados de Minoridad y Educación, Conrado Reinke, a quien la gobernadora consideraba como una pieza valiosa en la reestrucutración del gremio que Marcelo Balcedo tenía en un puño.
El otro foco de tensión con Vidal fue a partir del acuerdo salarial con los docentes. La gobernadora cortó por lo sano con una salida que en la Casa Rosada no cosechó apoyo incondicional: ofrecerles a los maestros un aumento salarial en línea con la inflación de 2019 y un pago adicional de 15,6% por la caída salarial registrada el año pasado. Esto descolocó a Sica, que justamente hace equilibrio entre los gremios y los empresarios para no validar lo que propuso Vidal.
"Sica no aguanta el fin de semana", pronosticó ayer un sindicalista de buen diálogo con el Gobierno. Otro dirigente gremial, en cambio, sostuvo lo contrario: "Está ratificado por Macri". Por lo pronto, el ministro intentará mañana demostrar que su relación con la CGT y los empresarios está intacta, cuando comparta un acto por el aniversario de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
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