En la reunión de la Cepal, Alberto Fernández alertó contra los “discursos de odio” y pidió ayuda para la región
El Presidente inauguró el foro en el CCK con críticas a los medios y a quienes “pugnan por un Estado ausente”; se consideró “discípulo” del economista Stiglitz, que también participa del encuentro
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Gobernaba el presidente interino José María Guido cuando, en mayo de 1963, la Comisión Económica Para América Latina (Cepal), encabezada por Raúl Prebisch, se reunía por última vez en la Argentina. Casi seis décadas después, y en el retorno de las sesiones de la comisión al país, el presidente Alberto Fernández aprovechó el auditorio repleto de funcionarios y diplomáticos extranjeros en el CCK para hablar de los desafíos del desarrollo en la región, pero también para fustigar a los medios de comunicación y-de manera indirecta-a la oposición política y sus “discursos de odio”.
“El mundo de la virtualidad y de las redes sociales exige repensar los modos en que nos comunicamos y nos informamos en la modernidad. Repensar la cuestión no busca poner en juego la plena vigencia de los derechos individuales, del derecho a la información o los principios que fundamentan la libertad de expresión”, dijo el Presidente en un tramo de su discurso, que duró veinte minutos, y en el que se ciñó a un texto escrito previamente.
“Las fronteras se diluyen frente al riesgo de la manipulación de datos y noticias falsas que influyen en el ánimo social (…) Es importante coordinar acciones regionales para enfrentar los discursos de odio motorizados por algoritmos que generan adicción digital, dificultan el diálogo entre quienes pensamos diferente y debilitan la convivencia democrática”, agregó el Presidente, que la semana pasada inició acciones legales contra un participante del reality Gran Hermano que lo acusó de “coimero” en un diálogo con otro participante.
“Aprovechando la desazón que generó la pandemia y los efectos económicos de la guerra, los discursos extremistas y violentos han proliferado en todo el mundo, y también en la región. Encontraron tierra fértil para transformar los reclamos legítimos por mejores condiciones de vida en un discurso contra la política que pone en jaque a la misma democracia”, dijo el Presidente, y agregó que esos discursos “han ido ganando espacio y que naturalizan expresiones y acciones violentas”. Pareció aludir al frustrado atentado contra la vicepresidenta Cristina Kirchner, a principios de septiembre.
“Quienes buscan debilitar y erosionar las democracias tienen intereses específicos que los llevan a promover la polarización extrema. No aceptemos resignados que lo hagan”, dijo Fernández, que comenzó su discurso más de una hora después de lo previsto, acompañado en el estrado por el canciller Santiago Cafiero, la secretaria de Asuntos Estratégicos, Mercedes Marcó del Pont, y referentes internacionales como el secretario de la Cepal, José Manuel Salazar y el canciller de Costa Rica, Arnoldo Tinoco, que un rato después cedió la presidencia pro-témpore de la Cepal, de su país a la Argentina.
“La desigualdad que enfrentamos es consecuencia directa de quienes pugnan por un Estado ausente que deje en manos del mercado la solución de aquella desigualdad. Son los mismos que con sus políticas permiten que el ingreso se concentre en pocos mientras la pobreza se distribuye en millones de seres humanos. Así, la riqueza se acumula en paraísos fiscales y jamás se derrama sobre los más necesitados”, afirmó el Presidente, en la misma jornada en la que el exmandatario Mauricio Macri presentará, en la Rural, su libro “Para Qué”.
En el inicio de su discurso, Fernández recordó que anoche cenó con Salazar y el economista norteamericano Joseph Stiglitz, también participante de otra mesa de debate, en la quinta de Olivos. “Somos sus discípulos aunque ellos no lo sepan”, bromeó el Presidente, sin menciones al discípulo efectivo de Stiglitz, el ex ministro de Economía, Martín Guzmán, que no se hizo ver por el salón Argentina del CCK.
Sin menciones a las proyecciones de la Cepal, que pronostican un crecimiento del PBI argentino del 1 por ciento para 2023 (la mitad de lo proyectado por el ministro de Economía, Sergio Massa), Fernández prefirió centrarse en los organismos internacionales de crédito y la “necesidad” de que ayuden al país y a la región. “Ahora que el BID vuelve a manos latinoamericanas, necesitamos recursos para que la transformación que planteamos pueda materializarse”, afirmó Fernández, en alusión a Mauricio Claver-Carone, ex presidente del BID y de relación áspera con el gobierno del Frente de Todos desde el día 1 de su gestión.
“Las responsabilidades deben ser diferenciadas y por eso, en la emergencia, debe ser aliviado el esfuerzo de quienes no somos los generadores de la crisis”, dijo el Presidente, en alusión a la escasa incidencia de Argentina en el calentamiento global y su propuesta de morigerar la deuda en países que no han contaminado el Medio Ambiente en la misma medida que los países desarrollados. El Gobierno festejó que, un rato antes y vía zoom, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió al FMI que “libere” los Derechos Especiales de Giro (DEG) para los países de renta media como Argentina, y atender la situación de sobreendeudamiento de distintos países de la región.
“Debemos volver a construir la Patria Grande. Debemos recuperar el valor de la solidaridad y desechar el individualismo. Una vez más recuerdo la enseñanza del Papa Francisco: “en este tiempo, nadie se salva solo”, sostuvo el Presidente en el final de su discurso, y antes de que Salazar comenzara el debate público del documento consensuado de la Celac, destinado a promover “el descenso de la desigualdad” en el continente, el aumento de la producción para un crecimiento sostenible, establecimiento de políticas y apoyo para mejoras en educación y salud.
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