En medio de un clima de desconfianza, “Martincito” Guzmán abre la billetera y prepara un viaje a Washington con el FMI
Bajo presión, el ministro refuerza sus objetivos: el presupuesto y el acuerdo con el Fondo; su participación en las medidas económicas y su relación con Manzur
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“Martincito… ¡Aflojá la billetera!” Con su estilo pícaro, esa fue la primera orden que recibió “Martincito” Guzmán de su nuevo jefe, Juan Manzur. Bajo fuego y tras una semana caliente por la volatilidad del dólar, el ministro de Economía se mantiene imperturbable y seguro que su cargo no está en riesgo después de las elecciones.
“No trabaja pensando en el 14 de noviembre como fecha límite”, aseguraron fuentes oficiales, aunque en Economía saben que antes de una elección no hay margen para sobresaltos cambiarios.
Mientras tanto, sigue adelante con sus objetivos: defender el presupuesto –que prevé para 2021 un crecimiento del PBI de 4%, una inflación de 33%, un rojo fiscal primario menor al de 2021, pero aún financiado en parte con emisión monetaria–, que Máximo Kirchner y Sergio Massa ya le anticiparon será modificado.
No la tiene fácil tampoco con el sector privado, los antecedentes juegan en su contra: la meta de la inflación para este año está 16 puntos por debajo de lo que proyectó y también se anota la incertidumbre sobre su poder de fuego para definir las tarifas; ambas cuestiones potenciaron la desconfianza. Ese escenario de incertidumbre provocó dudas sobre su futuro y habilitó la danza de nombres para reemplazarlo. Ahí se anotan una albertista, como Cecilia Todesca; un kirchnerista duro, como Augusto Costa, y un massista, como Martín Redrado.
Guzmán también prepara un viaje a Washington para la segunda semana de octubre para participar de la reunión de ministros de economía en la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI). Ahí también se encontraría con la directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, aunque las expectativas sobre el resultado de esta misión son moderadas. La búlgara también se encuentra bajo presión.
En medio de un mar de dudas del mercado y la probable derrota electoral, Guzmán cumplió con el pedido del jefe de Gabinete: septiembre fue el mes de mayor emisión monetaria para asistir al fisco, lo que generó mayor presión sobre la divisa norteamericana.
El Banco Central (BCRA) cerró el mes con una pérdida de US$950 millones en sus reservas, sólo por intervenciones en el mercado de contado. Mantener el precio del dólar pisado es central de cara a las legislativas, el 14 de noviembre. En la Argentina cualquier movimiento del dólar impacta en los precios.
Pese a los números, Guzmán sostiene en privado lo mismo que en público. La emisión significa mayor inflación y eso se traslada también al dólar. Esa es la única diferencia que se anima a hacer en público con la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien en el medio del terremoto institucional le mandó a decir que su cabeza no rodaría.
“Una cosa es reducir el déficit fiscal, otra es hacer un ajuste de gasto público. Nosotros reducimos el déficit fiscal sobre la base de la reducción de pagos de deuda y con aumento de recaudación”, explicó en varias oportunidades Guzmán, que decidió volcarse a la economía tras ver el impacto que tuvo la crisis de 2001 en Barrio Jardín, donde nació en La Plata –donde vuelve todos los fines de semana para jugar al fútbol–, entre sus amigos y familiares. Su vocación eran las matemáticas.
Todos los días, desde temprano, el jefe de Gabinete llama al titular del Palacio de Hacienda cada vez que lo necesita. La relación entre el ministro coordinador y el economista no es nueva. Se conocieron en 2018, en Estados Unidos, antes de que Guzmán aparezca en el radar de la política y cuando era número dos del premio Nobel Joseph Stiglitz. En ese viaje el entonces mandatario tucumano lo invitó a su provincia para brindar una charla.
También lo visitó hace un mes junto al ministro del Interior, Wado de Pedro. “Manzur lo escucha y le pregunta mucho”, cuentan testigos de esa relación.
Tras el cimbronazo de las PASO y las dudas sobre su futuro, Guzmán se focalizó en la implementación de varias medidas que se anunciaron en los últimos días. Fue quien motorizó la decisión de que el salario mínimo tenga un incremento por encima de la inflación. También trabajó codo a codo con Matías Lammens para lanzar el PreViaje y decidió sumar al gabinete económico al ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, con quien define los últimos retoques de lo que será el primer paso para convertir planes sociales en trabajo formal.
En los últimos días también avanzó con otras medidas con Julián Domínguez (Agricultura) –por el proyecto de ley para el agro–, Matías Kulfas (Desarrollo Productivo), Gabriel Katopodis (Obras Públicas) y el canciller Santiago Cafiero, con el Mercosur como principal preocupación. Y ya dio el visto bueno para que se anuncie, cuando el Presidente lo disponga, el bono para jubilados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH).
Parte de la financiación de todas las medidas que se están implementando saldrán de los ministerios que están subejecutando sus presupuestos. Ahí el ojo está puesto en cuatro carteras: Transporte, a cargo de Alexis Guerrera; Interior, de De Pedro; Mujeres, de Elizabeth Gómez Alcorta, y Agricultura, donde recién se asentó Julián Domínguez.
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