Coronavirus: Alberto Fernández no prevé castigos a pesar de las fallas en el operativo de pago a jubilados
Alberto Fernández se llenó de bronca, cuentan en su entorno, cuando vio que los bancos habían amanecido con largas colas de gente, en lo que se convirtió en la imagen de la ruptura de la cuarentena ordenada para frenar el avance del coronavirus. Antes de que las sucursales abrieran sus puertas, a las 10, el Presidente dio la instrucción para que la reapertura se extendiera durante el fin de semana, pero el desorden ya había ganado las calles.
Conscientes de que el resultado del operativo fue muy malo, en el Gobierno defienden la decisión de haber cerrado los bancos el 20 de marzo, buscan explicaciones a lo sucedido, exploran alternativas para evitar que lo de hoy se repita y, por el momento, no señalan a un culpable. "¿Con quién estaba enojado el Presidente?", consultó LA NACION. "Con la situación", respondió un funcionario que trabaja a diario con él en la residencia de Olivos. Ni el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, ni el titular de Anses, Alejandro Vanoli, fueron blancos de críticas en Olivos. Tampoco el jefe del sindicato de La Bancaria, Sergio Palazzo.
En contra de los pedidos de la oposición, Fernández no castigó ni tiene previsto desplazar a ninguno de sus funcionarios por las fallas en el operativo. Estaba muy disgustado por lo que había sucedido, pero no responsabilizó a sus colaboradores.
"En esta crisis que estamos atravesando van a surgir muchas situaciones como estas", dijo un funcionario que visita Olivos a diario, para explicar por qué Fernández había evitado cargar las tintas contra alguno de sus funcionarios. En el entorno del Presidente insistían en que no había razones para que tanta gente fuera a los bancos. "Tenían cuatro días para ir a cobrar y fueron todos hoy", dijeron, desconcertados, sin reconocer errores. Admitían, sin embargo, que el resultado había sido "desastroso".
En el círculo más cercano del Presidente no había un clima de autocrítica. Más bien, primaban el desconcierto, la búsqueda de explicaciones y la bronca por el tropiezo. No había razones, insisten, para que se acumulara tanta gente en un solo día: esperaban que el universo habilitado para cobrar se distribuyera en los cuatro días previos al inicio de la Semana Santa. "Mucha gente salió corriendo a cobrar el primer día, cuando sabían que tenían hasta el miércoles para cobrar", dijo un funcionario de confianza de Fernández. Renegaban también por la falta de uso de los cajeros automáticos y otros medios de pago.
En los últimos días, el Presidente propuso que se hiciera un cronograma de pagos, de acuerdo con la terminación de DNI, como se hace habitualmente para pagarles a los jubilados. Ese ordenamiento alcanzó a la primera tanda de los beneficiarios del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), unas 2.400.000 personas, de las cuales solo 800.000 (aquellos cuyo DNI finalizaba 0, 1, 2 o 3) debían cobrar hoy el auxilio de 10.000 pesos. Ante la evidencia de que esos turnos no se habían respetado, Fernández dio instrucciones esta mañana para que las fuerzas de seguridad le dijeran a la gente que hacía cola que volviera otro día. El gobierno de la provincia de Buenos Aires sacó a la calle a 7000 efectivos que tenía en reserva. No para ordenar las colas, sino para evitar que los jubilados fueran un blanco fácil para robos y hurtos.
No hubo, en cambio, ningún sistema de turnos para los jubilados a los que se les depositó el haber entre el 20 y el 27 de marzo, de acuerdo con el cronograma de pagos de ese mes, y que no habían podido cobrar por ventanilla por el cierre de los bancos. Es alrededor del 20 por ciento del total de jubilados y pensionados. "No son los jubilados de la mínima. La mayoría está bancarizada", matizaron en el Gobierno. También se pudo haber sumado un tercer grupo: el de titulares de AUH al que se le depositó el refuerzo de 3100 pesos el 27 de marzo y que, por algún motivo, no extrajo el dinero por cajero automático. "Muchos deben haber ido a buscar saldos de cuentas, si no, no tiene explicación", se lamentó un funcionario de confianza del Presidente.
Esto podrían cambiar a partir de mañana, de acuerdo con lo que se está analizando en Olivos.
Señalamientos cruzados
El operativo estuvo a cargo de la Anses y del Banco Central. Los dos organismos se atribuyen mutuamente parte de la responsabilidad por el desorden. "Anses es el responsable de organizar un cronograma de pagos, no el Banco Central", dijeron en la autoridad monetaria. En Anses, respondieron que el Banco Central podía haber extendido el horario de atención y haber dispuesto turnos por franja horaria. "De todos modos, quizás que la gente iba a hacer la cola antes de su horario", admitieron. La imposibilidad para que la gente esperara en el interior de los bancos, agregaron, también hizo que las colas fueran más largas.
Anses y Vanoli hablaron hoy a la mañana, apenas estalló el desorden, para decidir que hubiera bancos el fin de semana. Palazzo aceptó enseguida y fue el primero en hacer pública la decisión, en una de las entrevistas que dio durante la mañana. En el Banco Central y en la Anses señalan que el sindicato de bancarios fue el principal promotor del cierre de las sucursales durante la cuarentena. Pero la decisión no fue producto de la presión sindical. Corrió por cuenta del Poder Ejecutivo, que coincidió en que si la actividad bancaria se mantenía sin interrupciones, iba a ser muy complicado reducir la circulación de gente en las calles.
Con la mirada puesta en lo que viene, Vanoli le sugirió al Presidente que se ampliara la cantidad de bancos que pagan jubilaciones y pensiones, tarea que hoy se concentra en la banca pública y en algunos bancos privados. Contra estos últimos dirigieron su bronca diputados y legisladores del Frente de Todos durante la tarde.
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