En una mañana helada, las familias poblaron el desfile del 9 de Julio y se emocionaron con el paso de los veteranos de Malvinas
Las familias con chicos y las banderas argentinas dominaron la escena en la exhibición de las fuerzas militares; el paso de los excombatientes de 1982 fue el momento más emotivo
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A pie o a bordo de cuatriciclos, efectivos de la Policía de la Ciudad pedían que la muchedumbre que se apiñaba sobre diferentes tramos de la avenida Del Libertador se corriera hacia las veredas para liberar la calzada. También, entre ellos, agentes de tránsito y hasta encargados de edificios, solicitaban que se evitara treparse a rejas o apoyarse sobre las plantas de los canteros. Tenían poco éxito, como también con los que apelaban a subirse sobre los contenedores de residuos. Las herramientas más variadas se utilizaron este martes para intentar tener una mejor visión del desfile militar por el 9 de Julio.
El recorrido de tropas militares por las calles porteñas, que no se realizaba desde 2019, reunió a una multitud, en un ambiente familiar en el que abundaron los niños cargados sobre los hombros para que pudieran observar el paso de las columnas. Entre vendedores ambulantes que buscaban aprovechar la concentración y con una marcada ausencia de simbología política, la celebración tuvo picos de efusividad ante el paso de contingentes de excombatientes de la guerra de Malvinas, la melodía de la Marcha de San Lorenzo, el desfile de vehículos de combate de gran porte y el cierre a cargo de los integrantes del Regimiento de Granaderos a Caballo.
Pasadas las 11, la multitud que se ubicaba a ambos lados de la avenida Del Libertador siguió con atención y en un silencio interrumpido con ocasionales aplausos el paso de aviones de la Fuerza Aérea y de helicópteros del Ejército, que sobrevolaron la arteria en el barrio de Palermo y fueron la primera demostración militar visible para la mayoría de los presentes en el desfile por el Día de la Independencia, que encabezó el presidente Javier Milei.
Desde el norte, la avenida Del Libertador estuvo cortada a partir de la intersección con Olleros. A esa altura, se estacionaron decenas de micros que trasladaron al personal militar. Estaban identificados como pertenecientes a la Fuerza Aérea, el Ejército, la Escuela Naval Militar, la Escuela de Suboficiales del Ejército “Sargento Cabral” y el Colegio Militar Nacional, entre otros. Algunos baños químicos fueron ubicados en las veredas, en esa zona.
A la altura de Dorrego, la Policía Militar instaló un vallado y fue el lugar en el que la gente se comenzó a ubicar a los costados de la calle, esperando el paso de las distintas columnas. Se destacaron muchas familias con niños pequeños que vivieron con entusiasmo su primera experiencia en un evento de estas características.
La cantidad de gente fue aumentando a lo largo de la mañana y, ya a la altura de Avenida del Libertador y Coronel Díaz, la Policía porteña solicitó que los presentes se ubiquen en las veredas, para despejar la calzada y permitir el paso de las tropas.
El desfile fue territorio fértil para vendedores ambulantes. Las banderas argentinas se conseguían desde los 1.000 pesos y cotizaban hasta 10.000, según el tamaño. Se vendían también pines, aviones militares para armar (el precio se ubicaba entre los 4.000 y los 8.000 pesos) y hasta los “patitos Kawaii”, que se usan como adorno en la cabeza y se pusieron de moda en algunos sectores de adolescentes y niños, también por 1.000 pesos.
Los vendedores de copos de nieve se sumaron a la oferta (en Del Libertador y Ortiz de Ocampo se comercializaban a 3.000 pesos la unidad). Si bien las consignas partidarias no tuvieron lugar en la multitud presente, sí había algún vendedor aislado que ofrecía “stickers de Milei”, a 1.000 pesos la plancha de diez calcomanías.
El paso de los excombatientes de la guerra de Malvinas fue muy aplaudido por la gente reunida en la calle y, también, por vecinos que observaron el desfile desde sus balcones (varios, adornados con banderas). La bandera “Malvinas. Volveremos”, que mostró a su paso una columna de veteranos del conflicto de 1982, levantó aplausos y el grito de “Argentina, Argentina”.
La Marcha de San Lorenzo, interpretada por varias de las fanfarrias militares que desfilaron por la avenida Del Libertador, fue otro de los puntos altos para la multitud, que la entonó y la siguió con aplausos, al igual que la Marcha de las Malvinas.
En Del Libertador y Sánchez de Bustamante, ayudado por un andador, Francisco, un hombre de 80 años, afirmó a LA NACION que llegó desde La Pampa para hacerse un tratamiento en una pierna. “Me interesa el espíritu del desfile”, aseveró. Esparcidos entre el público estaban sus “hijos y nietos”, señaló.
Daiana, de 33 años, observaba a sus dos hijos jugar en la vereda, a unos metros de donde la muchedumbre se amontonaba para ver las columnas militares. “Vine por ellos”, dijo sobre sus hijos. Le interesaban en particular “los aviones” y no los mensajes políticos que pudieran surgir. “Solo el desfile”, indicó, y contó que llegó desde Mercedes, provincia de Buenos Aires.
A medida que la multitud se acercaba a la zona del palco oficial (donde, además de Milei, estaban la vicepresidenta Victoria Villarruel; la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri), comenzaba a escasear la visibilidad. Muchos se subieron a los contenedores de basura, a vallados o a enrejados. Y abundaron los chicos cargados en los hombros que hacían todo tipo de preguntas a sus padres. Si bien los curiosos sin un conocimiento militar específico eran mayoría por mucho, también había quienes sabían de armamento y comentaban al respecto ante cada nueva columna que se presentaba sobre la avenida.
Ivana, de 53 años, pasó unos minutos trepada a la reja de la Embajada de Italia, hasta que un efectivo policial le pidió, como a todos los que estaban allí, que se bajara. “Cuando vi los aviones, vine”, contó a LA NACION. Vive a pocas cuadras del epicentro del desfile militar. “Vine con dos de mis tres hijos, y con mi marido”, añadió. También rechazó cualquier mensaje político en el acto. “Es importante mantener las tradiciones, que están poco inculcadas”, definió.
Los momentos del desfile en los que transitaron los vehículos de la Armada y el Ejército fueron seguidos con gran atención, en particular el paso de los tanques. Al finalizar una de las columnas de estos vehículos pesados, la multitud interpretó que el desfile había finalizado y desarmó el cordón en el que se ubicaba. Minutos después, esa disposición se recompuso y se retomó el paso con los tanques de la Dirección de Investigación y Desarrollo del Ejército Argentino (a uno de esos vehículos se habían subido Milei y Villarruel unas cuadras antes, quizás provocando la demora que hizo que la multitud entendiera que el acto había concluido).
El cierre del desfile, con el Regimiento de Granaderos a Caballo, fue muy celebrado en una helada mañana porteña en la que abundaron los gritos de “¡Viva la Patria!”, que provinieron tanto desde las columnas militares como desde el público.
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