En una renovada sintonía, Argentina y EE.UU. profundizan la cooperación contra el terrorismo y el narcotráfico
La DEA, el FBI y la Homeland Security intercambian datos con fuerzas federales; paquistaníes sospechosos, entregas controladas de cocaína y rastreo de joyas robadas, solo un ejemplo
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La buena sintonía entre la administración de Alberto Fernández y el gobierno norteamericano se refleja en una renovada colaboración en el combate contra el terrorismo, el narcotráfico y el lavado de dinero. El vínculo reestablecido con los jefes del FBI, la DEA, Seguridad Diplomática y la Homeland Security que están en la Argentina permite canalizar un flujo diario de datos con integrantes de las fuerzas federales argentinas.
Según pudo saber LA NACION, la cooperación con esos organismos de los Estados Unidos permitió alertar la semana pasada sobre la presencia de dos pakistaníes en la Argentina que estaban listados en algún reporte sospechoso. También posibilitó buscar en ferias norteamericanas relojes de lujo robados por una banda detenida hace pocos meses en Buenos Aires y que se deshizo de parte del botín.
En contacto con este medio, fuentes gubernamentales y policiales dieron fe de la apertura de este canal de intercambio, que fluye con mayor intensidad. La asunción de Aníbal Fernández como ministro de Seguridad, en septiembre pasado, fue una bisagra para inaugurar el modo desideologizado de la gestión, en contraste con su antecesora Sabina Frederic.
Un desayuno en Olivos con Aníbal Fernández en la semana en que juró su cargo fue suficiente para que pusiera en marcha este acercamiento que se intensificó en los últimos dos meses. El punto culminante fue la reunión que realizó el último día de marzo en el CCK del Consejo de Seguridad Interior donde los ministros provinciales y de la Ciudad intercambiaron experiencias con representantes del FBI, la DEA y agencias europeas.
La exposición de la relación es tan alta, que hasta asombra a algunos observadores extranjeros que los argentinos hablan sin tapujos de su excelente vínculo con el FBI o con la DEA, cuando hasta hace poco no era muy amigable decir que se estaba trabajando con ellos. “Por el contrario, hay cero recelo en las fuerzas de seguridad”, afirmaron las fuentes consultadas.
Hay un cambio de paradigma en materia de seguridad, menos ideológico, que lleva atender estos puentes, dijo un alto jefe de las fuerzas, que advirtió que habían 2salido del mapa de la información internacional”. El intercambio se da con el FBI, por ejemplo, para trabajar el caso de Operación Zoe, donde está preso Leonardo Cositorto por su estafa piramidal, o el intercambio de datos permitió identificar a dos personas de Pakistán que estaban viajando por el sur argentino y que aparecían en una de las listas de sospechosos norteamericanos.
El intercambio se extendió a los policías europeos. La semana pasada la Policía Federal realizó una entrega controlada de cocaína con la Guardia Civil española que permitió hacer arrestos en Buenos Aires y en Barcelona de una organización dedicada al narcotráfico. La droga llegó desde el norte en barco, arribó al Puerto de Campana, una parte fue en una camioneta a Puerto Madryn, se cambió por otra sustancia, y aquí fueron arrestados los pagadores y en Barcelona cuando llegó la carga, fueron presos los compradores. Se secuestraron así dos cargamentos de 70 y 90 kilos de cocaína. Parte en una casa rodante.
Con el FBI se están rastreando en Estados Unidos los relojes Rólex y Cartier robados en Galerías Pacífico por una banda internacional que fue detenida y que colocó su mercadería en el exterior. “Empezamos a mirar el mundo de otra forma, sin esos pruritos ideológicos estúpidos que nos dejan afuera de la información”, dijo un funcionario del Gobierno que explicó las razones de las modificaciones.
En la misma línea, explicó que en materia de delitos hay que pensar que se trata de una actividad trasnacional, donde la droga se mueve en un país, el vendedor está en otro, el comprador en un tercero y el dinero se lava en un cuarto país. Los delitos en los que está centrado el intercambio son el narcotráfico, el ciberdelito, la trata de personas, el terrorismo y el que los atraviesa a todos ellos, que es el lavado de dinero, según la definición que dio Aníbal Fernández en la reunión con los funcionarios de la DEA y el FBI.
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