En medio de la batalla entre el Presidente y los Kirchner, el gabinete se dispersa y “enciende velas” a Massa
Mientras crece la convulsión interna en el Frente de Todos, el tigrense se muestra activo y aparece como el “mejor posicionado” según sus pares, aunque Manzur avisa que irá por la Presidencia si gana en Tucumán
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Los festejos en San Pablo no habían aún terminado cuando el presidente Alberto Fernández se subió al avión oficial para regresar al país luego de su abrazo del lunes con el ganador de la contienda, Luiz Inácio Lula da Silva. Junto a él subieron los incondicionales (el canciller Santiago Cafiero, el secretario general Julio Vitobello, la secretaria de Legal y Técnica Vilma Ibarra, la portavoz Gabriela Cerruti) con los que había arribado a Brasil, mientras otros funcionarios que también llegaron al búnker ganador, se volvían a Buenos Aires en vuelo de línea. Entre ellos el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, referente de La Cámpora, feliz por haber conseguido su propia imagen con Lula, y también contento por la indeleble postal del brasileño con la gorra “CFK 2023″, minutos después de confirmada su victoria.
Mientras el Presidente se refugia en un grupo reducido de incondicionales, en el gabinete nacional cada ministro parece atender su juego y concentrarse en su área específica: todos, en menor o mayor grado, encienden velas para que Sergio Massa consiga estabilizar las variables económicas de cara a 2023. Un Massa que actúa como una suerte de “jefe de gabinete paralelo”, mientras el real, Juan Manzur, repite a sus íntimos que un día después de retener como candidato a vice la gobernación tucumana, el 14 de mayo, comenzará su propia campaña presidencial.
Con nuevos actores que la semana pasada salieron en defensa del Gobierno (las nuevas ministras Victoria Tolosa Paz y Kelly Olmos rompieron su sugestivo silencio y defendieron medidas de gestión), y sin reuniones conjuntas desde el 19 de octubre (la prevista para el miércoles pasado se volvió a suspender, sin explicaciones) lo que prima es el silencio y la especulación, en medio de la abierta disputa de Fernández con Cristina Kirchner y Massa por la derogación de las PASO y, en el fondo, con un gran signo de interrogación sobre el futuro del proyecto político del Frente de Todos. Una disputa renovada este fin de semana con la reaparición de la vicepresidenta, las fuertes acusaciones de Máximo Kirchner y la respuesta del propio Presidente.
“Todos, de alguna manera, trabajan para Massa”, exageraron desde un despacho de Balcarce 50, luego de otra semana con poco movimiento en la Casa Rosada. Varias fuentes, dentro y fuera del massismo, describen a un ministro de Economía activo, que llama a sus pares para proponerles actividades, planes y proyectos, que muchas veces terminan en anuncios conjuntos. La presentación, el miércoles pasado, del dólar especial para turistas, junto al ministro del área Matías Lammens, se armó a última hora del martes y ni siquiera fue incluida en la agenda oficial.
¿Cómo toma Alberto Fernández los movimientos de Massa? “Hay ruido ahí, pero por ahora todo tranquilo”, dice un ministro. “A veces bien, otras no tanto”, comentan desde el riñón del gabinete económico, y se remiten a la reciente “decisión” presidencial de resistir la embestida conjunta de La Cámpora, los gobernadores y Massa para derogar las PASO y complicar a Juntos por el Cambio.
“Cuando Máximo dice que no lo ve a Alberto jugando una interna, el meta mensaje es ‘bajate’. Y eso Alberto no lo puede aceptar”, dicen muy cerca del Presidente, y ubican las fuertes declaraciones de Tolosa Paz, dóonde fustigó a “aquellos que critican como si no formaran parte del Gobierno”, dentro de la pulseada presidencial con La Cámpora y Cristina. “Vicky no sale a decir eso sin el aval de Alberto”, especulan desde otro ministerio cercano al Presidente, que también recurrió en los últimos días a su ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, para salir al cruce de los dardos de miembros de La Cámpora y para ratificar su “derecho” a ser candidato a su reelección.
De todos modos, en el propio albertismo reconocen que, de no arribarse a un diálogo sincero entre las partes (hoy Fernández no dialoga a fondo ni con su vicepresidenta ni con su hijo Máximo Kirchner, como quedó claro con el intercambio verbal de estas horas) “el candidato del espacio lo va a terminar definiendo Cristina”, con o sin primarias, sólo mediante su apoyo explícito. “Alberto y Cristina tienen que hablar”, dice un albertista, aunque aún no hay plazo concreto para la reconciliación, y menos después que Cristina coqueteara el viernes con su propia candidatura, Máximo acusara el sábado al Presidente de “aventurero” y éste le retrucara hoy con una frase lapidaria: “Cuando un compañero critica a otro empieza a dejar de ser peronista”.
Escépticos en relación a una candidatura efectiva del Presidente en busca de su reelección -muchos piensan que se autopostula para no quedar ya como “pato rengo” y perder fuerza en la discusión interna- distintos ministros no embanderados creen que Massa es hoy “el mejor posicionado” para representarlos si es que la economía da señales de recuperación más contundente, aunque el propio tigrense dejó trascender que su objetivo es la presidencia, pero en 2027. “Vamos bien, pero hay que ser prudentes”, advierten en el entorno de Massa, que el viernes en Río Negro afirmó: “Le hemos ganado a la incertidumbre y empezamos de vuelta a estabilizar nuestros fundamentos macroeconómicos”.
Manzur se postula
En ese contexto donde no sobra oferta presidencial, y mientras se prepara para pedir una nueva licencia (aún sin fecha), Manzur transmite su confianza en ser finalmente el elegido. “Está decidido a jugar, sea el elegido o teniendo PASO”, dejan trascender cerca del todavía gobernador tucumano (aquí sí con licencia), que será candidato a vicegobernador de Osvaldo Jaldo en los comicios del 14 de mayo próximo. También en este caso, ser el postulante del “peronismo tradicional” en una interna con un eventual candidato camporista tampoco le caería mal, contando -en la previa- con el apoyo de la CGT, los gobernadores y el peronismo tradicional.
Ningún ministro, a once meses del fin de sus mandatos, se anima a hacer un diagnóstico optimista de la elección del año que viene. “Falta mucho”, es la consigna más repetida en el elenco ministerial, donde unos pocos aún sueñan con una resurrección en 2023.
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