En medio de la tensión bilateral, el Gobierno designa un nuevo jefe de misión a Irán
El diplomático Mariano Jordán llegará como encargado de Negocios a Teherán; la detención del avión venezolano y la investigación por los atentados complican el vínculo bilateral
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De solucionarse algunas trabas administrativas que retrasan el proceso, el gobierno de Alberto Fernández efectivizará un cambio importante el vínculo con la República Islámica de Irán, hoy uno de los destinos más incómodos para la Cancillería, que desde el inicio de su gestión intenta hacer equilibrio entre las grandes potencias occidentales y algunos aliados regionales sospechados por Washington, como Venezuela y Cuba.
El desafío, a menos de nueve meses de finalizar el actual mandato de Fernández, será asumido por Mariano Jordán, diplomático de carrera que regresa como jefe de misión a Teherán, donde ya estuvo (sin el status de ministro de primera, el rango anterior a embajador, que ahora ostenta), entre octubre de 2021 y marzo del año pasado.
Radical por simpatía, fanático de los Simpson e hincha de San Lorenzo, Jordán no parece, ni por asomo, un diplomático afín al kirchnerismo duro, que sí tiene representantes en distintos países y delegaciones como Pablo Vilas en Honduras; Luis Ilarregui en Cuba o Carlos Raimundi, en la representación argentina ante la OEA, por dar sólo unos nombres.
Con un pasado diplomático en Brasil, junto a Juan Pablo Lohlé (fue el embajador allí entre 2003 y 2011), y en Austria, entre otros destinos, Jordán trabajó durante el gobierno de Cambiemos como secretario de relaciones internacionales a las órdenes de Lino Barañao, extitular de la cartera de Ciencia de la gestión de Mauricio Macri, y único ministro “heredado” del gobierno de Cristina Kirchner.
De su breve paso anterior por Irán, Jordán ya conoce los vericuetos de un país gobernado por los ayatolás, alineado con Rusia en la invasión a Ucrania y visto como una amenaza, no sólo por Israel y los Estados Unidos, sino también por países árabes donde predomina el islamismo moderado.
Fue durante esos meses que Jordán cumplió funciones en Irán cuando se produjo un escándalo mayúsculo que le costó el puesto al embajador en Nicaragua, Daniel Capitanich, que estuvo presente en Managua durante la asunción del presidente Daniel Ortega en un nuevo período de gobierno. A esa ceremonia asistió Mohsen Rezai, alto funcionario del gobierno iraní y con orden de captura vigente de Interpol por su responsabilidad en el atentado a la AMIA.
Quienes siguen las relaciones internacionales dan cuenta del enojo de Irán por la decisión del canciller Santiago Cafiero de dar por terminada la tarea de Capitanich en Managua, más allá de las excusas del propio representante diplomático, que aseguró no haberse dado cuenta de la presencia de Rezai a pocos metros suyo. En los últimos meses, Cafiero reiteró el pedido de detención de Rezai, a su paso por Rusia y Qatar.
El último antecedente, la detención durante cuatro meses de un avión de la empresa venezolana Emtrasur con tripulación iraní, por orden del juez federal Federico Villena, tampoco ayudó a mejorar los vínculos. Por nota oficial, Irán reclamo en septiembre pasado a la Argentina por los cinco iraníes retenidos durante semanas en un hotel del conurbano bonaerense, sospechados de tener vínculos con el terrorismo internacional. “Todo terminó, pero a la larga los iraníes se la van a cobrar”, apuntó sin levantar la voz un conocedor de la diplomacia de Teherán.
Con sólo dos empleados a su cargo, en una modesta oficina en la capital iraní, y con estatus de encargado de Negocios, Jordán regresará a Teherán, además, después de que el ministro de Justicia, Martín Soria, volvió a responsabilizar a Hezbollah, milicia armada financiada por Irán, por los atentados a la Embajada de Israel (el viernes 17 de marzo se cumplieron 31 años) y la AMIA, en julio de 1994. Soria apuntó allí a “la responsabilidad de Hezbollah” y a “la falta de cooperación de la república de Irán” con la justicia argentina e internacional en el esclarecimiento de los atentados. Ataques que, según su visión, “tuvieron la misma motivación: el odio al pueblo de Israel”, afirmó el ministro.
Más allá de los vaivenes y la tensión política, los vínculos comerciales con Irán no pasan precisamente por su peor momento. Es cierto que de 2021 a 2022, ese intercambio bajó de U$S 1100 a U$S 700 millones, y del tercer puesto como mercado exportador de África y Medio Oriente en 2021 (tras Argelia y Egipto) pasó al 6° en 2022, detrás atrás de países como Arabia Saudita, Emiratos y Marruecos, Aún así, Irán está para Argentina adelante de países como Nigeria, Sudáfrica y el propio Israel, que según datos oficiales vendió producción a la Argentina por sólo U$S 194 millones, mientras las exportaciones argentinas a Israel alcanzaron en 2022 U$S 401,6 millones. El nombramiento de Cristina Caamaño como nueva embajadora en Israel sigue trabado, desde noviembre, en el Senado.
“¿A Irán? Ese hombre va castigado”, ironizó un experimentado diplomático del kirchnerismo, en referencia a la tarea que Jordán emprenderá, si se destraban algunos vericuetos burocráticos, en los próximos días.
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