Entre el hermetismo y la cautela, Fernández retoma su agenda tras la peor semana de su gobierno
El Presidente se muestra más activo en los últimos días; en la Casa Rosada hay un moderado optimismo luego de las primeras medidas que anunció la ministra Batakis
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Después de una semana sin agenda oficial, el presidente Alberto Fernández sumó su segundo día con actividad conocida: almorzó con el exmandatario de Bolivia, Evo Morales. Para ello, el mandatario llegó a Casa Rosada al mediodía, un horario habitual para él, que ni siquiera se vio interrumpido por la vorágine de los últimos días. Todo en el marco de la semana posterior al epicentro de la segunda gran crisis de su administración, en la que en el oficialismo en general y en Balcarce 50 en particular, sobrevuelan amplias dosis de hermetismo, moderado optimismo y mucha cautela. Una postura que difiere de sectores como el sindicalismo y los movimientos sociales que ya hicieron saber su descontento con la postura fijada por la flamante ministra de Economía, Silvina Batakis.
A diferencia de lo que sucedió la semana pasada, la Casa parece haber recuperado algo de tranquilidad y sigue con poca actividad pública. En las antípodas de Fernández, el jefe de ministros Juan Manzur tiene sus actividades públicas a primera hora de la mañana, pero suspendió la reunión de Gabinete, que debía repetirse este miércoles, 15 días después de la última vez que se realizó, y la pospuso para el próximo 20. Otro punto que llamó la atención en el marco de la actualidad del Gobierno, pero que desde la jefatura dejaron trascender que sería porque esta “es la primera semana de gestión de Batakis” y “está tomando las primeras medidas”.
Las declaraciones y evaluaciones sobre el momento actual tienen un común denominador pese a las diferencias que arrecian en la coalición de gobierno: son en off the record. El presente del Gobierno, que parece atravesar un impasse en su conflicto interno, hace que los distintos actores de la coalición opten, más que nunca, por esta opción. Algunos, incluso, van por más. Desde las filas del kirchnerismo en general y de la vicepresidenta Cristina Kirchner, en las últimas horas, todo es silencio. En especial tras las declaraciones oficiales de Batakis, que parecieron seguir la línea de su antecesor, Martín Guzmán, a cuya cabeza apuntó sin tregua el kirchnerismo duro con la vicepresidenta en la primera línea.
“Tranquilizó a los mercados y dio señales de previsibilidad, lo cual no es poco por estas horas”, esbozaron dos funcionarios en referencia a lo anunciado por la funcionaria. “Por qué habría que salir a bancarla, si además recién empieza”, se preguntó otro hombre con despacho en Casa Rosada. “Es obvio que si está dónde está es porque tiene el aval de Alberto y Cristina, después se verá”, completaron.
Por una línea similar parece haber ido el ministro de Interior y hasta hace poco más de una semana el propio jefe de Batakis, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, quien la semana pasada, en intimidad, y ante la consulta sobre por qué no apuntalaba públicamente a Batakis, habría sido contundente al explicar que ella no necesita que nadie la apuntale. Un respaldo a la mujer que lo acompañó durante más de dos años en la estratégica secretaría de Provincias de la cartera más política de todas las del Gabinete y con la que avanzó en el Acuerdo para el desarrollo federal, que presentó el jueves pasado nte empresarios e industriales en el almuerzo del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp).
“Por qué opinaría de lo que dijo Batakis, si no lo hago de Vizzotti, Lammens, o Soria”, ironizó otro funcionario ante la consulta de LA NACION. La respuesta a la consulta, en buen tono, siguió la línea de todas las demás recibidas. En horas sensibles para un Gobierno golpeado por sus diferencias políticas y una crisis económica de proporciones, la mayoría optó por eludir una respuesta sobre un tema sensible y que, intuyen, podría abrir nuevos conflictos en un futuro no muy lejano.
La percepción de que “hay que aprovechar” la tregua a la que parecen haber llegado de los tres líderes de la coalición -Fernández, Kirchner y el líder del Frente Renovador, Sergio Massa- es compartida en distintas órbitas del oficialismo. También porque, más allá de los términos de ese encuentro son ignorados por la gran mayoría, y hay coincidencia en creer que “no se sabe cuánto puede durar”. “Es un vamos viendo”, se sinceró un funcionario de primera línea, tras lo que agregó: “Pero hay mucha coincidencia que no hay margen para más, entonces tenemos que tirar todos para el mismo lado, sin perder un minuto”.
Esa fue, precisamente, la línea que se vio en las horas posteriores al acto del sábado con el que Fernández volvió a la escena pública, en Tucumán. Entre los ministros, que fueron representantes de todas las líneas del oficialismo, compartían esa mirada de no seguir alimentando diferencias en el borde del abismo.
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